En estos días de confinamiento, leer libros como el de Enrique Sáez Ponte (Coruña, 1946), La libertad en el siglo XXI (Marcial Pons, colección Ensayos) ayuda a imaginar cómo podrá ser el futuro condicionado por la pandemia.
Enrique Sáez Ponte es un economista formado en Gran Bretaña y Estados Unidos, y que durante muchos años tuvo las máximas responsabilidades como ejecutivo en el Banco Pastor, un banco antiquísimo que surgió del comercio y la emigración de Coruña con América. Actualmente Sáez Ponte se dedica a empresas y entidades sin ánimo de lucro.
Conocí a Enrique Sáez Ponte durante la presentación de su libro en la librería Marcial Pons Historia. Esa librería y la editorial de su mismo nombre siguen batallando por mantener la cultura escrita -es decir, la cultura crítica que no es solo divertimento-, y una prueba de ello fue que publicó ese libro de Sáez Ponte cuando había antes una edición en idioma gallego.
Tanto él como su libro nos transmiten la energía de unas bien templadas convicciones liberales, y el liberalismo de Sáez Ponte nada tiene que ver con el averiado neoliberalismo capitalista, sino que hunde sus premisas intelectuales y morales en la tradición «liberal» norteamericana, es decir, una corriente política que priorizó siempre la libertad, pero que subordinó la actividad económica a los imperativos de la equidad social.
El liberalismo español posee parecidas raíces, fue básicamente una propuesta a favor de un Estado fuerte, repudiando la superstición religiosa y la injusticia social.
Los liberales norteamericanos, desde la crisis económica de 1929, tienen una doble inspiración:la política, del presidente F.D.Roosevelt y de otros demócratas posteriores(Truman, Kennedy,Johnson,etc., hasta Obama); y la intelectual: en la bibliografía del libro consta un listado de las obras más importantes de esa tradición, aunque él cita en el texto muchos otros autores.
Aunque no sea más que por conocer esa lista de autores, leer el libro de Sáez Ponte merece el esfuerzo. Sus aportaciones al pensamiento contemporáneo, convierten a esos autores citados en ejemplos y argumentos de sus tesis: «El presente libro -confiesa el autor- promueve la defensa de las libertades democráticas, que son difíciles de mantener sin una clase media fuerte. Da escalofríos pensar en una sociedad rota entre una minoría muy rica y una enorme masa de personas con pocos ingresos. No sería posible defender en ella la estabilidad social, la redistribución, el voto libre y el Estado de Derecho. Esa sociedad muy dividida tendería a estallar de forma incontrolada y hay indicios de que podemos estar caminando hacia algo similar a ese peligroso escenario».
Plantea Sáez Ponte la nueva situación demográfica. En 1750, al inicio de la Ilustración y de la revolución industrial y técnica, había en el mundo 750 millones de seres humanos. Ahora, somos 7.500 millones de habitantes, y quizás se estabilice la población mundial cuando se alcancen los 10.000 millones de individuos humanos. Si antes existía el temor de la desaparición de la raza humana ante las fuerzas de la naturaleza(la pandemia ya no destruye a la humanidad) , ahora el miedo está en que los humanos pueden acabar con la tierra. Ese cambio trascendental, entre otras muchas consecuencias, está produciendo una gigantesca alteración en la condición de las mujeres; la mujer ha dejado de ser una mera reproductora del género humano, y ese hecho desbarata las ideologías que hicieron de la mujer un ser protegido, obediente y tutelado.
Sin embargo, Sáez Ponte encuentra en los clásicos argumentos para su libro: Montesquieu, Locke, Voltaire, Max Weber, Marx, Einstein, Keynes, Popper, John K. Galbraith, Paul Samuelson, Amartya Sen, George Steiner, Zygmunt Bauman, Carlos Castilla del Pino, Svetlana Aleksiévich, entre otros, nos permiten comprender e ilustrar sus tesis.
El libro sostiene que la libertad no es posible sin equidad, una igualdad que se puede conseguir con el capitalismo. El autor no se refiere a otro gran liberal norteamericano, John Rawls, pero su teoría sobre la equidad encaja en su texto. La desigualdad es la gran amenaza para las democracias representativas. El actual capitalismo financiero, dedicado en exclusiva a comerciar con dinero, produce bajos crecimientos económicos, y cuando eso sucede, según ha demostrado Thomas Piketty, la desigualdad crece dentro de las sociedades democráticas. Sáez Ponte aporta cifras, por ejemplo, hoy el 0,1 por ciento de los más ricos americanos tiene un patrimonio total igual al del 90 por ciento de los menos ricos.
Su reflexión sobre la incapacidad del Estado nación para corregir desigualdades recorre el libro. Citando a un brillantísimo autor turco-norteamericano, Dani Rodrik, Sáez Ponte explica que no es posible la compatibilidad entre democracia, soberanía nacional y globalización. Son posibles dos factores, y habrá que ver cuál de tres sobra. Ese es el gran dilema de la Unión Europea.