Desde mi infancia, me acompañó siempre la venerable sombra del hecho histórico acaecido en el ruedo de los Jardines del Prado en 1920, momento en el que en aquella arena caía para siempre Joselito el Gallo. Y siempre a su lado aparecía la figura del que fuera alter ego aquella tarde: el toro Bailaor, de la ganadería de la Viuda de Ortega. La curiosidad de un chiquillo, se fue acrecentando y dada mi formación como veterinario, y mi apasionamiento por todo aquello relacionado con el toro de lidia y con la ciudad que me vio nacer, existía el prurito de averiguar el qué, cómo, cuándo y dónde de aquella ganadería.
Lo primero, la calumnia y la maledicencia: que si era de origen desconocido, que si no estaba inscrita en ninguna asociación, que si los toros estaban toreados, que si una especie de maldición había hecho llegar a Bailaor a sustituir a otro de los toros escogidos para aquella tarde, que si esto, que si aquello, muchas excusas y casi ningún hilo del que tirar, más allá de las obras de Tiburcio Serrano (1989) y de Alfredo Pastor y José María Gómez (1995). Es hora de aclarar muchas cosas sobre la gran afrentada de este hecho, la ganadería de la Viuda de Ortega.
La así llamada debía su nombramiento a una señora originaria de San Bartolomé de las Abiertas y las Herencias, llamada María Josefa Corrochano Sánchez (1849-1924), que había enviudado de D. Vicente Ortega, labrador propietario de Talavera de la Reina, propietario de las dehesas de Santa Apolonia, campos de encinar bajo y onduladas pendientes que se complementaba con las praderas y pastos pantanosos de otra finca también de Talavera de la Reina, llamada Prado el Arca.
Las estructuras de los toriles son las originales de principios del siglo XX. - Foto: Andrés Caballero OrtegaLa decisión de Venancio Ortega (hijo mayor del matrimonio Ortega Corrochano) de ser ganadero no había sido bien recibida, por lo dudoso que el negocio de ganadero de bravo significaba ya en aquella época. Así, lo primero que hizo en su finca de Santa Apolonia, cerca de la ermita, fue construir una plaza de tientas de ladrillo y piedra, sin burladeros y con troneras para guarecerse de las embestidas de los animales. Pues en la ganadería de la Viuda de Ortega se tentaba la totalidad de las hembras.
La compra de las vacas se hace en dos lotes de 25 eralas a lo largo de los años 1909 y 1910 directamente al Duque de Veragua y Venancio Ortega quiere un semental del Conde de Santa Coloma, que no terminará de llegar, y que hace que finalmente sea el semental Espartero de la ganadería de D. Amador García (vacada formada con reses de origen mostrenco y jijón en la que había padreado con éxito un toro de Miura) el primer semental de la Viuda de Ortega.
Para señalar el ganado de su vacada, se eligió la O que iniciaba el apellido, como divisa el azul y el blanco que forman parte de la bandera de Talavera y parece que la señal fue rabisaco en ambas. El mayoral fue Julio de las Heras Sanabria, conocido como ‘El tío Julio’.
Reproducción de las cartas entre el duque de Veragua y D. Venancio Ortega cedidas por Vicente María Leyva Ortega en los años 80 al Club Taurino Talaverano.Llegado el año 1913 al toro Espartero se le diagnostica hormiguillo, una enfermedad muy contagiosa de la pared del cuerno que se consideraba hereditaria. El resultado fue que se sacrificaron, en el matadero de Talavera, el toro y todas sus hijas. Los machos, por defectuosos se lidiarían en novilladas.
Es necesario sustituir al semental. La oportunidad surge tras la llegada a Talavera del ganadero madrileño Dionisio Peláez, que había desplazado su ganadería desde la sierra madrileña. En esta ganadería venia un semental de nombre Canastillo, número 40, negro mulato, con el hierro del Conde de Santa Coloma, bajo de agujas, corto de manos, fino y recogido de defensas, con muy buena nota de tienta y de una de las mejores reatas ibarreñas.
Los primeros machos de la ganadería se lidian en la plaza de toros de Talavera el 16 de mayo de 1915 para: Cortijano, Manolete II y Torquito II. El primer novillo se llamó Carrascosa, número 5 y de pelo jabonero sucio, contaba 4 años. Los machos de las siguientes camadas se lidian en novilladas, principalmente en Talavera (1916 cuatro festejos, en 1917 serían 2 festejos) y en pueblos cercanos. En 1917 se lidiaba en Talavera la última de las camadas de Espartero en septiembre.
