Hoy comienza la XXI Edición del Simposium Nacional del Sector Funerario, que está vez se celebra en Toledo. ¿Qué novedades trae este congreso que lleva a sus espaldas ya veinte ediciones?
Nosotros vamos en paralelo a la evolución de la sociedad. Esta vez abordamos dónde estamos y hacia dónde vamos. Varios ponentes van a hablar del presente, de qué puede conseguir el sector y cuáles son las novedades. Si echamos la vista, atrás en uno de los simposium tratamos la música y ahora se habla del código QR. El sector procura siempre estar a la vanguardia.
El programa cuenta con la intervención de una abogada, Elsa Gutiérrez, que abordará la importancia del testimonio vital; con José Enrique García Mérida, presidente del Consejo Regional de Mediadores de Seguros de Castilla-La Mancha; con Santiago Romera, socio director de 'Área XXI', que tratará cuestiones de la auditoría interna; con Pedro Sangro, otro abogado que entrará en el derecho de uso de tanatorios, entre otros ponentes. Además, contaremos con una importante primicia hoy, la presentación del libro de los 175 años de la Funeraria San Román.
¿Los clientes van buscando esos avances o son las funerarias las que los van introduciendo?
Lo que van demandando los clientes, aunque también hay que ver cómo funcionan las grandes compañías, las funerarias familiares y otras más pequeñas. Tampoco es lo mismo el ámbito rural que el urbano. En las ciudades predomina mucho más la incineración que el entierro tradicional. Sin embargo, en las zonas rurales se mantiene mayoritariamente el tradicional.
A nivel nacional, se contabilizan más de un 40% de incineraciones anualmente, pero si hacemos esta división entre rural y urbano, en las ciudades las incineraciones se practican en más de un 60%, mientras en los pueblos no superan el 30% y en algunos muy pequeños no alcanzan el 10%. Las incineraciones suelen ir a más por muchos motivos, el espacio y el medio ambiente, entre otros, pero somos un país católico y el entierro tradicional sigue predominando.
Hablando de espacio, algunos cementerios, como ocurre con el de Toledo, lo tienen prácticamente agotado para inhumaciones. ¿Se comenta en esta clase de simposium este tipo de problemáticas?
Sí. En la primera mesa que se celebra hoy hay un ponente, Miquel Trepat, presidente de la Asociación de Funerarias y de Cementerios Municipales, que hablará de los proyectos de futuro de los cementerios. Los problemas de espacio se tienen muy presente.
La empresa Limbo Europe acaba de publicar un informe sobre la sostenibilidad en el sector funerario. ¿Se está avanzando hacia este modelo?
Sí, se está avanzando. Igual que Limbo también hay otras empresas de cierto nivel que pueden hacerlo. Cada vez se actualizan más. Todo empieza con la defunción y el entierro de una persona y sobre ello va girando la actividad funeraria. Es un sector que se preocupa por actualizarse.
Se suele hablar mucho del entierro y de las funciones de las funerarias, pero quizá no se habla tanto del duelo de las familias y de sus necesidades de atención psicológica.
Ya hay muchas empresas que tienen un psicólogo/a para ayudar.
¿Cómo ha afectado la pandemia a este sector en estos dos años?
Por desgracia, es un sector que no ha sido reconocido a pesar de la labor que hace. La atención sanitaria ha sido formidable, pero también el sector funerario la ha tenido y ha trabajado 24 horas al día. Se habla de todos menos de los funerarios. Sé que se trata de un tema tabú y ni siquiera los medios de comunicación profundizan en ello. Es una labor tremenda y nadie lo ha reconocido.
El papel de las administraciones en la actividad funeraria también es importante.
Sin lugar a dudas. Algunas de ellas están gestionadas por empresas privadas, funerarias o compañías de decesos porque conocen más el tema. Dentro de un Ayuntamiento suelen controlar mucho los empleados del cementerio, pero la mayoría de los políticos no tiene idea y se encuentran un poco descolocados y tienen que apoyarse en gente con experiencia. Las administraciones colaboran, pero también podrían hacerlo un poco más.
Llama la atención una reciente noticia que apunta que el Ayuntamiento de Córdoba va a obligar al uso de féretros ecológicos. ¿Es una apuesta por la sostenibilidad o una imposición que complica la actividad?
Con las obligaciones puede haber problemas y habrá que ver la legislación, que es lo más importante. Está claro que un ayuntamiento puede tener potestad para hacer determinadas actuaciones, pero también hay que tener cuidado con recurrir a obligaciones aunque sea por motivo ecológico. Es cierto que hace 20 o 30 años se usaban féretros barnizados, llevaban cruces y adornos, pero con el tiempo han ido desapareciendo por el medio ambiente. Igual este tema tendrían que tratarlo los abogados para ver si un ayuntamiento es competente y puede obligar a tomar este tipo de medidas concretas.
Hay empresas muy modernas y avanzadas respecto a materiales de urnas, féretros y forma de enterramientos. Todo ello estará muy vinculado a la normativa, ¿no?
Es la normativa la que dice o deja hacer algo o no. También es cierto que el sector respeta mucho el medio ambiente y todo lo que sean mejoras en este sentido, lo hacen. Desde hace tiempo trabaja por el medio ambiente aunque no sea vea y no se diga. No se descubre nada diciendo que se avanza hacia lo ecológico, pero es cierto que procura cada vez más que se contamine menos con los hornos crematorios.
Internet está muy presente en los hogares. ¿Se recurre al contrato de servicios funerarios a través de la web?
No tanto. Funciona más todavía el boca a boca. Las compañías de decesos tienen el 63 o 64% de las defunciones, el porcentaje restante es privado y podría hacerlo a través de internet, pero no suele ser así en la mayoría de los casos. Lo de internet empieza ahora.
¿Se observa una gran competencia entre las compañías de decesos?
Hay competencia, sin lugar a dudas, y cada una intenta ofrecer iniciativas novedosas o más económicas, pero hay bastante respeto. No tiene que haber guerra porque si una compañía ofrece unos servicios de una manera, otras pueden hacerlo de otra. Todas ofrecen lo básico, como poco.
¿La gente, en líneas generales, piensa que morirse es caro?
Depende del servicio que se ofrezca. No digo que sea barato, pero tampoco caro. Se firma una póliza en una compañía de seguros y eso ya se tiene, el resto dependerá de la demanda de los propios clientes. También hay que mirar que todas las empresas tienen sus costes y su personal. No es lo mismo que haya cien personas trabajando en una funeraria a que se tenga a dos trabajadores. El cobro depende de si se está en el ámbito rural o en una ciudad, y también hay competencia.
La gente suele quejarse de que todo es caro y los medios de comunicación únicamente hablan del sector cuando se produce un caso o un escándalo. Sin embargo, la actividad funeraria realiza 430.000 servicios anuales normalmente, sin contar con la pandemia, y aunque haya una queja no se puede generalizar a todo el sector.