La corona toledana que ofende al nacionalismo leonés

A.D.M.
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Critican que el escultor Amancio González haya reproducido un pretendido símbolo de la monarquía castellana, la corona de Sancho IV conservada en la Catedral de Toledo, alrededor de las sienes del monumento sepulcral del rey leonés Alfonso VI

La corona toledana que ofende al nacionalismo leonés

La corona del rey Sancho IV de Castilla (1258-1295), joya medieval conservada en la Catedral de Toledo, se ha visto convertida esta semana en el centro de una polémica identitaria. La plataforma Comunidad Leonesa ha criticado duramente que el escultor Amancio González Andrés se haya servido de este símbolo castellano del siglo XIII para rendir homenaje, precisamente, a Alfonso VI, un monarca leonés dos siglos anterior y cuyos restos reposan en el monasterio de San Benito de Sahagún.

González, un escultor muy conocido en León, reprodujo esta corona -formada por ocho frentes, cada uno de ellos rematado por un castillo de tres torres- sobre las sienes del rey sin ser consciente de las críticas que acabaría desatando, las cuales han llevado al Ayuntamiento de Sahagún, incluso, a plantearse la modificación del monumento funerario. Este nuevo conjunto escultórico -del que se ha criticado así mismo que represente al rey acompañado por una sola de sus esposas, cuando junto a sus restos mortales yacen los restos de sus cuatro matrimonios- posee un gran peso simbólico para la identidad leonesa, ya que desde que se produjo el incendio de San Benito en 1810 se había intentado conmemorar la memoria del monarca en varias ocasiones, sin éxito.

Desde Comunidad Leonesa, tal como recogen esta semana varios medios de comunicación locales, califican de «aberración histórica» el empleo de este símbolo para honrar la memoria del representante de una monarquía muy anterior a la castellana y que no empleó el título de «rey de Castilla», sino fórmulas como Rex Galliciae o Victoriosissimo rege in Toleto, et in Hispania et Gallecia.

A pesar de ser una de las piezas medievales más destacadas de la Catedral de Toledo -formó parte, en 2017, de la exposición conmemorativa por el 150 aniversario del Museo Arqueológico Nacional-, el hallazgo de la corona de Sancho IV no se produjo hasta tiempos bastante recientes. Fue en 1947 cuando el Cabildo tomó la decisión de abrir la sepultura del monarca -sin registro arqueológico ni documental alguno, hecho criticado por historiadores como Isidro G. Bango, quien le dedicó hace algunos años un completo artículo en la revista Alcanate-, apareciendo la corona entre sus restos mortales.

La corona de Sancho IV está formada por ocho placas articuladas y flexibles, alternando piedras preciosas, cuatro zafiros y cuatro camafeos con ágatas. Isidro G. Bango ha puesto de manifiesto la pobreza material de la pieza -realizada, al parecer, en latón bajo en zinc-, impropia, según se ha procurado manifestar en algunas ocasiones, de una joya pretendidamente empleada en ceremonia de coronación alguna.