Cultura toledana en evolución

Susana Jiménez/Toledo
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Luis Pablo Gómez Vidales ha sido técnico de Cultura del Ayuntamiento durante los últimos 24 años, tiempo en el que lo cultural en la ciudad de Toledo ha dado un giro de 180 grados

Luis Pablo Gómez Vidales. - Foto: Agustín Puig

Cuando comenzó en esta profesión, ni siquiera ésta existía. Veinticuatro años han pasado desde su llegada al Ayuntamiento de Toledo, durante los cuales en su labor también ha estado la creación de la plaza que después ocuparía, la de técnico de Cultura. Hace unas semanas la jubilación tocaba a la puerta del despacho de Luis Pablo Gómez Vidales, pero antes hacía un recorrido por lo vivido y los proyectos futuros.
En estos 24 años mucho han cambiado las cosas en el ámbito cultural, «un poco a caballo de como ha cambiado la propia sociedad en general y la sociedad toledana en particular», explica Gómez Vidales.
«Cuando yo  empecé en el  año 89 la palabra cultura se veía siempre en letras negritas, con mucha fuerza, como algo muy novedoso, exclusivo, muy de primera necesidad», y sin embargo ahora «la palabra cultura se ve un poquito más difuminada, como una cosa más asequible, más normal, más cotidiana, más de todos los días,  algo natural», apunta. 
Un cambio sustancial que está convencido ha sido «para mejor». Para explicarlo compara la situación con lo que sucedía en el año 89 con el jamón de jabugo pata negra 5 jotas, «había algunas personas que lo conocían, algunas que lo podían comer, y el resto tenían que hablar de oído». Sin embargo «qué pasa hoy con ese jamón, que lo conoce  muchísima más gente, lo puede comprar muchísima más gente, y es asequible». 
«La cultura  hoy es, no solamente muy asequible, sino que es algo muy generalizado. La cultura hoy afortunadamente, está en casi todas partes, donde no hay hoy un recital de poesía, hay una presentación de un libro, un concierto, una película, una obra de teatro, música en a calle... Eso en el año 89 era una excepción». 
En Toledo, recuerda, «cada vez que hacías una exposición en la Posada de la Hermandad era un acontecimiento, como cuando hacías la presentación de un libro, o un concierto...». 
A lo largo de este camino, además de influir en actividades culturales que ya estaban en marcha, como el Cine Club, han ido surgiendo nuevas iniciativas, como el Festival de Jazz que este año ha vivido su decimosexta edición, el cual -recuerda Gómez Vidales con cariño - «empezamos en las escaleras del Rojas».
Dentro de su gestión «también  se hicieron festivales de órgano, en colaboración con la Fundación Pedalier de Santo Tomé; se ha hecho música, antigua y de las tres culturas; se han hecho distintas cosas que ya, afortunadamente, son normales».
Y aunque son muchas las cosas que se han hecho, llegando a conseguir organizar  no menos de 350 actos al año, situando a Toledo en una media de actividades culturales de las más altas de España, también reconoce que hay otras cosas que se han quedado por el camino.
Entre ellas algunas que «te producen una cierta nostalgia y un poco de dolor», explica Luis Pablo. Como los certámenes de artes plásticas y en especial la Bienal del Tajo, que «murió, desapareció». «No ha sido cambiada por otros grandes certámenes de artes plásticas», recuerda, y aunque «ha habido algunas instituciones que han hecho concursos como fue CCM que hizo un premio importante de pintura y escultura, pero a nivel institucional, la Bienal del Tajo no ha tenido un seguimiento o un progreso. Yo lo echo de menos y considero que es algo que se ha quedado en el camino».
Echa de menos esa «pérdida» que se ha producido en el mundo de las artes plásticas, «pero como es algo que no sólo ha ocurrido en Toledo, sino que está ocurriendo en toda la sociedad española, no es que me consuele, pero por lo menos me queda la sensación de que no es un problema nuestro». « Las galerías de arte no tienen público, no venden, casi no tienen razón de ser; las exposiciones tienen poco público, solamente acude la gente a las exposiciones que son divulgadas por los medios de comunicación de primer orden, grandes audiencias», lamenta, y asegura que «esta es la parte de la cultura que más me duele»
Pero también destaca la parte positiva de esta evolución recordando que «mientras que en el año 89 el público que iba al Cine  Club podía estar en 60 personas, ahora pasamos de 200;  los aficionados al jazz estaban entre 40 y 50 en sala cerrada, y ahora pasamos de los 400 y en salas abiertas pasamos de los 1.000. La afición que había por la música clásica podía estar en ciento y pico personas, y ahora estamos por 400 o 500». Esto muestra que el resto de las actividades culturales, que no las artes plásticas, «han tenido un desarrollo importante en España, en el que Toledo no se ha quedado atrás».
Entre los proyectos que nunca se llegaron a realizar, confiesa que le hubiera gustado que Toledo «hubiera tenido un centro de interpretación o un instituto de arte contemporáneo». «No digo un museo, el concepto de arte contemporáneo está ya quizás obsoleto; pero un centro de interpretación o un instituto de arte contemporáneo sí que me duele que no lo tengamos en Toledo, porque somos quizás la única capital de autonomía que no lo tenga», apostilla. «Castilla-La Mancha ha tenido referentes artísticos de primer orden y Toledo los ha tenido». 
Al llegar la jubilación Luis Pablo Gómez Vidales deja su plaza de  funcionario, pero como esto no significa que se vaya a desligar del mundo de la Cultura. 
«No me puedo desligar del mundo de la cultura por varias razones, la primera porque estoy inmerso en ello». Recuerda así como fue socio fundador del Círculo de Arte, una asociación cultural «viva y presente en la ciudad». En este marco ha comenzado a realizar algunas cosas «de más responsabilidad», como son las tertulias que se celebran cada primer miércoles de mes. «Tomaré decisiones para tratar de hacer otras iniciativas culturales dentro de la asociación», asegura.
«A parte de eso están las iniciativas como artista plástico a nivel personal. Me gusta mucho el mundo de los colegios y la docencia, y ya este año he hecho una experiencia con el Jaime de Foxá y Reciclarte, que estoy dispuesto repetir con un proyecto escultórico».
Además trabaja en un proyecto que ha titulado ‘Arcángel’, del cual ya tiene la maqueta. «Es para una pieza grande, de unos 7 metros, que estudiaré la manera de poder ofertarla por algún cauce para que se lleve a cabo».
También tiene en marcha un proyecto de exposición para la primavera de 2014, «con mi amigo el pintor Jule», explica. «La pensamos hace dos años, cuando todavía no se hablaba casi del Greco 2014, y nosotros la titulamos ‘El Greco en 20 asaltos’. Es una confrontación de diez  ideas suyas y diez ideas mías». 
 Y aparte de eso estoy dispuesto a hacer cualquier otra cosa.
Pero sin duda a lo que va a poder dedicar buena parte de su tiempo, ahora algo más libre, es a su nieta, «un trabajo que requiere tiempo». «La gente no sabe lo que es ser abuelo;  ser abuelo significa dedicar tiempo, y si es una niña, ya no te quiero contar».