La Real Fundación lamenta el fallecimiento de Javier Krahe

A.D.M.
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Ingeniero industrial, empresario y bibliófilo, Javier Krahe Ruiz formaba parte de esta institución desde 1990. Su biblioteca del Cigarral del Carmen alberga más de 23.000 volúmenes, entre ellos la única primera edición de El Quijote en manos privadas

La Real Fundación lamenta el fallecimiento de Javier Krahe

La bibliotecaria Inés Pedrosa Gorgot empleaba en 2016 para referirse al empresario, ingeniero y bibliófilo Javier Krahe Ruiz -cuyo fallecimiento acaba de comunicar la Real Fundación de Toledo, organismo que contribuyó a consolidar desde prácticamente el momento de su fundación-, un título, el de prócer, poco empleado en la actualidad en España pero habitual en América Latina para referirse a las personalidades más eminentes de cada nación. Krahe, junto con Luis Alba González, el otro gran coleccionista y bibliófilo toledano, fallecido a mediados del pasado mes de mayo, merecía como pocas personas esta distinción. No solo por el enorme tesoro recopilado a lo largo de muchos años en el Cigarral del Carmen -destino de más de 23.000 volúmenes, algunos de incalculable valor, como una primera edición de El Quijote (la única del mundo en manos privadas) y veinticinco incunables, entre ellos Las mujeres ilustres, de Bocaccio-, sino por su permanente disposición a compartir esta valiosa colección con cuantos investigadores e instituciones se lo solicitasen.

Ingeniero industrial y empresario, fundador y principal socio de Centunion, Javier Krahe Ruiz era descendiente de alemanes y pariente -primo hermano- del cantautor Javier Krahe de Salas (1944-2015). Su gran biblioteca, instalada en el Cigarral del Carmen, ha sido punto de partida de numerosas investigaciones y exposiciones. La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, en este sentido, contó con el préstamo de sus fondos tanto para los recientes aniversarios de El Quijote como para otras efemérides, como la que giró alrededor de Amadís de Gaula en 2009.

La variedad de fondos y géneros de su interés es difícil de resumir en unas cuantas líneas. La revista Toletum, editada por la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, le publicó hace algunos años una «Miscelánea gráfica cervantina en la Biblioteca del Cigarral del Carmen». Pero sus inquietudes literarias iban más allá del Quijote. Su biblioteca contenía importantes primeras ediciones en materias que van desde la literatura de viajes hasta la artesanía. Desde una edición del Libro de la Montería de 1582 -que dio pie al editor Antonio Pareja a realizar un facsímil- hasta rarezas bibliográficas como una edición sevillana a partir del Coloquio de las damas, de Pietro Aretino, pasando por el Tratado de las proporciones de Durero (1591) que formó parte de las bibliotecas particulares de los pintores Francisco Pacheco y Diego Velázquez.

La Real Fundación de Toledo, que hace tan solo unos minutos lamentaba su fallecimiento, contó con su colaboración desde el año 1990. En 2009 se convirtió en miembro de su Junta de Protectores. «Una persona de gran generosidad, valía personal y profesional, un gran humanista apasionado, entre otros muchos temas, por los libros y Toledo, desarrollando una ingente labor como experto coleccionista y bibliófilo», destacan.