Emilio, pureza, De Justo

Mario Gómez
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El de Torrejoncillo muestra un excelso momento y deleita a los asistentes al coso illescano. Perera navegó inconstante ante una gran corrida de Rehuelga y dio una. Perera navegó inconstante ante una gran corrida de Rehuelga y dio una vuelta al ruedo.

Emilio de Justo dio un recital de toreo y abandonó el coso en hombros entre el clamor popular. - Foto: Mario Gómez

La empresa MaxiToro programó un interesante y reñido mano a mano en Illescas el pasado domingo. Reñido sobre el papel, porque una vez que salieron los preciosos ‘buendía’ de Rehuelga, solo hubo el rodillo cacereño sobre el albero illescano.

De Justo se mostró arrollador desde su primer animal. Desde un saludo cadencioso a la verónica hasta las chicuelinas con las que hizo el quite. Comenzó cogiéndolo en corto, para pronto estirarse y alargar las embestidas. Suavidad y toques precisos para acariciar las embestidas santacolomeñas con las que el de Rehuelga perseguía la muleta. Encandiló pronto a los asistentes con un cénit joselitista toreando por el pitón derecho sin ayuda. La estampa recordó al madrileño, desde los alamares de chorrillo largo, hasta el cuajo del precioso terno catafalco incluso el semblante del extremeño, fue un pequeño déjà vu. Se tiró con la misma rectitud que verticalidad tuvo el toreo a pies juntos, y a pesar de salir trastabillado, paseó un trofeo de peso, que puso cara la tarde y marcó su devenir.

En el cuarto, De Justo no pudo explayarse desde el principio. El animal tuvo una leve cojera que a pesar de no imposibilitarlo, sí que lo condicionó. Emilio lo vio claro y encauzó embestidas con la virtud de la media altura, y el trazo que la nobleza permitía. Se afianzó el animal y el espada pudo gustarse por momentos, dejando instantes de gusto e inspiración. Mantuvo el animal en pie hasta que una vez extraído todo, y cuando quiso dar una vuelta de tuerca más y apretarle un pelín, ‘Caralimpia’ se echó, por lo que lo único que pudo hacerlo es ponerlo en pie y despenarlo de otra gran estocada, para pasear otra oreja.

En el que cerró el festejo, se desató la traca final. Un animal bravo y con alegría que lo marcó desde la salida y con el que De Justo no pudo componer en el saludo, por un golpe seco en la rodilla. No se quedó con las ganas de torear de capote y le recetó un soberbio quite por chicuelinas. Soberbio por expresividad, por ceñimiento y por bajeza de manos, que abrochó con una larga cordobesa que destiló aroma a torero. Con la muleta aprovechó las virtudes (que no eran pocas) de ‘Arlequín’ y con la misma parsimonia con la que brindó al público, toreó cadencioso dejándose llevar por la pureza y la inspiración. Se encajó en cada muletazo como si fuera el último y embrocó como si acariciase los belfos del bonito cárdeno. Hubo petición fuerte de indulto, pero con acierto De Justo dio premio de toro bravo al cierraplaza y lo estoqueó por arriba y con muerte efectiva, paseando el doble trofeo.

Perera compareció en Illescas y junto con de Justo fueron obligados a saludar tras romper el paseíllo. La tarde agradable y el calor de los tendidos sirvió de aliento para este ‘encontronazo’ extremeño. Este Badajoz versus Cáceres, que cayó del lado cacereño. Y es que en el que abrió la tarde Perera apuntó cosas interesantes en la muleta, cuando con cabeza se colocó siempre bien y trató de tirar de las embestidas que le ofreció el primero de su lote. Nobleza del toro y temple del torero, algo que permitió al de Puebla del Prior mostrar el trazo largo y reposado del toreo que atesora. Sin embargo, sin terminar de conectar nunca de lleno con el tendido, el fallo a espadas dejó todo en una ovación.

En el tercero salió espoleado por la gran actuación y oreja de Emilio de Justo, y se le notó queriendo aún más y buscando dar lo mejor de si. Dejó unas buenas chicuelinas en el quite y cuando se confió con la muleta, se vio al mejor Perera de la tarde. Toreó con solvencia por ambas manos e incluso prescindió de la ayuda. Tanto fue así, que con la buena condición del animal se llegó a pedir el indulto. A pesar de que no estuvo certero con la espada, hizo lo mejor que podía haber hecho, tirarse a matar. Emborronó la obra, pero con la dignidad del que sabe que hay que diferenciar un buen toro de algo excepcional. Dio una vuelta al ruedo con algunas protestas, pero no sobra en el conjunto de su tarde.

Con el quinto hizo el quiero, pero no pudo conectar con el público, ni con el toro y casi ni consigo mismo. Una faena inconstante con algún muletazo suelto bueno y que alargó en exceso. Sin duda lo mejor de este capítulo fue la excelente actuación de sus subalternos, de entre los que destacó José Chacón, quien a pesar de no actuar en el quinto, brilló con los palos en el primero (dejándoselo venir en el primer encuentro y aguantando la colada en el segundo) y con una gran lidia al tercero.

Mano a mano con interés sobre el papel donde salió refrendado Emilio de Justo y Rehuelga, tal y como se vio en la clamorosa vuelta al ruedo que dieron torero y ganadero a la muerte del sexto.

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