Dos años de documentación y estudio han sido necesarios para dar con la fecha y la historia de los hallazgos patrimoniales recuperados en la iglesia de San Andrés. Las especialistas en patrimonio y restauración Isabel Ballesteros, Alba Ramos y Elsa Ramos, han sido las responsables de guiar al párroco, Vicente Cerrillo, en la historia que comenzó con la mejora de las cubiertas del templo en el año 2010, y que ha finalizado dando luz a tesoros de la cerámica del siglo XVI y a unas pinturas murales del año 1715.El origen de los frontales de altar cerámicos que imitan brocados eclesiásticos es incierto. Ballesteros, responsable de la restauración de parte de la azulejería de San Andrés, señalaba que aunque la tradición alfarera de Talavera es de gran peso, no hay datos suficientes que aseguren que los azulejos recuperados sean de algún alfar local, por lo que no descarta que su procedencia sea Andalucía, en concreto, Sevilla.Así, Ballesteros apunta a un auto capitular eclesiástico de 1509 que se encuentra en la catedral de la capital andaluza, donde se dice «se fagan frontales de azulejos de manera que parezcan frontales, porque las fiestas pongan los frontales buenos que tienen», contextualizando que el motivo de tal ordenanza pudo ser la mayor facilidad que ofrece la cerámica para la limpieza y la conservación, que un material textil, mientras que en Talavera, explicó la restauradora, se realizan frontales de altar en azulejo plano desde el último cuarto del siglo XVI y principios del XVII.Ballesteros ha encontrado información fehaciente de los frontales de altar de San Andrés en dos libros. Existen documentos gráficos de los años 60 -fotografías de celebraciones religiosas, como bodas- de cuatro de los altares que tuvo la parroquia: dos en los laterales del presbiterio de finales del siglo XVI, y otros dos en los colaterales de la nave mayor, de principios del siglo XVII.Además, los dos frontales del presbiterio quedaron recogidos y publicados en diferentes estudios. Estos azulejos aparecen en el libro publicado en Nueva York en 1969 ‘Tile Panels of Spain, 1500- 1656’, de Alice Wilson Frothingham perteneciente a la Hispanic Society, que fue la encargada de realizar para dicha sociedad, quizás, el mejor y más exhaustivo estudio de la época.Asimismo, la autora ha dado con una fotografía y comentarios de los altares de San Andrés en la publicación ‘Dodoro Vaca y Juan Ruiz de Luna. Historia de la cerámica de Talavera de la Reina y algunos datos sobre la de Puente del Arzobispo’, publicado en Madrid en 1953.A pesar de haber sido catalogados y estudiados por los más eruditos ceramólogos y tras casi 400 años de permanencia en el templo, la técnico en restauración lamentaba que hacia el año 1965 los del presbiterio fueron desmantelados y recolocados sin el criterio adecuado en dos zonas de la iglesia: bajo el retablo mayor y en una nueva mesa de altar exenta.En ese mismo lugar se encontró Ballesteros los azulejos, a los que sumando restos hallados en una caja en el hueco de la escalera del coro, y a otros recortes en el museo parroquial, ha podido recuperar para el patrimonio de la ciudad un interesante frontal de cerámica con imitación a textil del siglo XVI.pinturas murales. Alba y Elsa Ramos han trabajado en las pinturas murales que aparecieron una mañana de 2011, cuando los pintores se disponían a pintar las paredes del templo. «Nos llamó Vicente, vinimos corriendo, y nos encontramos con estas interesantes pinturas», comentaba Alba Ramos, que se ha encargado de fechar y estudiar el por qué de las pinturas, mientras que Elsa ha sido la encargada de consolidar y restaurar la decoración pictórica con la que se cubrieron las paredes de San Andrés, imitando tejidos de la época, en 1715, como queda recogido en el libro de fábrica del templo que se conserva en el archivo de Santa María la Mayor-La Colegial.Las pinturas descubiertas ocupan íntegramente el cuerpo de la iglesia, incluyendo la zona del bajo coro y parte de la capilla mayor.Se trata de una pinturas del barroco tardío que simulan paños de damasco y brocados atados entre sí por cordones con lazos. La decoración, explicó Alba Ramos, se logra a base de motivos de repetición vegetales que alternan el marrón y el rojizo, con una base ocre.