Tal día como hoy, hace ciento un años, el 11 de noviembre de 1923, día de san Martín de Tours, nacía en Sonseca Martín Martín Martín-Tereso, 'Martín al cubo', como le llamaban, aunque quizá su paso a la posteridad sea con el nombre de «el santo de la bicicleta», tal y como es conocido en Tucumán, ciudad argentina en la que vivió como misionero gran parte de su existencia. Una figura que con el transcurrir del tiempo va siendo cada vez más conocida, no sólo entre sus paisanos sonsecanos sino en nuestra provincia de Toledo y en nuestra comunidad autónoma, pues se trata de uno de los hijos ilustres de esta tierra, por su vida entregada en favor de los demás, por su generosidad y altruismo, en un mundo caracterizado muchas veces por todo lo contrario. Su reciente inclusión en el Diccionario Biográfico de Castilla-La Mancha es una prueba de la relevancia que tiene una existencia en apariencia sencilla, pero cargada de amor hacia todos sin exclusión, marcada por el servicio, especialmente a los más necesitados, a los marginados, a los enfermos y a los ancianos.
Martín, tras sus años de estudio en los seminarios mayor y menor de Toledo, durante los difíciles años treinta y comienzo de los cuarenta, decidió, al final de su formación eclesiástica, formar parte de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, que había fundado, a finales del siglo XIX, el sacerdote tortosino Manuel Domingo y Sol, el beato mosén Sol, para paliar la grave situación educativa de los seminarios españoles de su época. Martín, ordenado presbítero el 11 de junio de 1949, en la capilla del seminario menor de Toledo, comenzó sus labores en los seminarios de Sanlúcar de Barrameda y Segovia, hasta que en 1953 inició su servicio misionero en América, donde, como una vela que se consume iluminando, gastaría su vida a lo largo de seis décadas. Argentina, Uruguay y Brasil fueron testigos de su trabajo, aunque sería la ciudad argentina de Tucumán donde Martín pasaría la mayor parte de su existencia, dedicado al seminario, a la vida parroquial y a la atención de múltiples tareas para las que siempre estaba disponible, fiel a su lema «trabajar para Dios no tiene horarios». Toda la sociedad tucumana, no sólo entre los fieles católicos, reconoció, ya en vida, la labor de Martín, siendo generalizada la opinión de que «el padre Martín es un santo». Su labor de entrega a los más desfavorecidos fue reconocida por el gobierno municipal de Tucumán, con su nombramiento como «mayor notable» en 2006 y tras su fallecimiento se le dedicó una plaza y se le erigió una estatua.
Martín falleció el 25 de junio de 2011, a las 18:00, como consecuencia de un infarto cardiaco. Sus funerales, multitudinarios, fueron una expresión del cariño que entre las gentes de Tucumán se le tenía, a la vez que manifestación de la creencia generalizada en su santidad, expresada claramente por el propio arzobispo, Luis Héctor Villalba, y la petición de que se iniciara su proceso de beatificación. En un viaje que realicé en 2018 a Tucumán, con motivo de un curso en la universidad, pude comprobar el cariño, la devoción que los tucumanos sienten por «el padre Martín». Todo ello llevó a la apertura de dicho proceso de beatificación en el 2022, apenas once años después de su fallecimiento. El pasado 2023, con motivo del centenario de su nacimiento, tanto en Tucumán como en Sonseca se realizaron diversos actos de homenaje. El 25 de enero del presente año, el Ayuntamiento de su pueblo natal aprobó en pleno el dedicar una plaza y erigir un busto en su memoria y en septiembre se presentó su biografía, titulada precisamente El santo de la bicicleta.
Hoy recordamos 101 años del nacimiento de un hombre alegre, entregado, servidor de todos. Un sonsecano que, parafraseando el himno de su pueblo, con el hilo de su amor a los demás hizo el camino de la vida.