Fin del misterio. El vertido de gasoil que lleva contaminando desde el pasado mes de agosto el acuífero del Casco Histórico y que afloró en un pozo de un inmueble particular de la calle Cuesta de la Ciudad, procede finalmente de un edificio propiedad del Arzobispado de Toledo.
En concreto, se trata de la caldera de calefacción del número 12 de la calle Trinidad, inmueble en el que se sitúan tanto Radio Santa María como el Canal Diocesano.
En verano, la primera vez que se tuvo noticia del vertido en las páginas de La Tribuna, el Arzobispado revisó todas sus instalaciones, sin encontrar el origen del problema. Ahora, después de que el Ayuntamiento de Toledo, en colaboración con el trabajo de los agentes medioambientales de la Junta de Comunidades, haya procedido a drenar más de 3.000 litros de agua contaminada de los pozos (ya afecta a tres) del inmueble donde se descubrió todo, y el fuel siguiera aflorando, el personal de Arzobispado ha vuelto a revisar en profundidad todas sus instalaciones, descubriendo el presunto origen del vertido de combustible en una tubería enterrada. Hasta que no se ha procedido a realizar una roza en el suelo para comprobar su estado no se ha descubierto la zona por se fugaba el combustible de la caldera. La rotura no estaba visible y el combustible se filtraba por el subsuelo, hasta terminar en el acuífero del Casco.
Así, una vez se proceda a cortar la pérdida de gasoil y su filtración al subsuelo de la ciudad, lo primero que habrá que afrontar es la retirada de todos los litros de agua contaminada y determinar los daños ecológicos causados. El Arzobispado de Toledo, desconocedor de la avería, se pone a disposición de las administraciones para encontrar una rápida solución al problema.
El pasado 9 de agosto este diario dio a conocer la situación, denunciada por el propietario del establecimiento ‘Entorno Toledo’, Julián Baños. Ese inmueble cuenta con tres pozos, dos de posible origen árabe y uno romano, y el fuel había comenzado a aflorar en uno de ellos, datado durante el periodo de dominación musulmana en la ciudad.
La situación en un primer momento no encendió las alarmas de las distintas administraciones, que aunque se molestaron en tomar las pertinentes muestras, no le dieron mayor importancia al vertido. La mejor prueba de ello es que ni siquiera se requirió la presencia de ningún agente medioambiental de la Junta de Comunidades, agentes de la autoridad y policía judicial en esta materia.
Cuando hace una semana, con las recientes lluvias, subió el nivel freático, también afloró más gasoil, y entonces sí que se requirió a los agentes medioambientales de la Junta, que volvieron a tomar muestras del vertido. Por cierto, muestras totalmente coincidentes con el primero, que evidenciaban que se trataba de gasoil de calefacción.
El Arzobispado por su parte, sí que se ha preocupado desde un primer momento del tema, ya que en agosto revisó las calderas del Palacio Arzobispal y de la calle Trinidad, pero el hecho de que procediera de una tubería soterrada hizo que en un primer momento no se descubriera el origen.