«Ayúndennos a acabar con este atropello, ayúdennos a acabar con esta injusticia». Esta petición de auxilio fue lanzada ayer por parte de representantes de cinco municipios de diferentes niveles de la cuenca del Tajo a los diez europarlamentarios que se desplazaron ayer hasta Talavera para conocer de primera mano el estado del Tajo atendiendo a la petición realizada en Bruselas por la Plataforma en Defensa del Tajo y del Alberche de Talavera y por IU Castilla-La Mancha.
El grito de auxilio fue unánime por parte de los representantes de la Plataforma en Defensa del Tajo y el Alberche de Talavera y Toledo, de la Asociación de Municipios Ribereños de Entrepeñas y Buendía, de la Asamblea de Aranjuez, y de la Asociación de Amigos de Carpio de Tajo, quienes lanzaron esta llamada de socorro a los eurodiputados durante la exposición que tuvo lugar en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) de Talavera.
Miguel Méndez, coportavoz de la Plataforma en Defensa de los ríos Tajo y Alberche de Talavera, demandó la ayuda de los parlamentarios europeos para «acabar con este atropello» y «acabar con esta injusticia», tras exponer, apoyado en imágenes y gráficos, cómo era y cómo es el Tajo a su paso por la ciudad. Recordó que Talavera fue fundada por los romanos hace 2.000 años junto al Tajo y que por ello siempre ha formado parte de su alma;rememoró también los dos kilómetros de playas con las que contaba la ciudad, en las que «los vecinos disfrutaban de ese legado natural» que recibieron, hasta que «un día, toda esa vida se acabó» con el inicio de los trasvases. Con ellos, dijo, empezaron a llegar a la ciudad tan sólo las aguas residuales de Madrid y «aquel río se convirtió en apenas un arroyo putrefacto». Méndez sumó que, además del Tajo, a Talavera le «quitaron el Alberche para llevarlo a Madrid», y la ciudad se quedó con un río «vacío» por «una gran mentira» basada en unos datos que sostenían que, como en los años 70 la cabecera tenía de media 1.300 hectómetros cúbicos, se podían trasvasar 600, si bien ahora el río no dispone de esa cantidad.
Desde la Plataforma en Defensa del Tajo de Toledo, Alejandro Cano recordó de igual manera la vinculación de la ciudad con su río, que ha sido de pescadores, bañistas, poetas, ceramistas, alfareros, artesanos, entre otros muchos oficios que citó como importancia para el desarrollo de la actividad económica local.
Cano puso el acento en que, sin el Tajo, Toledo «no hubiera sido Ciudad Patrimonio de la Humanidad», y quiso denunciar el «atentado ecológico» que se está perpetrando contra un río en el que los niños de su generación fueron los últimos que gozaron de sus aguas para el baño, según destacó. Sobre este punto, el portavoz de la Plataforma del Tajo de Toledo recordó que en 1972 se firmó la prohibición del baño en el río Tajo a su paso por la ciudad de Toledo. A la contaminación sumó las consecuencias del trasvase, que dejó al Tajo en «un río muerto, de encefalograma plano».
El portavoz de la Plataforma de Toledo denunció ante los diputados de la Comisión Europea que el río presenta bajo sus aguas «espumas y peces muertos» y que si bien hace 50 años era un elemento configurador del paisaje de Toledo, «hoy es una cloaca a cielo abierto».
Cano insistió en que el Tajo «no puede ser excedentario» y que «por coherencia, no puede seguir siendo un río expoliado». «Ayúdennos a salvar el Tajo», pidió a los parlamentarios europeos.
En representación de la Asociación de Municipios Ribereños de Entrepeñas y Buendía intervino el alcalde de Sacedón, Francisco Pérez Torrecilla, quien recordó cómo sus habitantes, a raíz de la creación de los embalses, fueron obligados a transformar sus economías locales basadas entre otras actividades en la agricultura a otras vinculadas al turismo.
Sin embargo, también quiso subrayar cómo tras la aprobación del trasvase en 1979, la situación se volvió «insostenible» porque «no se tienen en cuenta las necesidades de las poblaciones ribereñas» y esas economías locales que tuvieron que transformarse para orientarse al turismo «se han hundido». El alcalde de Sacedón apuntó al descenso experimentado tanto en la población de estos municipios como al de la actividad económica, ya que las posibles empresas que podrían implantarse no lo hacen porque no hay nivel de agua en el embalse.
Denunció además que hay varios municipios ribereños que no tienen garantizada el agua para el abastecimiento y están obligados a recurrir a camiones cisterna, y abogó porque haya «aguas vivas para un Tajo vivo», mientras un grupo de asistentes al acto se levantó en el patio de butacas alzando pancartas en las que reivindicaban el final del trasvase Tajo-Segura.
En nombre de la Asamblea de Aranjuez Ahora, Antonio Carrascosa denunció que se aprobó el trasvase sin contar con un estudio científico que avalase que el río no llegara a secarse a su paso por esta ciudad. En ella, dijo que los 40 metros cúbicos por segundo de caudal han quedado reducidos a un caudal mínimo legal de 6 metros cúbicos por segundo.
Según denunció Carrascosa, el Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad «languidece por estrés hídrico» y que la «progresiva agonía del Tajo» significa la desaparición de la identidad y el futuro de Aranjuez. «Somos hijos del río», recalcó Carrascosa, quien fue interrumpido en este momento por los aplausos del público, para después continuar asegurando que el futuro del río «es nuestro futuro» y de ahí esa lucha por el fin del trasvase. Además, destacó que el Tajo nunca tendrá agua suficiente para saciar la sed del este español.
Carrascosa quiso denunciar el «engaño» de los responsables de la gestión del agua del Tajo en España hacia esta zona y depositó sus esperanzas en los eurodiputados para acabar con este problema. «Ustedes son nuestra última esperanza para seguir creyendo que Europa vela por nuestros ríos, por favor, no nos defrauden», dijo.
Roberto Colino, médico de El Carpio de Tajo, fue el representante de la Asociación de Amigos de dicho municipio, protagonizó la exposición más sentimental. El doctor recordó cómo se organizaba la vida en Carpio en el pasado, cuando las casas se situaban a una orilla del Tajo y los huertos al otro lado del río, lo que obligaba a cruzar con una barca, algo que desapareció. Sin embargo, dijo que los vecinos, por iniciativa propia, han recuperado la casa y la barca para intentar seguir disfrutando del río, de esa cultura popular, «pero el río no podemos recuperarlo, necesitamos su ayuda», dijo a los parlamentarios europeos.