Cuando se habla de fábricas de loza en España, habitualmente los historiadores y expertos suelen recordad la historia de la Real Fábrica de Loza Fina y porcelana de Alcora, en Castellón y por ello suele pasar desapercibida y olvidada la curiosa fábrica que existió en la localidad Toledana de Menasalbas, a casi cuarenta kilómetros de la capital. El establecimiento de esta fábrica de loza tuvo lugar a principios del siglo XIX gracias al proyecto de Bernardino Fernández de Velasco, a la sazón XIV duque de Frías, IX duque de Uceda, Grande de España y titular de otra larga lista de títulos nobiliarios. Físicamente la fábrica se situó en el camino de Toledo, junto al rollo jurisdiccional de Menasalbas.
Sobre la fábrica se construyeron posteriormente unas naves para el ganado, aunque gracias al trabajo que publicó Ventura Leblic en 1998, sabemos que se dividía en dos partes principales, una destinada a fábrica y otra a viviendas; la fábrica se constituía en un gran patio rectangular con un pozo con brocal ochavado. En las naves de la fábrica había una serie de pilas donde se bañaban las piezas que luego pasaban a los hornos que en los años 90 estaban ya cegados. El acceso desde el exterior se hacía a través de un gran portón que daba a un porche, siendo su construcción de ladrillo y tapial y con remates de granito en las esquinas. Con relación al personal que trabajó en la fábrica de Menasalbas encontramos a Antonio, uno de los hermanos Cao, miembros de un linaje de expertos operarios de manufacturas de porcelanas y lozas que aprendieron el oficio en la reconocida fábrica de Sargadelos; este linaje lo componían Andrés, José y Antonio Cao. Precisamente en Menasalbas nació su hija Vicenta, fruto del matrimonio con María Fernández. Antonio Cao después de Menasalbas marcharía la fábrica de La Moncloa, donde se le sitúa entre 1819 y 1841. Al abrirse esta fábrica de La Moncloa en 1818 por decisión de Fernando VII, se reunieron en la misma todas las pequeñas fábricas que había en torno a la capital de España, razón por la cual se cerraría la de Menasalbas, no sin antes haber manifestado una enérgica queja el duque de Frías ante el cierre de su fábrica, aunque cayo, como era lógico en saco roto. Los últimos coletazos de esta fábrica los encontramos en el Diario de Madrid de primeros de septiembre de 1822, en el que se publica un anuncio en el cual se cita a toda persona que quisiera adquirir una parte o todos los restos de la loza de pedernal que quedaba en la fábrica de Menasalbas; en el anuncio se decía que todos los interesados debían dirigirse al almacén situado en la madrileña calle del Arenal número 5, donde también se encontraba la 'hermosa anaquelería' de la antigua fábrica. Como dato interesante, parte de la última loza que se coció en Menasalbas se encontraba expuesta en un balcón de la citada calle del Arenal, para que los interesados pudieran verla desde el exterior. En una crónica de 1825 se dice que ya estaba arruinada.
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La producción de loza de la fábrica de Menasalbas era básicamente loza blanca de caolín, material procedente de la cercana localidad de San Martín de Montalbán, con lógica influencia de la cerámica de Alcora, pues el duque de Frías trasladó a varios operarios de Alcora a Menasalbas, ya que era consciente del buen proceder y capacidad de estos profesionales. En la actualidad es muy raro encontrar piezas de aquella fábrica de Menasalbas, lo que hace que las pocas que se conservan sean muy cotizadas e interesantes. En la imagen que incluimos se representa un plato de 24 X 24 tipo Alora, que pertenece a una colección particular de una familia de Polán. Estamos ante una efímera fábrica que desgraciadamente se eclipsó ante la apertura de la nueva real fábrica citada; sin duda un ejemplo más de las diferentes manufacturas que existieron en nuestra provincia y que demuestran la calidad de nuestra artesanía y el buen hacer de los artesanos toledanos que durante siglos han mantenido -y mantienen- los antiguos trabajos y costumbres casi perdidas.