El pasado 6 de mayo se desprendieron varias piedras de la muralla medieval de Doce Cantos. Fueron los propios vecinos del entorno de la Cornisa los que alertaron a la Policía Local del desprendimiento, ya que junto a las piedras cayeron a la carretera varios cascotes de tierra de considerable tamaño. Por fortuna, en aquellos días la zona estaba poco transitada. El confinamiento por el primer estado de alarma aún estaba en vigor y no hubo que lamentar daños personales. Los agentes de policía procedieron a vallar y señalizar la zona, que ha estado meses así hasta que en la jornada de ayer comenzó a verse movimiento.
Un grupo de operarios comenzó por la mañana la instalación de un complejo andamiaje con el que se va a trabajar sobre la muralla en varias alturas. La acción de la lluvia y el repentino aumento de temperatura que se registró en la ciudad a comienzos del pasado mes de mayo propiciaron el desprendimiento por descompactación de varios trozos de la muralla, que en esa zona lleva años sin recibir ninguna actuación y que, además, en esa parte del Casco carece de buena cimentación, por lo que favorece cualquier desprendimiento.
El retraso a la hora de proceder al arreglo -seis meses después- corresponde al hecho de que las murallas de Toledo son competencia exclusiva del Ministerio de Cultura desde la declaración de la ciudad como monumento nacional durante la dictadura franquista. Los técnicos de Patrimonio del Ayuntamiento evaluaron los daños y remitieron su informe a Madrid, y no ha sido hasta que se ha recibido el OK cuando se ha podido comenzar a trabajar.