¿Qué más incluye esta iniciativa?
Llevamos trabajando desde hace catorce años en un colegio de Móstoles, en Madrid, y sin ser programa Pesca hemos ido adaptando nuestra actitud médica al enfoque cardiovascular. Pero desde mayo de 2018 se ha dado un giro y lo hemos convertido en un programa escolar de salud cardiovascular. La iniciativa es de ámbito nacional, como demuestran los asesores y las universidades y entidades que participan -la Politécnica, la UCLM, y hospitales, entre otros- y trata de abordar el problema de la obesidad y el sobrepeso desde el ámbito escolar, tomando como referencia el colegio. Hemos estado trabajando en tres de ellos, dos situados en la Comunidad de Madrid, y hemos hecho también una experiencia piloto con el Colegio Mayol, en Toledo. Este año estamos esperando a ver si colaboran con nosotros, hemos contactado con la mayoría de los colegios de la ciudad y confiamos que haya bastantes centros que se unan.
La semana pasada también nos reunimos con la Fundación Gasol, que ha realizado el último estudio de obesidad y soprepeso en niños, para buscar las vías para trabajar con ellos.
¿Qué requisitos necesitan los centros escolares para apuntarse al programa Pesca más allá de tener ganas?
Nada. Es voluntario y normalmente cuando surge el interés y nos ven en la página web organizamos una presentación para explicar el funcionamiento y cada uno lo presenta al equipo directivo de cada centro. Hacemos hincapié, sobre todo, en contar con los servicios de comedor en los colegios que lo tienen y el departamento de Educación Física porque son los que realmente nos van a ayudar a cambiar los hábitos de dentro y fuera del colegio.
Con la experiencia del programa y los objetivos desde hace años de iniciativas similares en las que ha participado. ¿Cuáles son los objetivos que se alcanzan?
Según la estadística más reciente, la de la Fundación Gasol, en torno al 35% de los niños de entre 8 y 16 años presentan obesidad y sobrepeso y la que hemos realizado el año pasado en el colegio Balmes, de Móstoles, indica que el problema se sitúa entre el 16 y el 17%, con lo que hay una incidencia importante al trabajar y diagnosticar en los colegios. Muchas veces lo que ocurre es que la familia, los niños y los profesores no saben que ese alumno tiene un problema de sobrepeso o de exceso de grasa corporal y el hecho de diagnosticarlo ya es un paso adelante. Además, podemos contar con una serie de recomendaciones adaptadas a cada caso para que se sepa lo que hacer. Estamos contentos con los resultados.
Al sobrepeso y a la obesidad se llega por varios factores... ¿En qué se está fallando fundamentalmente para alcanzar estos porcentajes?
Es un conglomerado de razones, pero la principal es que hemos perdido la dieta mediterránea como alimentación y nos estamos acercando peligrosamente al modelo americano donde hay mucha comida rápida y procesada. Estamos abandonando las legumbres, el aceite de oliva, los frutos secos y en líneas generales una dieta que hace cuarenta años en España era muy beneficiosa.
También a medida que ha pasado el tiempo los niños y adolescentes son cada vez menos activos y pasan más tiempo frente a las pantallas. No juegan en la calle ni hacen actividad física y van al colegio en transporte. Así que la unión de este factor con el de la dieta hace que el problema cada vez crezca más.
Llama la atención el daño que está haciendo la industria alimentaria con el bombardeo de productos infantiles supuestamente beneficiosos que esconden altas cantidades de azúcar. ¿Hay un problema importante?
Sí, hay un problema en la industria que tiene un mercado y publicita de manera muy global sus artículos y las familias tienden muchas veces a ir a lo fácil, a determinados productos, como los yogures con frutas por ejemplo, que prometen que tienen beneficios cuando está más que demostrado que es más beneficioso tomar los productos por separado, cuántas menos mezclas mejor. Hemos dejado de comer fruta y únicamente hay un 17% de los niños en España que toma la cantidad de fruta adecuada y hay muchos productos procesados que son consumidos como postres o a media mañana como snacks.
¿Sería necesario establecer una regulación más estricta?
