Caballero: «Jamás hubo voluntad para hacer una política de museos seria»

J. Guayerbas | TOLEDO
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Ya han pasado casi tres meses desde que cerró por última vez la puerta de su despacho en el Museo de Santa Cruz, de ese habitáculo en el que apenas pasaba parte de su jornada laboral, pues Alfonso Caballero Klink ha sido un director de calle, de llamar a puertas para conseguir objetivos. Aunque a veces encontró silencio y cerrojazos, logró montar exposiciones antológicas, como la que dedicó en 2011 al maestro del Renacimiento español Juan Correa de Vivar. Ahora, sin la presión política que cierne a este tipo de cargos de responsabilidad que se ganan no a dedo, sino ante un Tribunal de Oposición, el exdirector del Museo de Santa Cruz habla sin tabúes de un museo «infravalorado» que supone «un punto más» en el mapa turístico de una ciudad tan rica en patrimonio «que se vende sola».

¿Cómo se encuentra?

Me encuentro muy bien, muy bien. Paso unos días en Toledo, otros en Ciudad Real y no olvido Madrid.

De viaje en viaje, ¿así es la vida de jubilado?

Bueno... no es oro todo lo que reluce. No es jubilación júbilo, como dicen los que te quieren y te quieren animar. Tiene sus pro y sus contras, lo fundamental es tener una gran fuerza de voluntad para no dejarte llevar por la vaguería, la desidia... siempre he tenido la suerte de tener jefes que jamás me controlaron ni el horario ni el trabajo, y ahora soy yo y mi conciencia quienes tenemos que valorar ese trabajo.

¿Cómo han sido estos casi siete años al frente del Museo de Santa Cruz?

Como en todo trabajo, entras con una enorme ilusión y ganas de hacer miles de cosas y consigues mucho y luego, aunque yo ya no era joven, te das cuenta de que el aparato burocrático y administrativo te merma en fuerzas y te ralentiza esa ilusión inicial, con algunos revolcones que te dan. El aparato administrativo es muy lento, eso de ‘vuelva usted mañana’ todavía está muy presente, creo que hay que modernizarse.

Por lo que cuenta, ve la Administración como un freno, en este caso para la Cultura.

Para la Cultura y para muchísimas cosas. La Administración por su sistema decimonónico necesita un cambio radical, ahora se les llena a todos la boca de internet e informática, pues venga, ¡adelante! No podemos tener un museo, y hablo del Santa Cruz, con un programa Domus que cada dos por tres se cuelga y sin personas especializadas en el tema.

¿Cuál es el potencial del Museo de Santa Cruz?

El Museo de Santa Cruz no lo conoce casi nadie. Es un museo con unas posibilidades enormes. Ahora, desde la barrera, lo sigo manteniendo. El problema es que está infravalorado, es un problema de siempre, desde los años 80 el Museo de Santa Cruz no es que no se haya mantenido, sino que ha ido cayendo, despacio y sin hacer ruido, ha ido menguando su capacidad y sus funciones.

A causa de qué.

¡Ay! Esa pregunta es muy compleja. Esta cuestión la he comentado con amigos y conocidos en varias ocasiones, y no consiste en echar la culpa a nadie, no es una culpa ni de una persona, ni de una ciudad, ni de un partido político. Es como si estuviera maldito, con un mal de ojo, es que no sé, el Museo de Santa Cruz debería fraguarse al estilo del Museo del Prado, con un patronato e instituciones que apoyen, pues el museo por sí solo no puede mantenerse.

¿Ha intentado así que el Santa Cruz se asemeje al Prado?

Ingenuamente sí, desde nuestras posibilidades y nuestra realidad, sí. El Prado es un ejemplo a seguir, ahí está, ahora hay que querer.

La alcaldesa dijo en campaña que propondría que el Museo de Santa Cruz sea una ampliación del Prado.

Creo que eso no va a existir nunca, no tiene ningún sentido. El Museo de Santa Cruz es un museo provincial de Toledo, ya está. Por su historia, por sus colecciones, por su edificio... todo eso le hace estar a un nivel superior a cualquier otro museo provincial, tanto de la Comunidad Autónoma como de fuera. Todo esto hace que el Santa Cruz tenga unas necesidades y una proyección desconocida.

¿Puede ser el mal del museo que sea estatal, pero de gestión regional?

