Es una de los recintos que más incógnitas presenta a su alrededor. Nadie sabe qué va a pasar, qué se va a hacer o cómo se va a tratar Vega Baja. Lo que sí se sabe es que desde su hallazgo ha sido un quebradero de cabeza para las instituciones. Algunas de estas preguntas se repasaron ayer en el Museo de los Concilios con Yolanda Peña como interlocutora de la conferencia 'La ocupación de la Vega Baja toledana en época romana y altomedieval. Datos y reflexiones a partir de la excavación de la parcela R-3'. Y es que Peña es una de las arqueólogas que participó en las excavaciones del yacimiento, primero en 2006, y posteriormente entre 2017 y 2020, ya como investigadora de la UNED (Universidad de Educación a Distancia).
Sobre la parcela de apenas 3.000 metros cuadrados sobre la que ella trabajó, antes de su segunda etapa de excavaciones apenas había dos artículos divulgativos al respecto, mientras que en un solo año, las conclusiones de los hallazgos permitieron escribir hasta seis más. La principal conclusión a la que llegaron con el análisis de los materiales hallados fue que la ocupación islámica del yacimiento fue más rápida de lo previsto, que apenas llegó al siglo IX, cuando decidieron cambiar sus aposentos a lo que ahora es el Casco Histórico. En parte, «por el conflicto permanente que tuvieron Toledo y Córdoba, porque era más fácil protegerse entre murallas», destacó Yolanda Peña.
Sin embargo, la investigadora no solo trató las conclusiones de su informe final, sino que abordó la situación actual de Vega Baja. A su juicio, entiende que aún queda mucho trabajo por hacer allí, pero animó a que la actividad diera un giro hacia lo científico y no tanto hacia lo arqueológico. En otras palabras, Peña cree que «tiene más sentido poner al día los datos que ya disponen, analizarlos e interpretarlos para obtener respuestas, antes que seguir excavando», porque la investigadora lamentó que con todas las excavaciones que se realizaron en 2006 «no hay nada estudiado, ni publicado de esas intervenciones». Por todo esto, Peña cree que lo más urgente en Vega Baja sería «crear un plan potente que permitiera gestionar lo que hay y generar un centro de interpretación».
De cara al futuro del yacimiento, Yolanda Peña propuso que se convierta en un parque arqueológico o un pequeño museo, reconociendo, incluso, que «no tiene grandes restos monumentales», pero que su importancia histórica «debería ser suficiente para saber transmitir emoción a la población». Una opinión a tener en cuenta cuando las instituciones tienen dificultades para llegar a acuerdos. Pese a todo, la investigadora es optimista porque cree que «el yacimiento está protegido y allí no puede ocurrir nada negativo».