El barrio de Santa Teresa está como está porque tiene un problema estructural: las inclinaciones ideológicas de sus habitantes. Es un barrio que vota impenitentemente a la derecha. Lo que le permite a esta, cuando ocupa el poder municipal, olvidarse del barrio. Saben que les votarán, pase lo que pase. Aunque sea nada. Esta circunstancia incontestable es conocida por la izquierda. Y como también sabe que en el barrio nunca ganará, haga lo que haga, decide olvidarse del mismo. Ni la derecha ni la izquierda, por razones opuestas, pero semejantes, se inquietan por el barrio. Y su deterioro avanza.
Por el enclave geográfico y por la orografía podría considerarse un barrio de lujo (entiéndase sin significado elitista ni clasista), pero en la ciudad en general parece darse una cierta alergia al lujo. Mejor todos vulgares que distinciones que motiven la envidia de los otros. Así que el barrio de Santa Teresa, pudiendo ser otro es como cualquiera de los demás barrios feos, grises, con impresión de suciedad, en el que el comercio de proximidad languidece y esto lleva el cierre continuado de locales comerciales. Se sobrevive de mala manera, comentan los comerciantes.
El barrio ha ido envejeciendo al mismo tiempo que sus habitantes. Llegaban a un lugar próximo al centro histórico, al lado de la avenida de la Reconquista, una calle diseñada con una cierta intencionalidad de ser vía romana. No afectaba a la perspectiva del centro histórico, que permanecía colgado en su monte como una postal para el recuerdo. Además las viviendas eran obra del régimen para alojar a los vencedores, en primer lugar militares, después, los civiles. Construir en la parte frontal de esos inmuebles era todo un logro y quien obtenía una licencia para construir un bloque anodino de viviendas en el barrio se podía considerar ganador del premio gordo de la lotería del ladrillo.
El barrio se enfrenta a un proceso nuevo que definirá su futuro: la proximidad de la Universidad y el descubrimiento completo, tratamiento y conservación de los restos arqueológicos de la maltratada cultura de los visigodos. Claro, sin olvidar que el problema, enunciado al inicio del texto se mantendrá. No sabemos sí la derecha seguirá olvidándose del barrio, porque sus votos están seguros, pero sí sabemos que las necesidades de inversión y mejora son incuestionables.