Sí, es así. Cualquier conservador de museos con o sin micrófono va a opinar lo mismo, que estas transferencias estatales de los 80 nunca debieron de hacerse. Los museos forman parte de la historia de España, transferir... no sé... no se debió hacer porque las Comunidades Autónomas tienen otras prioridades y necesidades, y los museos son una patata caliente, compleja y problemática. Ahí tenemos Europa, los Pirineos ya no existen, pues apliquémonos el cuento. Si se organiza una gestión mucho más fácil y autónoma todo iría mejor, es que para comprar unas bombillas no hacen falta tres presupuestos y pasar por otros tantos despachos. Así no se avanza, tenemos que tener una gestión mucho más fácil y con responsabilidad, que se exija justificación hasta del último céntimo, pero déjame trabajar. Lo que le falta al Santa Cruz, por encima de todo, es una proyección, una didáctica, un gabinete que tuvimos y se perdió. Y a parte de la didáctica una proyección de las nuevas tecnologías. No tiene una página web propia, sino dentro de la web de la web de no sé donde, ya está ahí el control, ¿en qué puede perjudicar el museo en la actividad política de quien gobierna? ¿Por qué ese control?

Habla de política, ¿se ha visto presionado más de la cuenta estos últimos cuatro años?

Pues sí, tengo que reconocer que sí. Estos últimos cuatro años, y ahora es fácil hablar, no porque no estén, sino porque yo tampoco estoy. Ha habido una espada de Damocles, cualquier acto, cualquier gesto había una desconfianza que no entendimos. Se nos dio demasiada importancia, quizás, no saben que somos hormiguitas que trabajamos por defender un patrimonio que a nadie le importa. Solo pedimos que nos dejen hacer nuestro trabajo con unos pocos medios, no pedimos un presupuesto brutal porque sabemos que no nos lo van a dar nunca.

¿Dónde está la colección arqueológica del museo? Tan importante y a la vez tan desconocida.

Me voy con dos espinitas, con dos proyectos. Uno, recuperar la Capilla de Belén, y otro, montar la sección de arqueología. La colección está guardada, todo guardado. No soy quien para decir lo que fue Toledo y su historia, en el subsuelo de esta ciudad se ha ido conservando la historia y poco a poco ha ido saliendo, conservándose y guardando, aunque no siempre con los mejores garantías de conservación. Todas estas piezas se encuentran en los almacenes del museo a la espera.

¿Es más lo que se esconde que lo que se expone?

Pero si es que no se expone ni el 10 por ciento, y de arqueología nada. Hicimos un conato en el último Gobierno socialista en el crucero superior con una mínima exposición de las joyas de la arqueología, era la primera vez en la historia del museo que exponíamos algo de arqueología, fue como un muestrario de una joyería con las cuatro delicatessen que en ese momento estaban restauradas o consideramos más interesantes. El Museo de Santa Cruz tiene unos almacenes de arqueología para llenar los dos cruceros.

¿Cuál es el camino para relanzar el museo?

La investigación pura y dura. Ordenadores, despachos, estudio y trabajo. Hay que estudiar e informar las piezas que el museo guarda en los depósitos, el 90 por ciento de este trabajo está por hacer.

¿Hay personal técnico que pueda realizar este trabajo?

El museo no tiene a nadie, coyunturalmente ni si quiera hay director, y para colmo la ayudante de dirección se jubiló un mes después, aunque ha sido sustituida por un arqueólogo majísimo. Para que el Museo de Santa Cruz funcione necesitaría cinco o seis técnicos tanto en la sección de Bellas Artes, como en Arqueología y en el archivo. El museo tiene un archivo increíble, ahí está toda la Comisión de Monumentos, hay que digitalizar todo y no se ha hecho nada.

Arte en los almacenes y arqueología en los depósitos mientras el espacio de Santa Fe está vacío. ¿Por qué esta situación?

El Santa Fe lo han convertido en un espacio de bodas, bautizos y comuniones. Me explico, Santa Fe debe ser lo que el edificio de Los Jerónimos es para El Prado, es decir, el gran espacio de exposiciones temporales para no deteriorar, alterar, ni modificar la colección permanente, que es la prioridad de un museo con dignidad. Santa Fe sería para exposiciones temporales, grandes o pequeñas, es lo que había que hacer. Santa Fe tiene dignidad más que suficiente para dejar los cruceros de Santa Cruz tranquilitos con un montaje permanente. Para esto hay un tema fundamental, el de los almacenes.

