La última sentencia del Tribunal Supremo, que exige la presencia de caudales ecológicos en el río Tajo, no se aplicará hasta el año 2021, cuando entre en funcionamiento el próximo ciclo de planificación. Así lo apuntaba este martes en la Biblioteca de Castilla-La Mancha el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y asesor de la Agencia del Agua de Castilla-La Mancha, Fernando Payán. Para Payán, esta sentencia «no hace más que ratificar que es necesario cumplir los objetivos medioambientales en la demarcación del Tajo, que es obligatorio implantar los caudales ecológicos, y que esto deriva en una merma obligatoria del caudal trasvasado a la cuenca del Segura, en un aumento del caudal de excedentes y, por lo tanto, de nuevo en un descenso de los recursos trasvasados».
El problema es que la sentencia deja abierta la posibilidad de que no se implanten los caudales ecológicos durante el presente ciclo de planificación, que concluye en 2021, sino en el siguiente (2021-27), «porque hay que mantener el procedimiento establecido». Los plazos que determinan la revisión de un Plan Hidrológico dificultan mucho que sea en este ciclo de planificación, por lo que tendrá que ser en el siguiente, que ya se está elaborando. Porque la única posibilidad para hacerlo antes sería el artículo 89.1 del reglamento de Planificación Hidrológica, aunque llevaría un plazo de año y medio.
En cualquier caso, Payán se mostró convencido de que la sentencia tiene que hacer descender los trasvases, sin lugar a dudas. «Es muy lógico, porque si yo tengo la misma cantidad de agua que cae en los embalses, y necesito más para que circule por el Tajo, obviamente, el otro término de la ecuación, que es el trasvase, va a disminuir». La regla de explotación, en definitiva, está mal diseñada y hay que modificarla. Porque contiene muchos errores, «por lo que es necesario modificarla, como viene a ratificar la sentencia».
Concurrida conferencia. Payán llegaba al Alcázar este martes de la mano de la Asociación de Amigos de la Biblioteca, para desarrollar la conferencia ‘Río Tajo: un río entre dos aguas. 40 años del trasvase Tajo-Segura’. Allí trató cuestiones como el funcionamiento actual del trasvase, cuánto agua se ha trasvasado en estos cuarenta años, cómo está afectando eso al río Tajo o cómo se puede modificar la gestión para mejorar y lograr implantar los objetivos de la directiva Marco del Agua y dejar de incumplir las leyes específicas del trasvase, que desde su punto de vista se están incumpliendo con el real decreto que regula las reglas de explotación del trasvase.
Un trasvase que, principalmente, ha influido en el merma de caudal del Tajo, lo que supone el incumplimiento de los objetivos de la directiva. Payán propuso soluciones, como una regla de explotación diferente, que haga compatibles los caudales ecológicos del río con la gestión de los embalses de la cabecera del Tajo. Esto tendría como resultado un menor trasvase.
Sin embargo, apuntó Payán, el único problema del Tajo no es la cantidad del agua. Hay otro de calidad, como se puede ver en la confluencia de Tajo y Jarama, donde se puede ver nítidamente la diferencia del primero, que baja desde Aranjuez, y el segundo, que llega de Madrid.
Payán también valoró la respuesta del Ministerio tras la sentencia del Supremo, que ha impedido el riego a los regantes de Aranjuez y Colmenar. Según explicó el técnico de la Agencia del Agua, la ley dice que los trasvases se basan en la garantía de la cuenca cedente, incluidos los requerimientos medioambientales, estos no están cuantificado y a pesar de ello se continúa trasvasando.