Qué sería de Toledo sin su Corpus Christi, sin que sus calles huelan a tomillo o sin los aplausos que acompañan al paso de la Custodia de Arfe. Por difícil de imaginar que parezca un escenario sin todo lo mencionado, la previsión de lluvia lo estuvo amenazando hasta el último momento. De hecho, la ciudad se mojó en la madrugada anterior y las previsiones auguraban bastantes litros para las 11 horas de la mañana, coincidiendo con el momento de partida de la solemne procesión. Previsiones que no generaron el temor suficiente para retirar los históricos tapices que decoran el entorno de la Catedral y que sí generó críticas en redes sociales.
Pese a todo, el Corpus toledano se impuso a la lluvia y permitió que la procesión hiciera su recorrido habitual sin mayores sobresaltos. Es cierto que aparecieron precipitaciones en diversos momentos del trayecto, pero apenas tuvieron la continuidad suficiente para decretar alternativas. Quizás fue al paso de la Custodia por Alfileritos cuando cayó un mayor número de agua.
Una situación que generó imágenes diferentes a las que el toledano está acostumbrado a vivir en el Corpus, como sus calles llenas de paraguas, episodios de tensión entre los ciudadanos que no tenían visión por la apertura de los citados paraguas, resbalones a causa de la mezcla del tomillo con el agua o estandartes de las clásicas hermandades o capítulos protegidos con plásticos.
La Custodia de Arfe rodeada de paragüas. - Foto: Yolanda LanchaEvidentemente este escenario propició que no fuera el Día Grande con más afluencia de público de la historia, pero ni mucho menos ha ahuyentado a los espectadores, que han dejado pocas sillas vacías a lo largo de toda la carrera procesional.
Lo que sí es una sensación general entre los espectadores es que la procesión ha durado más que en otras ocasiones, superando las tres horas de duración hasta que el último de los participantes cruzara por el interior de la Puerta Llana de la Catedral de Toledo. Concretamente, la Custodia de Arfe regresó al interior del Templo Primado a las 14:17 horas con los pétalos que aún le quedaban por los distintos estamentos monumentales del Santo Sacramento.
Consecuencia de esa tardanza pudo ser lo mojado que estaba el pavimento, dado que algunos de los caballos que participan en la carrera procesional tuvieron dificultades para avanzar. De hecho, uno de los animales sufrió una caída que no desató consecuencias más graves.
Este año repitió uno de los capítulos más nóveles en la procesión, la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, de la cual el gran prior de la Lugartenencia de la España Occidental es el obispo auxiliar de Toledo Francisco César García Magán. Entre los hermanos estaba Carmen Quintanilla, diputada al Congreso por el Partido Popular.
Por otro lado, la cercanía con las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo hizo que algunos de los actores políticos de la ciudad y la región recibieran la interacción del público toledano. Uno de los más aclamados fue el presidente regional, Emiliano García-Page, en lugares como la salida de la Puerta Llana o en la calle Alfileritos.
A nivel local, Milagros Tolón se puso a repartir besos en la plaza de Zocodover y recibió lo que se puede considerar una emotiva despedida al finalizar la procesión, cuando muchos de los ciudadanos todavía presentes por las calles colindantes a la plaza del Ayuntamiento la elogiaron y la mandaron mensajes de ánimo.
El que parece que será su sucesor en la Alcaldía, Carlos Velázquez, también recibió el cariño de los toledanos, con especial mención a su paso por la plaza de Zocodover y la Delegación del Gobierno. Un punto que también otorgó un especial reconocimiento a los representantes del Ejército y la Guardia Civil en la procesión.
Precisamente, los militares y su habitual desfile desde la Cuesta de Carlos V hacia la bajada del Miradero tuvo menos suerte al estar pasado por agua, recibiendo la mayor precipitación de la jornada. Sin embargo, el público siguió demostrando que tenía ganas de Corpus y que poco le importaba mojarse, porque la ocasión merecía la pena. Ha sido un Corpus Christi diferente, con imágenes novedosas, pero igual de brillante, porque Toledo y su Custodia de Arfe relucen hasta en los días grises.