Que las falsificaciones de documentos son algo tan antiguo como la escritura es algo de lo que dan fe los investigadores Sonia Serna (Universidad de Burgos) y Julio Escalona (Instituto de la Historia-Csic). Una reciente investigación suya ha puesto a descubierto que el que se creía el documento más antiguo del Archivo Histórico de la Nobleza, situado en Toledo, era una falsificación medieval de dos siglos más tarde con motivo de un juicio por una parroquia.
Así lo han contado este lunes en el Tavera, en el Propio Archivo, en el contexto de la Jornada 'Mentiras Medievales. Manipulación y engaño en un documento del Archivo Histórico de la Nobleza'. «El documento que se conserva aquí es una elaboración del siglo XII a partir de un documento más antiguo, del siglo X, que sí que existía», explicó Escalona. Los monjes de San Pedro de Cardeña (muy cerca de Burgos) lo manipularon, «lo rehicieron interpolando en el documento determinadas cláusulas que no estaban en su original para utilizarlo como prueba en un juicio en una disputa por una iglesia».
Lo hicieron, han determinado las investigaciones, intentando imitar las maneras de hacer documentos del siglo X y «con habilidad suficiente para que tuviera efectos en el juicio correspondientes, funcionó la falsificación».
Escalona explicó que este tipo de cuestiones, en realidad, «son muy corrientes, los historiadores están muy acostumbrados, existen documentos falsificados prácticamente en todos los ámbitos. Es una parte más de los juegos de poder. La escritura es poder y el poder se ejerce manipulando a veces, engañando a veces y fingiendo a veces».
A buscar el segundo documento. La noticia se daba a conocer este lunes en el propio Archivo, una vez publicada ya la investigación.
La directora del Archivo, Aránzazu Lafuente, apuntaba que «como en todos los archivos, la pregunta que se hace es cuál es el documento más antiguo». Allí, desde siempre, había sido un pergamino burgalés del año 945 o 947, dependiendo de la datación. Así era desde que el Archivo Osuna llegara al Estado en 1917. Ahora parece que no estaban en lo cierto.
«Para nosotros, como archiveros, por sus características intrínsecas del documento, por los caracteres externos, por el tipo de letra, por el tipo de información, por el otorgante, parecía un documento original. Aunque los documentos siempre pueden ser reinterpretados y reanalizados», explicó Lafuente. De forma que así comenzó un estudio de investigación sobre el documento, que se encargó a Serna y Escalona, con el objetivo de más tarde dar a conocer los resultado en una mesa redonda como esta.
Lafuente destacó que este descubrimiento ha sido fruto de la colaboración entre archivos e investigadores «que es para lo que están los archivos históricos, para poner al servicio de toda la comunidad investigadora, comunidad científica, cualquier investigador interesado, la documentación que se conserva o documentos que forman parte del patrimonio que están en manos privadas y que vamos recuperando».
Sobre la mesa, la directora del Archivo dejó otra pregunta, «¿si este no es el documento más, antiguo, cuál sería el siguiente?». Habrá que tirar de la lista. Ahora la información más veraz y más antigua del Archivo, «salvo que alguien diga que no», es un documento del Archivo de Frías de 754, en una copia posterior de un tumbo medieval.