El cocinero Pepe Rodríguez (Illescas, 1968) ofreció una clase magistral a los alumnos del ciclo formativo de grado medio de Cocina y Gastronomía del CES Juan Pablo II, una actividad en la que desgranó las claves para la gestión de un negocio hostelero y aportó a los alumnos algunos de los consejos que le han convertido en uno de los referentes de la alta cocina española.
Durante la charla, el restaurador preguntó a los jóvenes qué entienden por cocina, qué relación tienen con ella y hasta dónde pretenden llegar en tal interés. «Más que cocinar es hablar de lo que ocurre, de los sentimientos, del corazón», señaló. Rodríguez recomendó «trabajo, ganas, ilusión y no perder la pasión» a los estudiantes con los que mantuvo el encuentro. El presentador del programa Masterchef recetó a su eventual audiencia una mirada «con ojos nuevos» para poderse renovar y «estar al día de lo que ocurre» en el sector.
El propietario de El Bohío define a su negocio, galardonado con una estrella michelín, como un «restaurante normal y de pueblo donde una familia con ilusión quiso hacer una buena cocina y lo consiguió tras trabajar muchas horas». Más allá de la conocida narrativa sobre un establecimiento familiar situado en la antigua carretera entre Madrid y Toledo, Rodríguez señaló la importancia de tener «un poquito de suerte», trabajar con «profesionalidad» y aportar «todos esos pequeños ingredientes» a la receta del éxito.
«Mantenemos un restaurante con 90 años de historia: no es poco y con eso debería ser suficiente, pero queremos llegar más allá de esos límites», proclamó el actual gerente de un local abierto por su abuela. El cocinero refirió la experiencia del cliente como uno de los mejores indicadores de la salud de cualquier restaurante. «Estamos haciendo las cosas bien cuando la gente que viene después de varios años sin hacerlo nos dice que hemos pegado un cambio a mejor».
El curso sirvió para que los estudiantes se vieran «reflejados en ese chico que pasó también las dudas que tienen ellos». La formación facilita que se «les abra un camino» a aquellos que acaban de adentrarse en el sector. El «bagaje» y las «referencias» que proporciona el haber «comido muchos platos» son los información que permitirá a los nuevos valores de la gastronomía disponer de los «parámetros» necesarios para formarse un criterio sólido y «poder decir si un plato es bueno, regular o malo».
La innovación es otro de los factores decisivos para la distinción respecto a terceros. Cualquier guiso «revestido de otra manera, presentado de otra forma, más aligerado, más suave o más sutil» diferencia al cocinero.
«Mi mayor desafío como chef es enfrentarme todos los días a tener un restaurante abierto», concluyó Rodríguez.
ALUMNOS SATISFECHOS. Rodríguez aportó a los estudiantes «un punto de vista que normalmente no se suele hablar en la cocina», aseguró Pablo Contreras, alumno del grado medio. El cocinero de Illescas se detuvo en cuestiones como el trato al cliente, la gestión de equipos de sala o la remuneración de los profesionales. «Me ha parecido muy interesante».