Técnicos y políticos del Ayuntamiento de Toledo quieren que el AVE a Extremadura pase y pare en la ciudad aunque para eso haya que construir viaductos y túneles (falsos, en realidad se excava, se ponen pantallas laterales y luego se tapa todo) con el fin de dar salida al tren desde Santa Bárbara en dirección oeste: sobrevolando el Tajo, atravesando subterráneo el parque del Crucero, las instalaciones deportivas del Salto del Caballo y San Antón, reapareciendo detrás del Cementerio y pasando muy cerca de Valparaíso para perderse, por fin, hacia Torrijos.
Es la opción que ayer obtuvo más éxito en la Comisión de Urbanismo y sobre la que se quedó para trabajar posibles alegaciones que se van a presentar al anteproyecto del Ministerio de Movilidad.
Pero no todos los concejales de la oposición lo tienen claro. José López Gamarra, del PP, teme que las pilastras para aguantar el viaducto formen un bosque de hormigón dentro del futuro parque fluvial de Safont donde el Ayuntamiento el año que viene anuncia que se va a gastar 700.000 euros.
José María Fernández directamente anuncia que IU no quiere este proyecto cruzando la ciudad, primero porque el AVE no es el modelo de tren que les gusta (anima a visitar Puertollano para comprobar que no trae riqueza) y, segundo, por el daño al paisaje. Puesto a elegir, prefiere concentrar las fuerzas en recuperar el tren de mercancías y el convencional.
Sin embargo nadie se interesó por la alternativa que aleja el tren de la capital, la que lo lleva por Pantoja y Bargas, que es la que más se parece un proyecto que lleva lustros en los cajones del Ministerio y que nunca ha estado cerca de realizarse (aunque aquí se presentó done veces, con años de distancia), como algún concejal sospecha que va a ocurrir con este nuevo cuento de política ficción.