Más que una regulación, por supuestísimo necesaria, es necesario educación en salud. Muchas veces ocurre que las familias no tienen tiempo o que la información de los expertos, a pesar de la época que vivimos, no llega a las familias de modo adecuado. Es muy llamativo, sobre todo, en relación con la educación física. Cuando presentamos un proyecto en un colegio y le decimos a los padres que sus hijos de tres y cuatro años tienen que hacer180 minutos de actividad física al día o más te miran como si hablases en chino. Y siempre termino haciendo la misma broma porque cuando un niño sí lo lleva a cabo los padres corren al psicólogo porque piensan que es hiperactivo.
El beneficio del ejercicio físico lo dice la OMS, el Ministerio de Sanidad y todas las guías de recomendación de actividad física, pero se tiende a que el niño esté cada vez más quieto. Así que es muy importante que la información llegue a las familias de la forma adecuada. En la alimentación ocurre lo mismo. Nosotros manejamos la guía de nutrición ‘Nutriplato’, que deriva del plato de Harvard, y trata de incidir en la proporción de los diferentes alimentos en la comida y en la cena. Cuando explicas que la mitad del plato tiene que ser de verdura, un cuarto de proteínas saludables y otro cuarto de hidratos de carbono, ves que la realidad dista mucho. Y si se va explicando poco a poco las familias lo van entendiendo y pueden ir cambiando estos hábitos.
¿Buena parte del problema de la alimentación está en casa, en la propia forma de alimentarse los padres?
Por supuesto. Nos hemos querido meter en los colegios porque son sitios de educación. Nuestros pilares de trabajo son los centros escolares, las familias y los pediatras de Atención Primaria, pero el problema muchas veces no es que tengas que cambiar el hábito en el niño, sino la dinámica dentro de la familia. Está claro que se educa con el ejemplo y el primer nivel de educación es de los padres. No podemos pretender que nuestros hijos coman de una manera saludable cuando nosotros no lo hacemos. También analizamos cómo es de activa la familia y estamos viendo que hay familias muy concienciadas y los niños tienen menos sobrepeso, pero también hay otras familias muy sedentarias o con factores de riesgo cardiovascular y los niños tienen más problemas de sobrepeso y de obesidad.
Llama la atención todavía que haya centros escolares que mantengan máquinas de refrescos y snacks cuando estos productos no son saludables.
Es una guerra que tiene muchísimas batallas. Trabajo en dos hospitales y nada más entrar hay máquinas que expenden de todo cuando lo que deberían vender es agua, fruta y café. De todas formas, la máquina puede estar ahí pero si los padres y el niño tienen suficiente información de lo que se debe o no hacer y con que frecuencia puede ser razonable comprarse un chocolate o una bolsita, el consumo de las máquinas sería poco rentable y terminarían retirándolas.
Hay frases muy repetidas sobre alimentación infantil. A menudo se escucha eso de que hay que dejar al niño comer más o merendar dos veces que no pasa nada porque lo gastan.
En la consulta también me pasa y cada vez más compañeros están entendiendo lo que hay que hacer. Cuando los niños entran con una bolsita les pregunto a los padres si a ellos se les ocurriría entrar en la consulta de un médico con un cigarro en la boca. Normalmente se ríen y me dicen que soy exagerado, pero si supieran realmente lo que están comiendo a sus hijos... Poco a poco hay que cambiar estas conductas. Ylo mismo pasa con los abuelos, que suelen creer que un niño gordito es un niño saludable. Aun así, tendrá que pasar mucho tiempo para que todo esto cambie, pero si no hacemos nada no cambiará nunca. Por tanto, programas de nutrición como el nuestro, que se abordan desde todos los ámbitos, logran resultados.
Se está incrementando la obesidad infantil, pero también la diabetes infantil.
Está relacionado. Más del 80% de los niños obesos actualmente serán adultos obesos. Estamos viendo diabetes tipo 2, relacionada con la obesidad en pacientes de 25 años. Es una auténtica barbaridad porque esta enfermedad tardaba mucho tiempo en desarrollarse. En Estados Unidos, por ejemplo, casi un 15% de los adolescentes tienen una obesidad de tipo 2, que podría ser curada únicamente con cirugía, una barbaridad. Así que como sigamos copiando este tipo de hábitos de sedentarismo y alimentación llegará un momento que en Europa y en España ocurrirá lo mismo.
Los comedores infantiles de los colegios también están en el punto de mira por la calidad de los alimentos y la confección de los menús. Incluso algún programa de televisión ha destapado las deficiencias de algunos de ellos. ¿Hay que supervisar más los menús de los colegios? ¿Son suficientemente equilibrados desde el punto de vista nutricional?