¿Más almacenes?

Mire, Santa Cruz necesita un almacén exterior. Una nave en el polígono industrial donde se deposite la obra no expuesta. Fuera del museo, porque tener cientos de cajas y piezas en suelo urbano es un lujo. Hay que hacerse con una buena nave, con personal y un registro de entradas y salidas de material. Está todo inventado y funciona. Hay que mirar a Europa, lo repito, mirar y aprender de Europa. Un almacén con estanterías, un toro mecánico y unas peinas para almacenar cuadros, junto a un ordenador y una base de datos. Creo que no es tan complicado.

Visto así parece fácil.

Lo es, pero no hay voluntad, no la hubo nunca. Jamás hubo una política de museos seria.

Puede ser porque Toledo es una ciudad que ‘se vende’ sola.

No lo dude, ¡claro! Santa Cruz en otro sitio sería otra realidad. Toledo tiene tanto... que cuando se tiene tanto se valora menos, y eso es así. Este el problema de la ciudad, el museo es un puntito más en el mapa turístico. De nuestro museo salen cuadros a exposiciones internacionales, se solicitan obras desconocidas por el público general, y no se valora, ni el préstamo ni el trabajo de documentación que lleva aparejado ese préstamo, un trabajo que realizan los conservadores. En el Santa Cruz solo existe un conservador, una conservadora y un ayudante, ¿quién lo entiende? Nadie, pues no es solo la sede de Toledo, hay que unir el Museo de Cerámica ‘Ruiz de Luna’ de Talavera de la Reina y el Museo-Casa de Dulcinea de El Toboso a 120 kilómetros de Toledo.

En cuanto al Museo de Cerámica ‘Ruiz de Luna’ desde el Ayuntamiento talaverano se pidió autonomía para este museo, ¿qué le pareció esta reivindicación del alcalde?

Talavera siempre ha protestado mucho y siempre se queja casi por todo. El alcalde habló de este asunto el Día de los Museos en un acto de la Asociación de Amigos del Museo ‘Ruiz de Luna’ en el que yo estaba. Dijo algo así como que ‘ya estamos hartos de que el museo dependa de Toledo’, pues mire, yo no era el interlocutor para hablar de ese tema, ni era el lugar adecuado para sacar el tema. Conozco que habían hecho muchas gestiones con la Consejería, de lo que me enteré más tarde, y sí que creo que el planteamiento así era y es erróneo. El Museo ‘Ruiz de Luna’ necesita, lo primero, una dotación. Ahora mismo no hay nadie, había una plaza de ayudante y está vacante. Hay dos personas de la antigua Administración que se van a jubilar ya mismo, y unos cinco o seis ordenanzas y ya está. ¿Por qué no se solicita que se dote el museo con personal? Ese sería un buen inicio.

¿Ofreció como director el Museo ‘Ruiz de Luna’ a la sociedad talaverana o fue celoso y cauto en este sentido?

Siempre, y lo saben. Al Ayuntamiento, a colectivos e instituciones. ‘Aquí lo tenéis’, el salón de actos, las instalaciones... y nadie me lo ha pedido, nadie. El museo no sé para que lo quieren, no lo usan, y constantemente mis palabras fueron ‘el museo es vuestro, el museo es de Talavera, para Talavera’. Preocupa más a la gente de fuera que al propio talaverano.

Antes de finalizar y dada la riqueza del patrimonio conventual de la ciudad y el caso de las Capuchinas, que llegaron a ofrecer su colección al Gobierno regional, ¿qué le parece la callada por respuesta?

Un tema interesante. No sé que decirle.

¿Qué hacer? Hay toledanos muy preocupados con este asunto.

Sí, sí, conozco a alguno de esos toledanos preocupados, y con razón que lo estén. Son personas de la calles con sensibilidad por estos temas. Sin ir más lejos esta semana he hablado con un amigo sobre Santa Clara, con una idea de visitar el convento, enseñarlo y explicarlo. Es una idea estupenda. Las personas están detrás y hay interés. El inventario de las Madres Capuchinas, por ejemplo, ahí hay para hacer dos museos. Hay una colección de orfebrería italiana inimaginable, está todo, y... nada.