El Instituto Geológico y Minero de España ha publicado, en su serie ‘Cuadernos del Museo Geominero’, un artículo referido a la «fallida iniciativa de geoconservación como lugar de interés geológico de la falla del Miradero» a modo de reflexión o, como citan los autores del informe, «de enseñanzas de futuro a partir de este fracaso».
Jacinto Alonso Azcárate, profesor titular de Geología UCLM; Andrés Díez Herrero, doctor en Ciencias Geológicas; Enrique García Gómez, licenciado en Ciencias Ambientales; y Arturo Ruiz Taboada, doctor en Geografía e Historia, firman un trabajo que profundiza en la gestión del patrimonio geológico en el ámbito local fijándose en el trato recibido por la falla del Miradero, afectada y ‘descubierta’ por la obra de construcción de un remonte mecánico.
En este sentido, y tras fracasar en su intento de promover su conservación como recurso científico, didáctico-educativo y divulgativo-geoturístico tan sólo, apreciaban, «con mantener esta afloración visible otorgando un valor añadido a la infraestructura», lo autores del texto aprovechan lo ocurrido para plantear un conjunto de recomendaciones destinadas a una gestión patrimonial integral, coherente y sostenible.
Así, e insistiendo en que es posible «mejorar la protección del patrimonio geológico» y poniendo de manifiesto «la utilidad de reinterpretar, mediante su adaptación a la realidad del patrimonio natural, algunos procedimientos estandarizados en la conservación del patrimonio como la consideración de los restos arqueológicos de interés en los proyectos de obras y la planificación urbana», este grupo de profesionales considera «imprescindible incorporar expertos en la gestión de los distintos tipos de patrimonio (incluido el geológico) a las plantillas de las administraciones públicas».
Por tanto, y apostando por «estandarizar los métodos y criterios de catalogación y valoración del patrimonio geológico para que la componente subjetiva se minimice en lo posible», los responsables del artículo recomiendan «hacer un seguimiento de las obras, especialmente en las zonas con potencialidad de aparición de nuevos LIG, semejante al que se realiza con los aspectos arqueológicos», tal y como recogen «los nuevos manuales de integración del patrimonio geológico en la evaluación de impacto ambiental».
Y puesto que el informe de valoración que condicionó la decisión final «fue realizado por una empresa privada externa» parece poco adecuado que «estos informes sobre la valoración y necesidad de preservación del patrimonio geológico se deje en manos de empresas privadas» contratadas por la entidad promotora de la obra ya que, a juicio de los firmantes, «se convierten en juez y parte, por lo que en un análisis coste-beneficio sólo se van a sopesar los costes adicionales y los retrasos, y no el beneficio social de la conservación patrimonial».
No la falla pero sí las ventanas. La solicitud cursada en su día por estos expertos abogaba por realizar las gestiones necesarias «para mantener este hallazgo haciendo visible el tramo de falla por tratarse de «un ejemplo típico de falla inversa verticalizada» donde se observa «el contacto entre la Meseta Cristalina de Toledo con las campiñas y llanuras de La Sagra, es decir la unión entre rocas metamórficas de más de 300 millones de años con rocas sedimentarias de menos de 65 millones de años».
A pesar de ello, en paralelo a la tramitación de las solicitudes de preservación las obras continuaron avanzando cubriendo e inhabilitando el nuevo afloramiento con un muro corrido de hormigón. Estructura en la que, recuerdan, «sí se abrieron costosas ventanas-miradores hacia el Hospital de Tavera y la Vega del Tajo para la observación paisajística».