Nuestro mundo, infinito hasta hace un par de meses, se ha reducido al radio de un triste kilómetro que devoramos, que observamos, que disfrutamos en cada paseo con una minuciosidad extrema y la triste mirada que esconde el luto por nuestros miles de muertos.
Con cautela, incertidumbre y esa brizna de ilusión necesaria para mantenernos vivos, sentimos que algo debe cambiar en nuestro entorno. Que sería imperdonable no aprender de esta tragedia. Los ciudadanos reclaman su sitio y más protagonismo tras las grandes decepciones y engaños que han sufrido en estos meses demoledores.
Aquí, en Toledo, somos muchos los que venimos diciendo desde hace tiempo que la ciudad no tiene un plan. Y ahora es preciso que se reinvente como referente de la cultura y del patrimonio, con propuestas innovadoras y certeras. Para ello, necesita un gobierno local valiente, que sepa convertir la crisis en oportunidad y decida peatonalizar el Casco Histórico. Ya. De una vez por todas y sin remilgos. A la vez, debe dar vida al corazón de Toledo favoreciendo que quienes quieran hacer de la zona histórica su hogar o el epicentro de sus negocios, lo tengan más fácil, creando ese nexo invisible y sólido entre vecinos y comerciantes, esencia durante décadas de la bulliciosa calle Ancha.
Que los gobernantes locales se olviden de los paraguas turísticos de colores, del ladrillo desbocado, que renuncien definitivamente a construir sobre una zona tan sensible como Vega Baja, que digan adiós a nefastos proyectos como el del cuartel de la guardia civil y que cejen en su empeño de echar cemento para ampliar el aparcamiento de Santa Teresa, gastándose 452.000 euros que ahora necesita la economía local.
Como bien han propuesto los comerciantes y hosteleros del Casco asociados en Distrito 1, Toledo ha de mirar al futuro desde otra perspectiva. No olvidemos nuestro río, que sigue siendo esquilmado durante este estado de alarma sin que la alcaldesa Tolón, del círculo de Sánchez, ni el presidente Page hayan levantado la voz para impedir que el expolio del Tajo se haya convertido en una maldita costumbre. Es preciso constituir un foro de personas de todas las profesiones, de todos los sectores, de todos los ámbitos, más allá de la política, que aporten sus ideas para que esta ciudad recupere un esplendor que perdió para dar paso a una tremenda mediocridad de iniciativas y de imagen.
Los toledanos seguiremos clamando por lo nuestro, exigiendo que la ciudad cambie de rumbo, que se reinvente con humanidad, con imaginación y con talento.