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«De haber sido escritas hace cuatrocientos años, las Efemérides toledanas de Gabriel Mora del Pozo serían lo más parecido a las ‘relaciones de sucesos’ editadas en época de Felipe IV y de Carlos II: un compendio de hechos recogidos de forma sintética, en estilo breve, sencillo y comprensible. Se trataba de las gacetillas de aquel momento». Con estas palabras del historiador Hilario Rodríguez de Gracia fue presentado ayer, en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, el quinto volumen de Efemérides toledanas (Diputación, 2016), una valiosa obra de consulta que inició hace años el archivero Clemente Palencia y que luego ha continuado periódicamente Gabriel Mora del Pozo.
El nuevo tomo recoge trescientos sesenta y cinco hechos relativos a la provincia de Toledo y a sus gentes, día a día, desde el siglo VI hasta nuestros días. Su portada muestra, como los anteriores volúmenes de la serie, la conocida alegoría Toledo, símbolo, obra del pintor Guerrero Malagón.
En tiempos en los que es posible acceder a completas bases de datos con un simple clic desde un ordenador, la meticulosa y paciente labor de esta generación de historiadores y de quienes los precedieron -como el propio Clemente Palencia, fallecido en 1989- es referente y ejemplo para las nuevas generaciones. No en vano, varios historiadores de diferentes edades asistieron a la presentación del nuevo volumen, desde AlfredoRodríguez e Isidoro Castañeda, técnicos del Archivo Capitular de la Catedral, hasta Julio Porres de Mateo (responsable del Servicio de Publicaciones de la Diputación) y Juan Nicolau Castro, que fue compañero del autor -con Hilario Rodríguez de Gracia- en el instituto El Greco.
Mora del Pozo, que fue presentado por su compañero como «toledanista de sobresaliente prosapia humanista», destacó ante los asistentes congregados en la Biblioteca de Castilla-La Mancha la importancia de los viejos almanaques. El historiador se remontó a los sabios de la Antigüedad, como Ptolomeo, para explicar el afán que mueve a quienes se hacen eco pacientemente de los acontecimientos. Explicó que existen diferentes compilaciones de efemérides, aunque normalmente agrupadas por etapas históricas o centradas en demarcaciones más amplias, proyectadas más allá de los márgenes de una provincia. También reconoció estar trabajando ya en un sexto tomo de la serie.
Otro de los asistentes al acto, el investigador José María San Román Cutanda, destacó el valor didáctico del nuevo libro y calificó a Gabriel Mora del Pozo como «un profesor de los que ya no quedan».
Sirva como homenaje para los pacientes estudiosos del día a día pasado la selección de contenidos del 24 de mayo de 1916, exactamente cien años antes de la presentación del volumen, a través de lo que publicó el diario El Eco Toledano.
El 24 de mayo de 1916 en El Eco Toledano
Homenajes a Benavente, evocaciones cervantinas, un niño intoxicado y un arqueólogo mexicano
• Jacinto Benavente. El 24 de mayo de 1916, Jacinto Benavente -que estaba a punto de cumplir cincuenta años y poco después recibiría el Premio Nobel de Literatura- era el autor vivo más importante de España. ElEco Toledano le dedicó aquel día su columna de salida, lamentando no encontrar un talento similar entre sus contemporáneos. «¿Cabrále tanta gloria al autor de La Malquerida -se preguntaba el periódico- como a ‘los coletudos’ que cuentan con decididos entusiastas?». Prueba de las pasiones que despertaba el dramaturgo es la noticia, en la sección ‘Horas de Madrid’, de que dos concejales del Ayuntamiento madrileño habían propuesto cambiar el nombre a las Calle Alcalá y la Plaza de Oriente por los nombres de dos de sus obras dramáticas.
• Cervantes. De un exitoso autor vivo pasamos nada menos que a Miguel de Cervantes, de cuya muerte se cumplía el tercer centenario en 1916. El autor de Don Quijote era recordado en el periódico a través de poemas (José Luis Ruiz Feduchi) y de una larga evocación firmada por el abogado Alfredo van den Brule, quien años después se convertiría en alcalde de la ciudad.
• Sucesos. El 24 de mayo de 1916 no fue una jornada especialmente interesante por sus acontecimientos (pocos menciona el periódico que posean interés, como por ejemplo una jornada de entrenamiento de la Academia de Infantería). Uno de los sucesos fue el envenenamiento de un niño pequeño, vecino de la Calle Buzones, que bebió lejía de una cántara apoyada en la fuente de San Juan Bautista (la gran pila que entonces había instalada frente a la fachada de los Jesuitas). Tras practicársele los primeros auxilios, el pequeño fue ingresado en el Hospital de la Misericordia.
• Otros. Dentro de los anuncios y espacios breves, que van desde compra de potros, examinadores de oposiciones y faenas del torero Domingo González, ‘Dominguín’, merece la pena destacar un misterioso breve con el titular ‘Arqueólogo mexicano’. Decía así: «Se encuentra recorriendo todos aquellos pueblos de nuestra provincia que encierren méritos dignos de figurar en una obra magna que prepara tan inteligente turista, que nos ruega ocultemos su nombre». Ignoramos a quién se referirían.
• Publicidad. ElEco Toledano, cuyo editor era Antonio Garijo, ofrecía en 1916 un buen espacio a la publicidad. Entre los anuncios del 24 de mayo de 1916, podríamos destacar los ultramarinos Ayuso, las semillas forrajeras y simientes que ofrecía el propio Garijo en su establecimiento de la Plaza de Zocodover, calzado de Araque (Calle Comercio) y publicidades como la del balneario de Paracuellos de Giloca (Zaragoza), el balneario más antiguo de Aragón (fundado en 1848).