Álvaro Rico no recuerda cuándo empezó a ser actor. Su madre le apuntaba a las comparsas de Carnaval, bailaba jotas en su pueblo, La Puebla de Montalbán, su tío es profesor de guitarra y él aprendió... No recuerda el punto de partida. «El arte siempre ha formado parte de mí. Desde que abrí los ojos me encontré en un escenario», cuenta mientras atiende a La Tribuna dando un paseo por las inmediaciones de la plaza de Zocodover. Va a pasar el día en la ciudad para los ensayos de la gala final del festival del Cine y la Palabra, Cibra, al que siempre ha estado vinculado. La cita cerrará su décima edición este domingo en el Palacio de Congresos con la presencia de actores de la talla de Luis Tosar.
Álvaro será, por tercer año y puede que por último, comenta con cierta tristeza, el maestro de ceremonias de la gala, dirigida por La Recua Teatro, también de La Puebla. En su estreno en el puesto, el actor Roberto del Álamo reconoció que se lo había pasado mejor que «en 30 ediciones de los Premios Goya». Y es que el joven, que ahora tiene 22 años, conectó con el público al que hizo divertirse y disfrutar durante más de dos horas. Ahora lo recuerda con el nerviosismo de saber que en su tercera vez como presentador contará con espectadores de excepción, además de sus padres, sus compañeros en la serie ‘Élite’, uno de los grandes éxitos recientes de Netflix, quienes recibirán el premio ‘Orden de Toledo’, al talento juvenil en el festival.
Álvaro ha pasado del éxito en las cuevas de La Puebla, donde ha participado desde crío en el festival Celestina, al éxito audiovisual con ‘Elite’. Recuerda que antes se marchó a Madrid a estudiar en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (Resad). No terminó la formación al fichar primero por 'Centro Médico', luego por 'Velvet' y finalmente por ‘Élite’, el bombazo de la temporada, donde ha interpretado a Polo, protagonista de una historia de amor y sexo a tres bandas con Carla y Christian, que empieza a plantearse la bisexualidad.
No solo eso, Polo es también el asesino de Marina, el gran crimen que mueve la trama principal de la serie. «No lo supimos casi hasta que íbamos a rodar el capítulo 8 aunque los actores hacíamos porras y había algunas pistas de que podía ser mi personaje. Yo quería serlo, como actor era un bomboncito, aunque algunos piensan que luego te marca para la segunda temporada, a mí me apetecía mucho hacerlo», cuenta.
Y eso que Álvaro no hizo el casting para interpretar a su personaje sino a Guzmán. «Recibí la separata -el extracto del guion- y cuando estaba haciendo la prueba me dijeron que iba a ser Polo. No había leído nada sobre él pero ahora no me imagino haciendo otro», explica.
El actor considera que dos de las claves del éxito de la serie son la diversidad mostrada en escena con familias formadas por dos madres de una familia rica y elitista, como la de Polo, y la naturalidad con la que se habla de homosexualidad, con una pareja de personajes masculinos convertidos en icono, o la normalización del VIH. «Por primera vez, sin desmerecer otras series, se abordan con seriedad los problemas de los jóvenes. Creo que por eso los jóvenes empatizan tanto porque estamos contando la realidad de la calle sin que nadie se escandalice», subraya.
Para cerrar, el actor manifiesta sus nervios por el premio que recogerá, junto a sus compañeros, mientras presenta la gala final del Cibra, un festival que considera imprescindible en el panorama nacional y único, dado que conjuga el cine y la literatura. Por eso pide más apoyo institucional y más compromiso, siempre, con el arte. Larga vida al Cibra.