Es muy difícil dar una respuesta global y hay que ir caso por caso. Ha habido una mejora significativa en los últimos diez y quince años de lo que se come en los comedores escolares, pero esa regulación y ese control son claramente insuficientes.
En cambio, nosotros proponemos pequeños cambios en los dos colegios donde trabajamos y los han aceptado. Analizando los datos, más del 70% de los alumnos de 3 a 16 años comen en el comedor escolar y más del 80% de los escolares comen insuficiente fruta. Por tanto, se han retirado todos los postres excepto la fruta. A veces es difícil de entender, pero es un cambio muy pequeño y provocará que la puntuación de la salud cardiovascular mejore. Pero hay que tener en cuenta que en ninguna guía de salud se incluyen postres industriales ni yogures de fresa con azúcar, pero sí que los niños tienen que comer tres piezas de fruta al día.
Por otro lado, cambiar los menús es algo inviable porque los cambios tienen que producirse poco a poco. En la actividad física hay que hacerlo igual. Si se detecta que un niño tiene sobrepeso se le puede decir al profesor de Educación Física que ese niño no se vaya a la biblioteca en los dos periodos de recreo que tiene para que juegue en el patio. Nosotros somos un grupo de asesores y de esta manera van ganando buenos hábitos los colegios.
¿Los menús infantiles deben huir también de rebozados y harinados? Suele ser muy habitual verlos con frecuencia.
Claro. Pero también tiene que ver con la educación. Si en casa se comen croquetas, filetes rebozados y todo así le estás indicando al niño que ese es el sabor que tiene que tener la comida. Pero si se cocina al vapor, al horno, hervido y a la plancha, que no siempre es viable en los comedores escolares, le estás enseñando al niño que esos son los sabores de la verdura, la carne y otros alimentos. Si al niño antes de los tres años no le has dado exceso de fritos no los va a demandar y así con todo.
Como experto, ¿el abuso de los alimentos procesados y ultraprocesados puede estar relacionado con un aumento de las intolerancias alimentarias?
Es un tema muy amplio, pero la evidencia científica dice que cada vez hay más niños con intolerancias y alergias y tiene relación con muchos factores, por el cambio climático, la exposición a contaminantes atmosféricos, los alimentos procesado, el manejo de los cultivos... En definitiva, guarda relación con todos los hábitos que han ido cambiando a lo largo de los años. Está claro que ahora los niños se sensibilizan más pronto y a más antígenos que los de antes.
¿Los niños toledanos y castellanomanchegos tienen muchos problemas de sobrepeso?
Se mantienen en los mismos niveles de la media española, un 35% con obesidad o sobrepeso, o quizá un poco más. En la antigua referencia, el estudio Aladino de 2015, superaba el 40% los niños pasados de peso.
Ha saltado recientemente una alarma con el consumo del emperador y de otros peces de importante tamaño y se recomienda que los niños menores de diez años no lo consuman.
Hay una recomendación por el Ministerio de Sanidad y Consumo para que a los niños pequeños no se les ofrezca este tipo de pescado por el acúmulo de materiales pesados como el mercurio. Ya era un debate en la sociedad, pero ya es una orden.
¿Habría que retirar el emperador de los menús infantiles de los colegios tras la recomendación de Sanidad?
Sí, sí, claro.
¿Ayudan a mejorar los hábitos alimenticios esas nuevas apps, como Yuka, ElCoco o MyRealFood, que se han puesto tan de moda? ¿Hay que tener cuidado y no dejarse llevar por esta moda?
Me parece que son otras fuentes, por ejemplo, las recomendaciones del Ministerio de Sanidad, las proporciones del ‘Nutriplato’ y su guía de alimentación, o el plato de Harvard, etc, las que deben atenderse. Quizá las instituciones de las que emanan sí deban adaptarse a los nuevos lenguajes en app de los niños y adolescentes para que el mensaje llegue en un formato adecuado a la población diana. Por tanto, creo que son otras las fuentes que deban ser tomadas como guía de alimentación saludable en la edad pediátrica. En el caso de la alimentación y nutrición infantil o pediátrica las recomendaciones son claras: evitar los productos procesados, como norma general, No hace falta escanear un envase, hay que evitar alimentos que vengan envasados y/o industrializados en la medida de lo posible.