Tras el año 1918 en blanco, en 1919 llegaba el debut de la ganadería en una corrida de toros. Fue en Alcalá de Henares en agosto, en el cartel Paco Madrid, Algabeño y Sánchez Mejías en un encierro con toros negros, bien criados, bonitos y de buen comportamiento.
La siguiente cita va a ser el 16 de mayo de 1920 en Talavera. Una corrida se hacía de especial interés para la familia ganadera de los Ortega. En Prado del Arca, se eligieron seis toros para Gallito y Sánchez Mejías, fueron: Manigero: num. 4, de pelo negro. Golondrino: jabonero sucio, número 1, Carpintero: número 15, negro, Batanero: número 8, negro bragado, Bailaor: número 7, y Comisario: negro bragado, número14. Se presentaron a quien era empresario para aquella tarde, D. Leandro Villar, amigo de Joselito y de su hermano Rafael, que desechó el toro Carpintero, por desigualar el lote, incluyendo al toro Cuquillo, número 13 y negro de pelo. Días antes de la corrida, el toro Golondrino, que había sido escogido por Villar para que saliera en quinto lugar para Gallito, se estropeó un cuerno y hubo de sustituirse por otro toro: Corquilloso, número 9, de pelo negro zaino y que se iba a lidiar en sexto lugar.
El resultado de aquella tarde es por todos conocido, los toros, duros de patas, broncos, correosos cumplieron en varas y despacharon 16 de los 31 caballos preparados para el tercio.
Desde la corrida del 16 de mayo de 1920 hasta su venta en 1932 la ganadería de la Viuda de Ortega pasó por algún que otro percance como me pone en conocimiento el gran historiador talaverano D. Jaime Olmedo, fruto de sus investigaciones. Como fueron los percances de Montes, Silveti, Litri, Currillo, Chatillo, Armillita, Antonio Martín Perales, Emilio Ortega y Antonio Sánchez.
Pero no dejó de ser una ganadería reconocida y apreciada por los aficionados más puristas y amigos del toro. De ahí que fuera la protagonista por ejemplo de la novillada de los ferroviarios de Cáceres en la que se lidiaron vacas y los toreros fueron los trabajadores del ferrocarril en 1920. O la novillada en la que el mexicano Gaonita se encerró para obtener fondos para los soldados heridos en la guerra de África. En 1925 en el coso talaverano fue la ganadería de la alternativa de Armillita (que resultó cogido) de manos de Marcial Lalanda. En 1929 en noviembre se anunciaba que iba a lidiarse en la feria de Lima. En el mismo año, toros y novillos de la Viuda de Ortega se anunciaron para la inauguración de la plaza de Jaraiz de la Vera.
En 1924 fallecía Dª Josefa y la ganadería pasaba a nombre de D. Venancio Ortega, quien en el año 1931 se inscribía en la Asociación de Criadores de Reses Bravas, para en el año 1932, vender la ganadería a D. Manuel Blanco. Con este propietario se lidiaron los últimos toros con el hierro de la O en Talavera el día 16 de mayo de 1935 con los toreros: Fermín Espinosa Armillita Chico, Luis Gómez El Estudiante y Antonio García Maravilla; los ejemplares fueron Polvorino, Espantavivos, Africano, Barrenero, Lunares y Cardillero. El empresario de aquella tarde fue D. Fidel Llorente.
Lo siguiente que sabemos de esta ganadería es que se vendió y que sus últimas vacas recalaron en la ganadería, también perteneciente a la Asociación de Ganaderías de Lidia, de D. Severo García García, de Castillo de Bayuela.
En los 23 años de la ganadería era habitual en Talavera, Vista Alegre y Tetuán de las Victorias y también lidió en las plazas de: Cenicientos, Alcalá de Henares, Olivenza, Muro, Villamayor de Santiago, Puente del Arzobispo, Verapalma, Móstoles, Villanueva de la Reina, Toledo, Montserrat, Fuente de San Estaban, Lima, Jaraiz, Segovia, Valladolid y Los Navalmorales para lidiar 36 novilladas (casi todas picadas), 25 corridas de toros y en tres ocasiones destinó toros para rejones.
*Álvaro Ignacio Muñoz Cardona. MVZ. Universidad Alfonso X el Sabio