Gregorio Marañón no quiso dar una lección a los alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria Universidad Laboral de Toledo que llegaron al salón del actos del centro para escuchar su conferencia, quiso compartir una experiencia que arrancó con su primera visita al lugar «hace casi 37 años» cuando fue llamado para inaugurar la Semana Cultural celebrada allá por 1983, concretamente un 23 de febrero. Un mes después de la publicación de su artículo en ‘El País’ denunciando «la grave situación del patrimonio histórico de Toledo», y dos años después del intento fallido de golpe de Estado.
Fechas que aunque se contemplaban alejadas por buena parte del aforo -«sé que muchos de vosotros ni siquiera habíais nacido»-, sirvieron para ilustrar un panorama «en el que hay, afortunadamente, muchas diferencias» en el ámbito, por ejemplo, de las comunicaciones, pero en el que «lamentablemente el tratamiento del patrimonio no ha experimentado una mejoría de tal naturaleza». Por ello, y sabedor de que la sencillez en básica en la comunicación con quienes comienzan a ser ciudadanos, Marañón recorrió el camino andado en la defensa de «una ciudad ejemplo excepcional de nuestra cultura» en conjunción con los «innumerables logros» conseguidos por la entidad de la que es presidente de honor.
De hecho, y tras enumerar la creación del Consorcio, la celebración del Año Greco, el Plan de Mejora de las Murallas, el impulso del Plan Especial del Casco Histórico o el Plan de Cigarrales entre otros, apreció que «si sólo tuviera que nombrar uno de los logros» lo haría para destacar la paralización, en el año 2006, del proyecto urbanístico proyectado en la Vega Baja por parte del entonces presidente José María Barreda.
Y lo nombraría por la salvación de un «espacio único» aunque un responsable de los empresarios toledanos -Manuel Madruga- declarara hace pocos días que en el lugar «sólo hay cuatro zanjas y dos monedas», palabras «muy significativas que no sólo denota una inconcebible insensibilidad cultural, sino que alude al deseo» de hacer de Vega Baja, de nuevo, un objetivo urbanístico.
En este sentido, y consciente de que «13 años después la dejación de las funciones públicas» han vuelto a poner a este lugar «en grave peligro porque incomprensiblemente nada se ha hecho», quiso Marañón evidenciar que esta actuación «está dando alas a una campaña centrada en la inexistencia de restos arqueológicos» en la zona como si, añadió, «su paisaje no fuese suficientemente valioso». Porque, a la sombra de las manifestaciones escuchadas en los últimos meses, «se incita a pensar que ante ese vacío mejor hubiese sido llenarlo de viviendas».
Por «la creación de un gran parque». Y puesto que ya con la recalificación de «esos terrenos se privatizó un suelo que nos pertenecía a todos sin más ambición que la del lucro», el presidente de honor de la Real Fundación reiteró, como viene haciendo desde hace muchos -demasiados- años, la necesidad de «ordenar, reunificar y hacer pública toda la información de las campañas arqueológicas realizadas en toda la zona» a modo de «ejercicio obligado de transparencia» ya que, apuntó, «produce sonrojo que nadie se haya ocupado de ello».
No olvidó señalar la importancia de «acordar un plan especial que redefina y unifique los cuatro Bienes de Interés Cultural» contenidos en la zona. Sólo recordar la exclusiva lista a proteger: Cristo de la Vega, declarado en 1931 Monumento Histórico Artístico; Circo Romano, declarado en 1920 Monumento Histórico Artístico; Yacimiento de la Vega Baja (Circo Romano y su entorno), declarado en 1992 Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica, y Yacimiento de la Vega Baja. Ampliación BIC con categoría de Zona Arqueológica (Unidad de Actuación 1) en 2008; Conjunto Histórico Fábrica de Armas, declarado en 2010).
Marañón también se refirió a la tarea de «corregir y eliminar la vigente ordenación que aún permite la construcción de casi 800 viviendas», lo que puede resolverse permutando terrenos para que «los propietarios con derechos adquiridos puedan construir en otro lugar». Por último, y como medida precisa para abrir una nueva línea de actuación en Vega Baja, instó a «la creación de un gran parque que ofrezca un lugar de esparcimiento» y que, sobre todo, conserve lo atesorado para futuras intervenciones arqueológicas en el lugar.
«Toledo os pertenece, debéis defender su integridad de la especulación y la incultura». Ante los alumnos del IES Universidad Laboral, Gregorio Marañón tuvo a bien incitarlos en estos tiempos revueltos «el deber, de cualquier ciudadano, de defender la integridad de vuestra ciudad de la especulación y la incultura» porque, sentenció, «Toledo es una ciudad Patrimonio de la Humanidad, pero antes es vuestra, os pertenece».
Por ello, y apostando por ofrecerlos una mirada de «la democracia como algo más que un sistema político» porque «es una verdadera filosofía de vida», el artífice de la Real Fundación invitó a los presentes, sobre todo a los más jóvenes, a contemplar «la política como una responsabilidad de todos» en la que es esencial «no dar la espalda a la cultura» como instigadora de «reflexión crítica y proyección utópica». Porque, concluyó Gregorio Marañón, «la cultura ofrece necesarios signos de identidad, importantes en estos momentos, y permite momentos gozosos de ocio inteligente».
El edificio de la laboral quiere ser BIC
Marañón anunció que desde Real Fundación y la Escuela de Arquitectura van a solicitar la declaración del edificio de La Laboral como Bien de Interés Cultural como «ejemplo de nueva arquitectura organicista».