Tiene mucho valor ir a contracorriente en unos tiempos en los que abundan las películas de superhéroes o los filmes comerciales, que alguien, en este caso el director Antonio Chavarrías, se atreva a hacer La abadesa, un drama histórico, basado en hechos reales, sobre una religiosa que, en el siglo IX, se enfrentó al orden y estructura imperante en una sociedad donde claramente el poder estaba en manos de los varones.
¿Cuándo llega a sus manos la historia de esta singular abadesa, que existió en realidad, y por qué decide llevarla a la gran pantalla?
Más que el momento histórico me interesó el personaje. Leí de casualidad la historia de Emma, que así se llamaba, que a los 17 años la hacen abadesa. Pero ella decide ejercer un poder que para la época era simbólico y eso le crea un montón de conflictos con el entorno de los nobles, con la Iglesia y con su gente próxima, su hermano o las mismas monjas.
Esta joven, al igual que le ocurrió a Santa Teresa, se vio obligada a mostrar su firmeza para controlar el desmadre del convento.
Sí, llevaba un componente dogmático y lo intenta imponer a otras monjas e, incluso, se lo autoimpone. Porque es una religiosa atormentada por sus dudas, por sus necesidades que no sabe de dónde le nacen.
Hay una crítica clara a las estructuras establecidas, a la codicia, al patriarcado de esa época.
El juicio que vemos sucedió realmente porque se atacó a la abadesa por la parte más vulnerable de una mujer. No se esperaba lo que hizo, es decir, por su objetivo de repoblar y cristianizar territorios fronterizos en conflicto con los moriscos se llegó a enfrentar a su hermano, que quería esas tierras, y que estaba convencido de que ella no iba a salir de los muros del convento y se iba a dedicar a rezar.
Realmente es un personaje singular para la época.
Es un personaje muy atípico de la época. En aquel tiempo la mujer se resignaba al papel que era la irrelevancia política, destinada a la vida doméstica y, en el caso de las religiosas, dedicarse a rezar.
Uno de los momentos que más me impresiona es cuando la joven abadesa confiesa que su padre se negó a enseñarle a leer y a escribir, a pesar de que era una noble.
En aquellos años la ignorancia era una virtud para una mujer, estaba bien visto que no tuviese conocimientos, porque creían que las acercaba a la inocencia.
¿Cómo eligió a Daniela Brown, que está magnífica al frente del reparto?
Daniela fue un descubrimiento para mí, porque sobre su personaje reposa y se sostiene la película. Pensé que iba a ser difícil encontrar a la actriz adecuada y no fue así porque conectó enseguida con el personaje, nos entendimos bien. Expresa mucho con pocos elementos.