Las Jornadas de Literatura de Terror ‘Los Moradores de las Tinieblas’, organizadas hasta el próximo 27 de noviembre en la Facultad de Humanidades de Toledo, el Palacio de Benacazón y la Librería Hojablanca, celebraron ayer su segunda sesión con sendas conferencias por parte de José Manuel Correoso Ródenas («De la ghost story al miedo a los propios abismos. El cuento moderno de terror») y Palma Martínez-Burgos («Que viene el Coco. Las imágenes del miedo»).
El primero realizó un buen recorrido por la literatura del siglo XIX, puntualizando conceptos como el de novela gótica, «que suele asimilarse a la novela de terror, cuando en realidad no siempre son lo mismo». Un ejemplo sería la autora británica Ann Radcliffe (1764-1823), una de las autoras más representativas del género gótico -caracterizado por la presencia de elementos sobrenaturales y por el afán de provocar un sentimiento de terror en el lector-, «que, sin embargo, no tuvo presentes ni lo uno ni lo otro en obras como The romance of the forest (1791)».
Correoso, quien señaló la clásica diferencia entre «terror» y «horror» -entendiendo el primero como «un miedo positivo, que expande el alma y permite que te sobrepongas ante la adversidad», y el segundo como «una sensación que te constriñe y paraliza, impidiéndote salir de la hecatombe»-, mencionó a autores como el irlandés Charles Robert Maturin (1782-1824), autor de Melmoth el Errabundo (1820), libro que pone punto final a la novela gótica y que abre la puerta a una imbricación del terror con otros géneros, como el realista. O el estadounidense Charles Brockden Brown (1771-1810), «en cuya obra encontramos presentes ya terrores contemporáneos -alejados ya del temor a la Inquisición o a villanos medievalizantes-, como el miedo a la fiebre amarilla, al poder económico o al extremismo religioso».
Dentro de este proceso de cristalización del «temor a lo cotidiano», el conferenciante destacó los términos de «unanny» -empleado por Freud en 1919 a partir de un relato de E.T.A. Hoffmann (1776-1822), El hombre de la arena (1816)-, «que podría traducirse como el miedo a lo que se conoce, a lo familiar», y que otro autor irlandés de gran importancia, Sheridan Le Fanu (1814-1873), planteó en su novela Tío Silas (1864), y de «eerie», más propio de la literatura decadente finisecular, «y que alude a lo que instintivamente se teme».
Tras Le Fanu, el profesor Correoso Ródenas profundizó en la obra del estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849), a quien se refirió como «primer gran referente del terror psicológico».
Posteriormente, Palma Martínez-Burgos realizó un recorrido por la representación formal del terror a través de la historia de la estética y la historia del arte, destacando las aportaciones filosóficas de Edmund Burke (1729-1797) en el siglo XVIII, fundamentales para concebir la expresión contemporánea del miedo.
La tercera sesión de las jornadas, dedicada a ‘El terror cósmico’, tendrá lugar el próximo miércoles, 20 de noviembre, en el Palacio de Benacazón. Incluirá las conferencias de Ana Pinel Benayas (UCLM), «Los que susurran en la oscuridad. Autores del horror cósmico», e Iván De Los Ríos (Universidad Autónoma de Madrid), «True Detective, las nuevas formas del horror cósmico».