Todos sabemos lo que es una noche sin dormir. Sin duda, particularmente en las tórridas y asfixiantes del mes de agosto, hemos experimentado una auténtica 'noche toledana'. Pero, para la mayoría, esto no deja de ser más que un momento puntual, algo que no quisiéramos padecer, pero que al día siguiente se soluciona con una buena siesta o con un descanso plácido al finalizar la jornada. Quizá, por ello, no podemos hacernos a la idea de lo que es una vida afectada por el insomnio de modo permanente, una realidad mucho más extendida de lo que parece. Nos resulta incomprensible, inexplicable, que lo que no deja de ser una mala noche aislada, sea la vivencia cotidiana de muchas personas.
A estas viene a dar voz un original ensayo, el escrito por una de las más interesantes promesas de nuestra narrativa, David Jiménez Torres. Tal vez hayan podido leer alguna de sus columnas semanales en El Mundo, en las que analiza con especial intuición la actualidad; o comprendido mejor, de su mano, el problema catalán, que disecciona en 2017. La crisis que cambió España; o desconectado con alguna de sus novelas, como Cambridge en mitad de la noche. En su labor de historiador ha realizado un profundo y sugerente estudio de los orígenes del pensamiento conservador español, analizando, desde su formación anglosajona, la figura de Ramiro de Maeztu. Como ven, un autor polifacético, riguroso, profundo, concienzudo en sus trabajos, que abarcan un caleidoscopio muy amplio de temas. He de añadir también que se trata de un excelente compañero de Facultad.
Todas estas características, aliñadas con su experiencia personal de insomne casi perpetuo, que confiesa con el 'siempre he dormido mal' que da inicio al libro, se plasman en El mal dormir. Un ensayo sobre el sueño, la vigilia y el cansancio, publicado –y ya va por la segunda edición- en esa editorial tan interesante como es Libros del Asteroide. Un libro que, con gran originalidad, extraordinaria erudición, clara prosa, aborda las múltiples facetas de la vida, esencialmente nocturna, de quienes padecen la falta de sueño. No falta la evocación histórica, ni la presencia de la poesía; aparecen los recovecos del alma, las confesiones inconfesables y la comunión con esa cansada legión que, cada noche, afronta una terrible, ignota y desalentadora batalla mientras Hipnos, amante desdeñoso, se aleja impasible. El dato científico se acompaña con la ironía sutil. La revelación más íntima se mezcla con la rebelión desesperada. Lo lúcido se entrevera de lo irracional y terrorífico.
He de confesar que ha sido una obra que me ha sorprendido, descolocado, hecho pensar, y, sobre todo, disfrutar mucho. Me he visto reflejado en algunas situaciones que el autor nos comparte y me he deleitado con su rica prosa, una muestra más de la exquisita tradición cultural británica en la que, de modo natural, está inmerso.
Un libro que les quitará, si se sumergen en él, el sueño.