Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Libres con libros

11/10/2023

Hace unos días se hacían públicos unos informes sobre los hábitos de lectura en nuestro país, y en ellos se constataba cómo apenas uno de cada diez jóvenes españoles es aficionado a la lectura. En algún informe se elevaba esa cantidad hasta dos. Una verdadera catástrofe, que quienes nos dedicamos a la docencia podemos constatar día tras día, incluso en un ámbito que debería ser más propicio a la lectura como es la Universidad. Un drama al que apenas se le presta atención, más allá de declaraciones retóricas, y en el que nos jugamos no sólo el nivel cultural sino también la calidad de nuestra democracia.
Hoy en día, en la escuela, se tiende a retrasar hasta los seis años el comienzo de la lectura. He de decir que yo aprendí a leer a los cuatro y no me siento traumatizado. Creo que comenzar lo más temprano posible a descubrir la maravillosa aventura de leer es una de las mejores cosas que le puede pasar a un ser humano. Desde aquellos lejanos tiempos de mi infancia he 'devorado' libros, cumpliendo el mandato recibido por Agustín en el jardín de Casiciaco, «¡Toma y lee!». Han sido centenares de ellos, de todo tipo, desde novela a poesía, pasando por historia, filosofía, arte…Los libros me han acompañado en los momentos de soledad y dolor, de alegría y gozo, de cansancio y de vigor. Hay lecturas para cada instante de la vida. Algunas, como las olas del mar, vuelven, trayendo a la memoria y al corazón, a la mente y al espíritu, retazos de plenitud, luz nueva o esperanza reafirmada. Me han ayudado, no sé si a ser mejor –ya advertía Séneca que una cosa es saber qué es lo bueno y otra el practicar el bien-, pero sí a ser más libre, interior y exteriormente, a preguntarme los porqués de las cosas, a ser crítico con la información que recibo, a buscar otras respuestas y a no conformarme con lo 'políticamente correcto'.
Por ello, creo que es un drama que nuestros jóvenes no lean. Porque se convierten en carne de cañón, manipulada y manipulable. Porque viven sometidos a la tiranía de unos medios que en España no se caracterizan por su neutralidad, sino por una continua manipulación. Porque se incapacitan para distinguir la verdad en medio de la abrumadora avalancha de información en las redes.
Pero sobre todo, porque se pierden oportunidades maravillosas de ser más, de vivir intensamente, de viajar sin moverse del sitio por lugares y tiempos distintos y distantes; porque amplían conocimiento, porque desarrollan el pensamiento crítico, porque mejoran su capacidad de expresión y de razonamiento. Porque les hace más sensibles, más abiertos a la bondad y a belleza. Porque en medio del tedio, les ofrece un solaz liberador. Porque, a nivel más pragmático, les mejora sus posibilidades de acceso al mundo laboral.
Porque, en definitiva, con los libros, somos más libres.