El actor, bailarín y cantante Enrique Castellón Vargas, más conocido como El Príncipe Gitano, ha fallecido a los 92 años a causa de la COVID-19 en la residencia de mayores de La Paz de Mandayona (Guadalajara), donde vivía desde hace diez años.
«Inolvidable su ‘In the ghetto’, inolvidable todo su talento, carisma y rabiosa personalidad», señala la Entidad de Gestión de Derechos de actores, dobladores, bailarines y directores de escena en un mensaje que alude a una de sus interpretaciones musicales más emblemáticas y particulares, a partir de la canción que popularizó Elvis Presley en primer lugar y de la cual hizo una versión bizarra hace unos 50 años.
Según ha confirmado a Efe también AISGE, su hija y tutora legal, Lila Castellón, se pudo despedir el pasado martes de él con las medidas de seguridad necesarias después de haberse declarado otro caso de coronavirus en la residencia. Tras su incineración, la idea de la familia es trasladar los restos cuando se pueda al cementerio de San Justo de Madrid.
Nacido en Ruzafa (Valencia), se crió en el seno de una familia gitana dedicada a la venta ambulante y a los tratos de ganado e hizo carrera artística en Madrid tras recorrer media España junto a ellos, practicando el cante flamenco y estilos diversos como la zambra y la rumba. Primo hermano de Sabicas, entre sus seis hermanos se cuentan además el guitarrista Juan José Castellón Vargas y, sobre todo, Dolores Vargas ‘La Terremoto’. a quien acompañó en sus primeras canciones, como «Penas de la gorriona» o «Málaga bella».
A los 14 años debutó en el Teatro Calderón de Madrid en el mismo espectáculo que Lola Flores y muy poco después formó su primer espectáculo, «Pinceladas», llegando a convertirse en una gran figura de la canción española en los años 50, pese a que su pasión real era el toreo, con el que no logró la misma repercusión.
Con decenas de espectáculos que recorrieron varios países a su espalda, su compañía sirvió además de plataforma de despegue para muchas otras figuras, como Rocío Jurado, Carmen Sevilla o Manolo Escobar. Se cuenta que fue precisamente en uno de esos espectáculos cuando Escobar escuchó de su boca por primera vez interpretar «El porompompero» y que, con su aquiescencia, lo incorporó a su propio repertorio.