Ellen Lange (profesora e ilustradora, ganadora del último cartel de fiestas de la ciudad) es una toledana del Casco de nacionalidad noruega. Aunque vive allí desde hace cinco años, en realidad su aventura de amor con Toledo se inició en los noventa, cuando su madre, historiadora del arte, quiso tener aquí una vivienda para pasar sus vacaciones. Desde muy niña, Ellen ha tenido siempre el deseo «de venir a esta ciudad tan especial», y ha visto su evolución.
Una evolución que en los últimos seis años ha supuesto grandes cambios. Ellen ve que desde el Año Greco «todo vale, cualquier tipo de turismo, de cualquier manera, de cualquier forma». Ve planes que le preocupan muchísimo, como Puy du Fou, «que creo que es un error enorme, porque con la escusa del Puy du Fou tienen que hacer más hoteles en el Casco, y se están dando demasiadas licencias para hoteles, y esto ya no está siendo un Casco histórico agradable, ni para el turista, ni para los que vivimos aquí, es una especie de parque temático». Contra esta turisficación, Lange apuesta por un mayor cuidado del patrimonio, de las viejas artesanías, del viejo barrio. Todo ello, apunta, traería más dinero, porque conseguiría un turismo de mayor calidad. Y una ciudad cuidada deja más dinero que el turismo actual.
La gran preocupación de Lange es que Toledo, a la postre, pierda su esencia. Los políticos «no pueden estropear el legado de cientos y miles de años, tienen que cuidarlo para futuras generaciones, que vean lo que ha hecho de Toledo algo tan especial». Ella incluso ha hablado con miembros de la Real Fundación para ver la posibilidad de organizar conferencias que aborden otra forma de hacer turismo, que se base, por ejemplo, en la construcción de hoteles que tengan en cuenta, por ejemplo, la economía circular, el reciclaje tanto en los muebles, como en los inmuebles, «eso es el futuro». Está preocupada por la turisficación y ante el hecho de en Toledo a la larga los turistas puedan encontrar las mismas cadenas de comida y los mismos recuerdos que en cualquier ciudad. Hay experiencias en el norte de Europa que persiguen, por ejemplo, perpetuar el comercio de proximidad, que aporta algo distinto. Hay apuestas, por poner un ejemplo, de desayunos con amor y comida ecológica, que aquí solo ve en alguna panadería artesana.
Pero el turismo no es el único problema:no hay viviendas para familias, ni espacios verdes, casi ni árboles, ni apuesta por los más jóvenes, universitarios que traigan más alicientes al Casco que el turismo y los hoteles.
Vida cultural. Ellen está preocupada, porque no le gusta vivir en la queja. Le encanta disfrutar de la vida y la cultura, como la música en vivo y el teatro que se encontró en Toledo cuando llegó. Pero poco a poco se ha ido matando esa vida cultural, prohibiendo conciertos.
En el fondo, Ellen es optimista sobre el futuro de la ciudad, cree que «todavía estamos a tiempo», con conferencias y estudios, «todavía se pueden hacer un montón de cosas, llegando a las personas correctas».