Vega Baja ha tenido que esperar más de quince meses para encontrar su sitio en el calendario de actuaciones tras el convenio que suscribieron el Ministerio de Cultura, la Junta y el Ayuntamiento de Toledo para sacar del olvido esta zona emblemática de la ciudad, abandonada y degradada desde hace años a pesar de su incalculable valor patrimonial.
El acuerdo ha ido tomando forma en los últimos meses y tras reuniones, proyectos y algunas modificaciones para ajustarlo a los condicionantes urbanísticos y patrimoniales, el Ayuntamiento ha abierto la licitación para materializar las primeras actuaciones en parte de Vega Baja, concretamente en un área de 28.242,38 metros cuadrados, la unidad de actuación número 1, a lo largo de la Avenida Mas del Ribero, entre el Campus de la Fábrica de Armas y Santa Teresa, una zona BIC y arqueológica.
Esta primera actuación en Vega Baja, con un coste aproximado de 824.000 euros -500.000 a cargo del Ministerio de Cultura y 324.000 del Ayuntamiento-, se centrará en la limpieza, puesta en valor de restos arqueológicos, construcción de sendas, de un carril bici y adecentamiento de la torre existente.
Según se describe en el pliego de condiciones de este procedimiento abierto simplificado, el objetivo del contrato consistirá «en adecuar parte del yacimiento de restos del poblado visigodo para hacerlo visitable». Y para ello también es necesario acometer una mejora en el espacio público que se tomará como modelo para otras fases más avanzadas del proyecto en otras localizaciones de Vega Baja.
En este caso, parte de la filosofía de este convenio marco, que sustituyó al primigenio plan especial pasa por llenar de vida Vega Baja y abrirla al público para que pueda disfrutar del parque arqueológico, de paseos y zonas de ocio que ayudarán a integrar esta solitaria zona de la ciudad con una localización tan céntrica. Y para lograrlo los restos arqueológicos desempeñarán un papel protagonista, pero la adecuación de los trazados y la recuperación de la vegetación también será fundamental a pesar de estar condicionada a áreas libres de restos.
En este sentido, el Ayuntamiento ha tenido que modificar el proyecto varias veces para ajustarse a los criterios exigidos y las especies más adecuadas, con lo que está previsto la plantación de olmos en las «zonas indicadas y arrasadas», que se completará con islas de vegetación y floración que ayudará a cuidar la estética y el colorido en Vega Baja.
La tardanza del proyecto se ha llevado críticas por parte de los grupos de oposición en el Ayuntamiento desde hace meses. Incluso en la comisión de Urbanismo del pasado lunes apuntaron que se echa en falta un plan especial para Vega Baja que garantice la materialización global del proyecto y no esté sujeto al arbitrio de los cambios de partidos en las administraciones.
La propuesta. El área elegida para estas primeras actuaciones, que al este linda con la conocida senda de las moreras, está limpia de construcciones, a excepción de una vivienda unifamiliar situada en el extremo suroeste. Sin embargo, los terrenos están salpicados de restos del yacimiento arqueológico que se pretenden poner en valor.
El contrato, con un plazo de ejecución de cinco meses y una posibilidad de empleo de diez trabajadores según los cálculos, también se centrará en la adecuación del entorno «con elementos no invasivos y reversibles» que puedan extrapolarse al resto de Vega Baja en futuras actuaciones. Por tanto, el proyecto básico refleja la creación de unos «caminos de jabre compactado que servirán de acceso a todas las zonas del parque». Además, se implementará con mobiliario urbano, concretamente, bancos, papeleras, balizas de iluminación y atriles informativos.
La torre de esta parcela, de 25 metros cuadrados, también tendrá su importancia dentro del proyecto y está previsto que se adecue «para la visión global del yacimiento», como se desprende de la documentación del contrato.
Esta primera intervención también comprende la construcción de un carril bici en paralelo a la avenida Mas del Ribero, «en la cota de la parcela y no del propio vial», que partirá de la calle Lucas Jordán y terminará al final de Aprendices. Debido a las condiciones del terreno será necesario adecuar la pendiente para que case con las cotas de las sendas peatonales.
Asimismo, la senda existente a la altura del hospital Solimat se nivelará con taludes laterales para conseguir una pendiente menor al 6% a fin de que el itinerario sea accesible, pueda comunicar la Avenida Mas del Ribero con San Pedro el Verde y permita eliminar las escaleras actuales. La obra se rematará con la reposición del acerado.
Otras actuaciones. Todas estas obras se completarán con la iluminación y el riego. Aunque ambas intervenciones no sean vistosas en comparación con el proyecto en sí, también están obligadas a guardar la estética y cumplir con una serie de condiciones para garantizar un buen acabado. Sin más, el proyecto contempla la acometida eléctrica de baja tensión desde el punto más cercano de suministro municipal a modo subterráneo, puesto que es necesaria la instalación de luminarias a lo largo de caminos, zonas ajardinadas, restos arqueológicos y o tras áreas estanciales. Se trata principalmente de luz de ambiente y se tendrá en cuenta «las características paisajísticas y patrimoniales».
Por otra parte, la red de riego se instalará por caminos y espacios sin restos arqueológicos, siempre «por terreno natural» para garantizar y respetar al máximo la zona.
El presupuesto de ejecución señala que las actuaciones en los restos arqueológicos costarán más de 107.000 euros, pero aún así la partida más cara se reservará a pavimentos y acabados, con un coste de 179.884 euros. La iluminación superará los 40.000 euros de gasto y las labores de jardinería sobrepasarán los 95.000 euros en esta fase.