La sociedad toledana validó hace poco más de 20 años el proyecto de Constitución Europea. Casi el 80% de quienes participaron en aquella convocatoria en la provincia apoyaron una propuesta que las posteriores negativas de Países Bajos y Francia truncaron. El último referéndum legal convocado en España, celebrado en febrero de 2005, confirmó el alto grado de adhesión popular al proceso de construcción comunitaria. Diferentes acontecimientos posteriores, tales la crisis económica de 2008 o el Brexit han enfriado un fervor que, en estos días, confronta con un incierto y costoso plan de rearme.
Aquella votación convocó a poco más del 46% del censo electoral en Toledo. Hubo, por tanto, más abstención que participación, una circunstancia muy poco habitual en una provincia con una participación media que, salvo en los comicios europeos, ha tendido a superar con holgura el 60% en municipales y autonómicas, y el 70% en generales. Además del reparto entre el sí y el no, dos opciones escogidas, respectivamente, por el 79,76% y el 13,72% de quienes se presentaron ante las urnas, destacó una notable proporción de voto en blanco, una alternativa por la que optaron el 6,52% de los toledanos que emitieron alguna opinión en urna.
El eslogan de la campaña gubernamental para el plebiscito fue «Los primeros con Europa», un lema que pretendía subrayar el hecho de que el pueblo español fuese el primero de los europeos en ser consultado. La consulta, sin embargo, fue respondida de forma adversa en Países Bajos y Francia, un rechazo que envió a esta norma al cajón del olvido. En otros países, fueron los respectivos Parlamentos nacionales los que decidieron sobre la ratificación del proyecto de Carta Magna para la Unión Europea.
En el caso de Toledo, sus resultados parciales guardaron una cierta semejanza con los del conjunto de España, aunque se adivinó un sesgo levemente más europeísta en la provincia. En todo el país, hubo un 76,73% de votos afirmativos y un 17,24% de rechazos. Además, la participación quedó poco por encima del 42%.
En el imaginario colectivo, la Unión Europea se relacionaba entonces con los fondos para el desarrollo regional, la construcción de nuevas infraestructuras o la modernización de las actividades agrarias. Además, su presencia era notable en actividades relacionadas con la sanidad y la educación. Los beneficios de la incorporación de España al club, a partir de 1986, coincidieron con dos décadas posteriores de prosperidad generalizada. Para el referéndum de febrero de 2005, los dos grandes partidos de ámbito nacional, el PSOE, en el Gobierno, y el PP, líder destacado de la oposición, apoyaron el voto favorable. Por su parte, Izquierda Unida apostó por el no ante una propuesta que afeaban por su vocación desregularizadora.
UN APOYO CONSISTENTE. El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) correspondiente a marzo, estudio número 3.502, plantea varias preguntas relacionadas con la Unión Europea. La muestra seleccionada, de 4.018 entrevistas, incluye a 62 toledanos (un tamaño que, por su escaso volumen, debe tomarse con precaución). Una de las cuestiones relacionadas con Bruselas inquiere si «en estos momentos la Unión Europea debería aumentar su propia capacidad de defensa». Otra testea la aquiescencia del ciudadano para «crear un ejército común perteneciente a la Unión Europea».
El 83,9% de los toledanos se muestra favorable a incrementar el potencial defensivo comunitario, aunque la pregunta formulada por el CIS evita la alusión al gasto económico que supondría. Apenas el 14,5% de los vecinos se opone a esta posibilidad. Ambos porcentajes resultan muy parecidos a los que el referéndum de 2005 obtuvo.
Un apoyo algo menor concita la idea de un ejército continental, una posibilidad que concretaría el rearme y deslizaría la existencia de amenazas externas. El 71% de los habitantes de la provincia consideraría beneficioso el disponer de un sistema defensivo propio. En contra se manifiestan un 24,2% de los toledanos. El porcentaje de vecinos que dice no saber o prefiere no contestar alcanza el 4,8%, una proporción que insinúa la dificultad para posicionarse en este asunto.
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha reabierto el debate sobre el rearme de Europa. El último estudio del CIS también pregunta si «en este momento» la Unión Europea dispondría de «capacidad defensiva suficiente ante posibles agresiones de otros países», un planteamiento que esboza un escenario con la alianza entre Bruselas y Washington truncada. Así, el 72,6% de los toledanos piensa que los países europeos no están preparados ante un eventual ataque de otro estados. Apenas el 25,8% de los encuestados en la provincia creen que la estructura comunitaria dispone de la suficiente protección.