El clan de los descendientes de Alí ben Ziryab al-Kuti al-andalusí -originario de Toledo que abandonó la ciudad el 22 de mayo de 1468 estableciéndose en Tombuctú- ha logrado conservar 12.714 manuscritos, entre ellos 100 manuscritos relativos a los moriscos y cristianos de la época de Yawdar Pasha de Cuevas del Almanzora, 70 de judíos sefardíes, 6.844 de los Quti toledanos y 5.870 manuscritos de cartas de la corte imperial de los Askia, diplomas de estudio, consultas jurídicas y textos de varios autores andalusíes.
Parte de esta colección, la única nacida en Europa y conservada en África, puede contemplarse en la Biblioteca de Castilla-La Mancha (sala Borbón-Lorenzana» hasta el próximo 26 de octubre bajo la denominación ‘Fondo Kati: De Toledo a Tombuctú’. La muestra, auspiciada con motivo del 550 aniversario de la salida de Toledo del juez musulmán Ali ben Ziyad al-Quti llevando consigo los legajos que dieron origen a esta biblioteca, relata en manuscritos la historia de un patrimonio -universal- gestado por quien, al dejar su casa, así lo atestiguó: «Lloro mi país, lloro mis dominios, lloro mi qadiya, lloro mis bienes, lloro mi tierra, lloro mi vida, lloro mi exilio, lloro, lloro, estoy en exilio. Os lo digo, os lo digo, y lloro mi tierra, lloro mis hijos, lloro mis bienes, lloro, lloro, la tierra de los Godos».
El legado fue completado por hijo, Mahmud Kati, que añadió a esta biblioteca los de su tío, el emperador Askia Muhammad. Así, entre los documentos que se exponen, destacan los poemas de al-Sharishi (el Jerezano), manuscrito número 12120 Fondo Kati que perteneció a Mahmud Kati I (27 septiembre 1593), o el número 7.000 del fondo, con la ilustración a mano alzada de una tienda tuareg. Se hace adecuado señalar que se ha integrado en este recorrido toledano un conjunto de cuatro manuscritos sefardíes, ya que los judíos se instalaron en diferentes épocas en la Curva del Níger y los Kati, a partir del siglo XVIII, se casaron con mujeres de su estirpe. La última, es la del marroquí Mordokhai Aby Serur quien fundó la Sinagoga de Tombuctú y de Azan Léon el Hebreo, un sefardí del Tazirwalet.
«Lloro mi exilio, lloro la tierra de los Godos» - Foto: VÁctor BallesterosJunto a ellos, y ocupando dos estanterías, se exhibe el conocido como ‘El Atlas catalán’ o Mapamundi de los Cresques, un mapa del siglo XIV que cubre todo el mundo conocido por los europeos de aquel momento y que constituye una de las obras cartográficas más importantes de la Edad Media. No está firmado ni datado, aunque se sabe que la fecha aproximada de producción es el año 1375 por el registro que figura en el calendario que incluye. Se atribuye su autoría al judío mallorquín Abraham Cresques. Es, además, el primer atlas conocido que incorpora una rosa de los vientos, y es la primera constancia cartográfica de la ciudad de Tombuctú situada con precisión.
El Tratado de Derecho, manuscrito número 6566 autoría de Abû Ishaq Ibrahim b. Abd al-Rahman al-Gharnati, evidencia la importancia contenida en todos los manuscritos Kati al poseer notas en sus márgenes. La diferencia entre estos y los escritos de su puño y letra por los Kati, está en que estos hacen directamente referencia al texto, cuando las marginalia - notas, glosas y comentarios editoriales hechos en el margen de un libro- de los Kati no tienen nada que ver con el texto. Son 7119 notas de actas de compra-venta, cartas del emperador Askia Muhammad Sila, antología de poesías andalusíes, tratado de medicina, observaciones astronómicas y astrológicas, actas de nacimiento, de fallecimiento, diarios... que permiten seguir tanto la historia como el pensamiento de estos godos convertidos al Islam, a lo largo de su exilio, de Toledo y Granada a Tombuctú, durante el siglo XV. Además, cada manuscrito tiene su propia historia: quién lo compró, dónde, cuál fue su precio o cómo se convirtió en un regalo de alguien.
Medalla de Oro de la ciudad de Toledo. Ismael Diadié Haidara, descendiente de Ali ben Ziyad y actual custodio y guardián de esta biblioteca, recibió en 2014 de manos de Emiliano García-Page la Medalla de Oro de la ciudad de Toledo, concedida por el Ayuntamiento en reconocimiento y valoración de los esfuerzos personales realizados por la Familia Kati para conservar y mantener una biblioteca con documentos únicos sobre la historia medieval de España y difundir este patrimonio documental.
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Ya entonces, bajo el auspicio de la Fundación DKV, se aseguró que las ciudades de Toledo, Jerez y Tarifa están trabajando en un proyecto que permitan la salvaguarda de este fondo y su puesta al servicio de los investigadores y estudiosos en nuestro país. Hasta la fecha, Diadié no ha logrado cumplir el deseo de instalar traer parte de su biblioteca en Toledo a pesar de los anuncios y las muchas conversaciones mantenidas. No persiste, sin embargo, en esta idea porque, como apuntó en su día, «será como cuando un hijo vuelve a los brazos de su madre».