No ha sido la pandemia. Ni es un cierre definitivo. Se trata más bien de un ‘hasta luego’, pero la verdad es que la desaparición del cartel de la Fábrica de Espadas Zamorano en el rincón de la calle Ciudad, en pleno corazón del Casco Histórico, ha causado cierta conmoción entre los toledanos.

Las redes sociales daban la alerta anunciando en la mañana de ayer la retirada del cartel, y rápidamente comenzaron a surguir las primeras especulaciones. Con el actual panorama, sin visos de que amaine la pandemia y vuelva el turismo, y decenas de locales cerrando sus puertas por la crisis, muchos pensaron que había llegado el fin de Zamorano y sus espadas.

Pero no es del todo así. Es cierto que, después de 70 años con el cartel en la puerta -un letrero que se ha convertido en todo un icono del Casco-, la Fábrica de Espadas Mariano Zamorano tiene que cerrar al no renovar el aquiler con el nuevo propietario de local. Ese inmueble pertenece a la antigua propiedad del convento de Santa Úrsula, que fue hace unos años vendido y cuyo nuevo propietario no ha llegado a un acuerdo con los espaderos para mantener allí la actividad.

Con todo, desde la propia empresa afirman que continuarán atendiendo los pedidos desde la página web y que están en negociaciones con el Ayuntamiento para que les permitan volver a abrir en el Casco, ya que al ser un industria -artesanal y espadera, pero industria al fin y al cabo- necesitan de permisos especiales.

El cartel de Zamorano ha salido en películas míticas como Tristana (1970), de Luis Buñuel, y lleva allí, con alguna que otra actualización, desde que en 1951 abriera sus puertas.

Primero el taller lo regentó Mariano Zamorano, padre, y luego su hijo, del mismo nombre, tomó el relevo hasta que hace poco decidió jubilarse. Santi Encinas se encarga ahora del negocio y, como han confirmado en las redes sociales, esperan volver en breve; y si es al Casco mucho mejor. Mientras, siguen trabajando y dejando en sello de Zamorano en espadas como las de la última serie del Cid para Amazon.