Entre las sorpresas que aguardan a los visitantes de nuestro museo se encuentra una bandera que parece salida de uno de esos barcos corsarios que hemos visto tantas veces en el cine. En realidad, fue utilizada por las tropas del general carlista Ramón Cabrera y Griñó, cuya vida también podría inspirar una película.
Fue expulsado del convento de Tortosa en el que lo había internado su familia, y se incorporó a las filas carlistas, que, tras la muerte de Fernando VII, defendían el derecho al trono de su hermano, Don Carlos, frente a su hija, la futura Isabel II. Cabrera se ofreció como voluntario carlista en la localidad de Morella, que era parte de uno de los tres núcleos básicos del carlismo en esos años, formado por el Maestrazgo, el Norte de Valencia y el Bajo Aragón, junto con el País Vasco y parte de Navarra y el área catalana alrededor de Solsona y Berga.
En 1835 Cabrera fue nombrado comandante militar interino del Bajo Aragón, aplicando con dureza su autoridad. Mandó fusilar a dos alcaldes por prestar ayuda al enemigo, y, como represalia, los liberales fusilaron a su madre, retenida como rehén en Tortosa desde hacía meses, creándose una espiral de violencia que incrementó la crueldad en ambos bandos. A raíz de estos hechos a Cabrera se le dio el sobrenombre de ‘El tigre del Maestrazgo’.
En 1838 los carlistas tomaron Morella y establecieron en ella su capital. Al año siguiente el general carlista Maroto y Espartero, jefe del ejército liberal, firmaron el Convenio de Vergara, que ponía fin a la guerra en el Norte de España. Cabrera rechazó de plano la paz y optó por seguir combatiendo, aún después de que el pretendiente Don Carlos hubiera emigrado a Francia.
En el catálogo del Museo de Artillería de 1856 ya se incluía la «bandera tomada en el castillo de la plaza de Morella el día 30 de mayo de 1840 por el Excmo. Sr. Don Baldomero Espartero, Duque de la Victoria, a las tropas del Pretendiente Don Carlos María Isidro de Borbón, mandadas por su general Don Ramón Cabrera». Según se indica en el catálogo, «el haber tenido constantemente enarbolada esta bandera fue una de las causas que impidieron al Duque de la Victoria aceptar la capitulación propuesta (…) por el gobernador interino de Morella Don Leandro Castilla».
La bandera se colocó sobre los muros del castillo, como había ocurrido antes con otras fortificaciones carlistas, en señal de guerra a muerte. La iconografía de las dos tibias cruzadas bajo una calavera tiene su origen en los caballeros de la Orden de Malta, quienes la incorporaban a sus sepulcros, inspirados por un uso común en Tierra Santa. Recordemos que en las representaciones de la crucifixión de Cristo suele aparecer bajo la cruz una calavera, ya que según los Evangelios Jesús fue crucificado en un lugar llamado Gólgota, el lugar de la calavera.
Al ser expulsados de los Santos Lugares por los turcos, los caballeros de la Orden de Malta se establecieron en las islas de Rodas y de Malta, sosteniendo luchas navales contra los corsarios, en las que pudieron enarbolar banderas con este símbolo, dando lugar a su difusión y originando así la bandera pirata.
En el caso de nuestra enseña, a la calavera y las tibias se unen un sable y una esquemática palma, que en la iconografía cristiana se asocia al martirio, y que nos remite a la profunda religiosidad de los carlistas, presente en su lema «Dios, Patria, Rey».
Tras su derrota, Cabrera pasó a Francia, de donde volvió unos años más tarde para participar en la segunda guerra carlista. Vencido de nuevo, se retiró a Inglaterra, casándose con una rica heredera con la que tuvo cinco hijos. En la década de 1870 renunció a tomar parte en la tercera guerra y acabó reconociendo como rey a Alfonso XII, vencedor de los carlistas.