Las Jornadas de Literatura de Terror que bajo el título «Los moradores de las tinieblas» han tenido lugar en la Facultad de Humanidades, el Palacio de Benacazón y la Librería Hojablanca, con la colaboración de las editoriales Valdemar y Páginas de Espuma, y con el patrocinio de Cervezas La Cibeles, podrían volver a celebrarse el año que viene. Así lo manifestaron durante la cuarta y última sesión dos de sus organizadores, Ana Pinel Benayas y Víctor Martín.
Aunque la primera parte de esta sesión, titulada «De Hellraiser al Doctor Sueño. El terror en el siglo XXI», iba a ser ofrecida por el escritor Carlos Sisí, un problema de coordinación obligó a Pinel y Martín a llevar las riendas de un debate que tuvo lugar en la planta superior de la Librería Hojablanca. El encuentro, en la línea de la ponencia inicialmente prevista, giró alrededor de qué asuntos mueven a los escritores de terror en nuestros días. «Ya no se trata del miedo a los vampiros o a los zombies que se tenía hace veinte o cincuenta años. Creo que los jóvenes -manifestó Pinel- sentimos miedo del futuro, de la precariedad, del cambio climático… Frente a la literatura de terror más clásica, creo que esos elementos donde más están presentes es en lo que solíamos llamar ciencia ficción». En ocasiones, continuó, a costa de reinterpretar relatos clásicos del género.
La «crisis de los autores de terror», como fue definida por uno de los asistentes, fue otra de las cuestiones que se abordaron en la tertulia. «Llevamos veinte años ya contando la misma historia de zombies», se señaló. «Es muy representativo que el autor revelación de los últimos años, Joe Hill -autor de títulos como El traje del muerto, Cuernos o la más reciente NOS4A2 (es decir, Nosferatu), exitosamente adaptada como serie de televisión-, sea hijo de Stephen King». La fecundidad creativa de este último, la presión de las editoriales sobre los autores -o, por el contrario, las alternativas que puede ofrecerles la autoedición-, así como la posibilidad de incluir en futuros encuentros perspectivas sobre nuevas formas de terror, o formatos como el terror en el cómic, se debatieron también.
Posteriormente, cerró estas primeras Jornadas de Literatura de Terror, que han contado con un gran seguimiento pese a celebrarse en semanas y sedes diferentes, un club de lectura en torno a la novela El ojo de Dios, de David Luna.
Dirigidas por Marina Villalba Álvarez, profesora titular de la Facultad de Humanidades de Toledo, estas jornadas -cuyo punto de partida fue el ciclo 12 horas con Toledo, celebrado en 2018- han sido un raro pero magnífico ejemplo de colaboración entre el mundo universitario y las pequeñas empresas. Un soplo de aire fresco (sin perder a cambio densidad académica) dentro del formato de las actividades organizadas por la Facultad de Humanidades en estas fechas, como los Seminarios de Otoño o la fiesta de su patrona, Santa Catalina, que fue celebrada la semana anterior. Sin lugar a dudas, sería interesante mantenerlo e incluso promocionarlo más a lo largo de futuras ediciones.