Leo en La Tribuna: «El Gobierno regional abordará esta legislatura la reforma del Estatuto de Autonomía». Estoy escribiendo este artículo el 25 de septiembre de 2023, pero bien podría estar haciéndolo en el año 2022, o en el 2019, o en el 2015, o en el 2005… o en cualquier otro 'inicio del curso político' de los últimos 20 años. Creo no equivocarme al afirmar que esto de reformar el estatuto de autonomía es un déjà vu tan recurrente como infructuoso. En las dos décadas que lo llevo sufriendo, a lo máximo que se ha llegado es a una fallida reforma en 2010 (¿se acuerdan de eso de poner fecha de caducidad al Tajo-Segura en 2015?) y a una reforma traicionera en 2014, en la que solo se tocó la 'carta magna' autonómica para recortar a la mitad el número de sus diputados. Para eso, mejor que se hubiera quedado igual.
No se me malinterpreten, soy la primera que piensa que Castilla-La Mancha hace ya tiempo que necesitaría contar con un estatuto de segunda generación -esos que la mayoría de las autonomías aprobaron allá por los primeros años 2000- y también soy la primera en sumarse a la idea de lo bueno que sería 'blindar' estatutariamente los servicios sociales básicos, con el único fin de no caer en la tentación de recortarlos a la primera de cambio. Pero ya son muchos años de oír anuncios y de no ver ningún documento salir adelante como Dios manda. (Insisto: la reforma de Cospedal no la considero nada más allá de una tomadura de pelo).
¿Por qué entonces no termino de creerme eso de que a finales de año podría haber ya un documento base para reformar el Estatuto de Autonomía en las Cortes? Pues sencillamente por pura y dura experiencia. En la legislatura 2015-2019 no salió nada en claro a pesar de ser uno de los puntos incluidos en el acuerdo de investidura entre Podemos y el recién estrenado PSOE de García-Page. Entonces se culpó a los 'morados' de no ser de fiar a la hora de llegar a un pacto de este calado (es lo que tiene votar en contra de los presupuestos de tu socio parlamentario sin previo aviso), y el PP de esos años no quería oír ni hablar de reformas (la sombra de Cospedal todavía era alargada). En la legislatura 2019-2023 la culpa se la puede llevar la pandemia, pero me temo que entonces se perdió el momento más óptimo para alcanzar un consenso, con un Ciudadanos más que favorable a la reforma y un PP al que podríamos calificar de, al menos, 'receptivo' al cambio.
¿En serio alguien espera algo de la actual legislatura? El nivel de enfrentamiento entre el PP y el PSOE está hoy en uno de sus peores momentos (nivel moción de censura contra Rajoy) y Vox, un partido que no cree en las autonomías, es el tercero en discordia en unas Cortes regionales de donde se espera sacar un texto con el máximo acuerdo posible.
Para más inri, cualquier cosa aprobada en Castilla-La Mancha, tendría que pasar el filtro del Congreso de los Diputados. Para ello, primero tendría que haber Gobierno y, si finalmente lo hay, no veo a partidos como ERC o Junts proactivos a la hora de votar a favor de nada que no les beneficie directamente a ellos y, menos aún, si esta reforma está abanderada por García-Page, un no grato para el catalanismo soberanista. Llámenme pesimista, pero creo que el próximo septiembre leeremos un titular similar al de La Tribuna de hoy. Ojalá me equivoque. Se verá.