A sus 36 años, está en ese momento de su vida en que crece la tentación de empezar a repasarlo todo. Su excepcional forma física y su privilegiado instinto para el gol (16 en 16 jornadas de Liga, siete en cinco de Champions) le ayudan a mantenerse conectado al presente, pero desde determinadas alturas de la vida es inevitable mirar atrás. Y allí, en el Westfallenstadion, se recuerdan cuatro temporadas de amarillo en las que el mundo descubrió al joven Robert Lewandowski. Hoy, otra vez, amenaza su pasado.
'Lewy' vistió la camiseta del Dortmund porque un volcán entró en erupción en Islandia. La teoría del caos o el efecto mariposa no podrían describirlo mejor. Acababa de ganar la Liga de su país con el Lech Poznan metiendo 18 goles y estaba en todas las agendas del planeta. Incluso sonó fuerte para LaLiga a través del Zaragoza. Todo parecía hecho con el Blackburn Rovers cuando el Eyjafjallajokull estalló, una enorme nube de humo obligó a cancelar miles de vuelos en Europa, Lewandowski no pudo viajar a Inglaterra, los 'borussers' vieron la ocasión y apretaron al jugador y a su representante para llevarse el gato al agua.
La labor de Jürgen Klopp, un técnico pasional y casi desconocido, fue clave. Convenció al joven Robert de que acabaría siendo pieza fundamental para cuestionarle e incluso quitarle al Bayern el cetro nacional. Klopp llevaba dos años intentándolo… y a la tercera, con 'Lewy' en el club, lo logró. Lucas Barrios fue el máximo goleador amarillo aquella Bundesliga y Lewandowski, a sus 21 años, se quedó en ocho tantos.
Solo tardó un año en darle la vuelta a la tortilla: el cuadro alemán renovó su trofeo (llevaba 55 años sin ganar dos ligas consecutivas) y sumó un histórico doblete levantando la Copa. Y Lewandowski fue pieza clave en ambos campeonatos: 22 dianas en la Bundesliga, siete en siete partidos de la Pokal.
Europa
El palmarés 'aurinegro' se secó ahí. El Bayern de Múnich reaccionó con su habitual estilo de 'martillo' y el Dortmund centró sus esfuerzos en una Liga de Campeones que, finalmente, descubrió a Robert Lewandowski al mundo. Fue un 24 de abril de 2013, con el equipo de Klopp medido en semifinales al Real Madrid, cuando el polaco jugó 'el partido de su vida', anotando los cuatro goles del 4-1 sobre el eterno campeón blanco. El Bayern, que tumbó al Barça en la misma ronda, terminó llevándose la Champions… y quiso llevarse algo más: realizó una oferta a la baja (algunos rumores apuntaban a los 30 millones) por el polaco, que terminaba contrato en junio de 2014.
Entre perder a un delantero 'top' o mantenerlo durante una campaña y 'perder' 30 millones, Klopp eligió lo segundo. Y Lewandowski, entre mantenerse profesional y competitivo o hacer 'huelga de goles caídos', lo primero. El Dortmund compitió brutal e inútilmente contra un Bayern inabordable, pero el polaco, antes de tomar el tren del gigante bávaro, fue el máximo artillero de la Bundesliga y el máximo goleador de la Champions.
Ese fue el imborrable legado del delantero en amarillo. Siguió eligiendo 'lo primero' (competir con absoluta profesionalidad y fiereza ante el gol) cada vez que se midió a su exequipo. Desde la mismísima 14/15, en la que le marcó los dos tantos de la victoria en ambos partidos de Bundesliga, el balance de Lewandowski contra el Borussia Dortmund es de 26 enfrentamientos… y 27 goles marcados (más tres asistencias).
En la 21/22, su última en Alemania, decidió 'marcar' a los del Signal Iduna Park: les hizo cinco dianas en tres duelos (dos de Liga y uno de Supercopa)… y hoy regresa dispuesto a seguir marcando su territorio. De aquella época, con Hummels en la Roma, Gündogan en el City y su amigo Reus en Los Ángeles (y Sahin en el banquillo), ya no le queda nadie.