La solución definitiva para Vega Baja nunca ha estado tan cerca de hacerse realidad. Ese es el compromiso asumido por el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de Toledo y la Junta de Comunidades, que están ultimando la redacción de un convenio que les permitirá trabajar en esta zona de gran valor arqueológico de forma continuada y coordinada, lo que permitirá la conservación y puesta en valor del yacimiento.
Las negociaciones a tres bandas, que se han desarrollado de forma discreta, han permitido cerrar las principales cuestiones. Entre otras que el acuerdo incluye a tres de cuatro los Bienes de Interés Cultural que hay en la zona: parque arqueológico Vega Baja, Circo Romano y Cristo de la Vega. Aunque no se descarta que también termine por entrar el BIC de la Fábrica de Armas, en parte de cuyos terrenos se asienta el campus de la Universidad de Castilla-La Mancha.
La intención de las tres administraciones, que actuarán de forma ‘colegiada’ sobre el terreno y con un único punto de vista técnico, urbanístico y patrimonial, es no sólo aportar presupuesto propio a la financiación de las labores de conservación de los restos como de los valores paisajísticos de la zona, sino también poder optar a fondos europeos con los que poder intervenir de forma más intensiva para superar un abandono que ya se prolonga por espacio de quince años.
Para evitar que cada administración actúe por su cuenta, como ha venido pasando en la última década, las tres instituciones planean definir un nuevo ente en el que las tres estén representadas en su Consejo de Administración. La fórmula jurídica que adopte el nuevo organismo está todavía por definir pero se concretará en las próximas semanas. Lo que parece ya fijado es que será un ente con personalidad jurídica propia y de nueva creación.
El convenio, que será firmado en las próximas semanas, tendrá también ‘efectos colaterales’ positivos. Dos son los más evidentes. En primer lugar, el consenso interadministrativo facilitará la redacción y aprobación del Plan Especial de Vega Baja, cuyo análisis preliminar ha sido ya presentado por Joan Busquets+BAU Arquitectura.
El segundo, y tal vez el más enquistado por el paso del tiempo, es que el acuerdo para actuar de forma conjunta sobre el Vega Baja y su perímetro de BIC es el desbloqueo de la ficha urbanística de Vega Baja en el nuevo Plan de Ordenación Municipal (POM)de Toledo. Tras la paralización del proyecto de construcción de 1.300 viviendas, los derechos urbanísticos siguen manos de la Junta de Comunidades, que tuvo que indemnizar a las empresas adjudicatarias de las diferentes parcelas.
El acuerdo a tres bandas vendrá a solucionar un problema enquistado desde que el 26 de julio de 2006, el presidente regional, José María Barreda, paralizaba la urbanización de los terrenos, pero que lleva dando quebraderos de cabeza a las administraciones desde diciembre de 1999, fecha en el que el Ayuntamiento de Toledo aprobó la compra del terreno al Ministerio de Defensa.
Casi quince años después de la salida de las máquinas, Vega Baja es un paraje dominado por la vegetación y las malas hierbas. Aquí y allá conviven los restos con las casetas de obra que albergaron los trabajos de excavación arqueológica y los tímidos intentos de divulgar unas tareas cuya información era suministrada con cuentagotas a la opinión pública. En uno de sus extremos, en dirección a la Carretera de Ávila, aún subsiste parte de un colector subterráneo que nunca debió ser excavado y que causa tanto sonrojo como sensación de abandono, como si un fantasma anterior a la crisis fuese a regresar. En todos estos años, tan sólo la senda de las Moreras, aún incompleta, ha permitido al menos hacer permeable para los ciudadanos un suelo que forma parte de su Historia con mayúsculas.