Por fin la normalidad también vuelve -siempre con la precaución debida- a las celebraciones religiosas y festivas de nuestra provincia; un ejemplo fantástico de ello lo tenemos en la romería que se celebró precisamente ayer en Tembleque, concretamente en el santuario del Cristo del Valle, un importante foco de religiosidad de nuestra tierra y que congregó a centenares de personas alrededor del también llamado Cristo de la Palma. Vecinos de la propia localidad de Tembleque, aunque también de Turleque, El Romeral, Consuegra, La Guardia, Madridejos y otros tantos de los alrededores, se congregaron junto a la imagen del Cristo para celebrar esta tradicional romería que después de dos ediciones sin celebrarse como se venía haciendo habitualmente, ha podido realizarse con ciertas medidas de seguridad como el uso de mascarilla en el interior de la ermita. Además, y como novedad, este año los actos de ampliaron también al sábado 7, día en el que tuvo lugar un interesante acto cultural, que incluyó una charla sobre la historia del Cristo y de la ermita, pronunciada por quien firmas estas líneas, un concierto realizado por la Asociación Musical Cristo del Valle, que fue dirigida por el maestro don Francisco Cárdenas; el acto se remató con unos fuegos artificiales que tuvieron lugar a las 21:30 horas.
Por lo que respecta a la romería de ayer domingo, se celebró con toda solemnidad y cariño por parte de todos los asistentes que volvieron a demostrar la fe y devoción que toda la comarca siente por el milagroso Santísimo Cristo del Valle. La tradicional misa tuvo lugar a las 12:00 horas en la ermita y una vez finalizada esta, se realizó la procesión con la imagen del Cristo del Valle alrededor del recinto de la ermita. No podemos olvidar que esta importante ermita se levantó a finales del siglo XVII a raíz del milagro ocurrido en un antiguo silo ubicado a dos leguas y media de Tembleque, al cual acudieron dos peregrinos; según la tradición estos peregrinos se llamaban Juan Bautista y Manuel Terrín los cuales una vez alojados en el silo decidieron pintar una imagen de Jesucristo en una pared encalada. La fama que rápidamente adquirió aquella imagen y los centenares de personas de todo el antiguo territorio del Señorío de San Juan comenzaron a llegar al silo, provocaron que el dueño del mismo lo donara al Gran Prior don Fernando Francisco de Escobedo, quien ordenó que se levantar una digna ermita, casa de labor y hospital en aquel mismo lugar. El santuario se concluyó en 1698, siendo levantado con forma de cruz griega, colocándose en su fachada tanto la cruz de ocho puntas -símbolo de la Orden de Malta o de San Juan- como los escudos de los grandes priores que estuvieron involucrados en su construcción: el citado Francisco de Escobedo y su sucesor el príncipe-obispo Carlos de Lorena. Para que nos hagamos una idea de la importancia que este santuario tuvo en el pasado, solamente recordemos algunas de las propiedades que dependían del mismo: un molino y huerta con tres pozos, una casa de baños con cerca palomar y cocina, otro molino llamado Andayna, una casa en la localidad de Turleque (en la calle de los Perros), junto al santuario un cuarto que servía de hospital, además de una quesería para abastecer a los peregrinos y a las personas que vivía en el mismo.
Por lo que respecta a la ermita además de la imagen del Cristo del Valle, en el siglo XVIII aparecen documentados los altares e imágenes de San Antonio, de San Juan y de Nuestra Señora del Carmen, comprendiendo así la profunda devoción que tenían los peregrinos que llegaban a este santuario, que por centenares llegaban a rezar al Santísimo Cristo y a pedirle sus favores y milagros. Podíamos afirmar que esta ermita fue uno de los principales lugares de peregrinación del Señorío de San Juan en La Mancha, gracias a la cantidad de referencias documentales que nos informan de la llegada de personas de toda la península en busca del Cristo del Valle. Nos cuenta Pedro Fernández Fernández-Peinado en su libro sobre la historia del santuario que hasta el siglo XIX, se contaban por decenas las caravanas de carros que desde la localidad de Madridejos atravesaban Turleque en busca del camino hacia el santuario, llegando además a su festividad gentes del resto de poblaciones pertenecientes al señorío, además de otros puntos del país. Uno de los motivos por los que el Cristo del Valle adquirió tanta fama fue por la cantidad de milagros que fue realizando y que quedan registrados en las crónicas del santuario. Las más de veinte personas que en un momento llegaron a residir en el entorno de la ermita, atestiguan que el santuario se convirtió en una pequeña aldea, con sus pastores, panadero, zagales, mayorales e incluso barbero, procedentes la mayoría de Tembleque, Turleque, Consuegra y Madridejos.
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Y como muestra de la devoción a esta imagen ya desde el siglo XVIII, citaremos que entre 1755 y 1774 el santuario ingresó la cantidad de 28.800 reales por más de 7.800 misas que los devotos encargaron al capellán del Cristo del Valle, una cifra más que importante para una ermita que no se encontraba en medio de una población, si no que había que acudir ex profeso a ella para visitarla. No olvidemos que también en el mes de septiembre y concretamente el día 29, la Hermandad del Santísimo Cristo del Valle realiza su festividad anual que desde hace siglos sigue confirmando el amor que los vecinos de todo el contorno tienen a esta milagrosa imagen, símbolo ya de la historia de los pueblos que la rodean y lugar que recomendamos para visitar a todos aquellos que no lo conozcan, un bello paraje ubicado en pleno valle del Algodor.