«Lamento que el Ayuntamiento de Toledo no haya respondido a nuestra invitación a pesar de haber insistido hasta la misma mañana de este encuentro. Es que ni siquiera nos han respondido. Es la primera vez que me encuentro algo así en los dos años que llevo presidiendo ICOMOS-España. Algo que nos entristece, pero desde luego no nos paraliza». La clamorosa ausencia de ningún representante del Ayuntamiento en la Reunión de trabajo sobre el enclave patrimonial de la Vega Baja, convocada ayer por el Comité Nacional Español de Icomos en la sede del Colegio de Arquitectos, fue una de las conclusiones. A la perplejidad de la presidenta de ICOMOS-España, Alicia Castillo, se unieron las voces de varios de los participantes, como Antonio Zárate, representante de la plataforma ‘Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura’ y también de la Real Sociedad Geográfica, para quien el Ayuntamiento «no ha dado la cara» para defender el patrimonio de la Vega Baja durante los últimos quince años.
Muy contundente, el catedrático de Geografía Humana y profesor emérito de la UNED insistió en que «no ha habido plan de gestión alguno» relacionado con este grave problema, y que si hoy se ha desatado la polémica es gracias a la denuncia interpuesta por la plataforma. Zárate reivindicó protección no solo para la Vega Baja («dentro de la cual se incluye La Peraleda»), sino también para la Vega Alta: «Se trata de cumplir estrictamente lo que está legislado». Por el contrario, el cuartel de la Guardia Civil «pretende levantarse en una zona cuya preservación paisajística es de obligado cumplimiento». Sería un nuevo bocado a un terreno ya lo suficientemente alterado por la Consejería de Obras Públicas, los viales, el Colegio Santa Teresa y los bloques de la avenida de América, «por no hablar de la Clínica del Rosario» y de los aparcamientos. Y es que para el catedrático de la UNED «el naturalizar espacios, e incluso la agricultura urbana, en nuestros días, es una forma de urbanizar», contra lo que alertó.
También fue especialmente firme la postura de la Facultad de Humanidades de Toledo, en nombre de la cual asistieron la decana, Rebeca Rubio -arqueóloga especialista en época romana-, y el vicedecano, Rafael Villena. Rubio también exhortó al Ayuntamiento -lo mismo que haría poco después el director de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, Jesús Carrobles- a «prescindir de proyectos de edificación en la Vega Baja», planteando la necesidad de organizar y definir el espacio. La decana propuso para el yacimiento un «proyecto de revaloración selectiva» basado en el criterio de especialistas, mecanismo que permitiría «establecer distinciones entre zonas, cubrir el resto y dignificar la zona». Rubio también aprovechó la presencia de una representante del Ministerio de Cultura, Laura de Miguel, jefa del Servicio de Patrimonio Mundial, para reivindicar una mayor atención por el Circo Romano, algunas de cuyas zonas es necesario consolidar, muy especialmente el arco situado detrás de la Venta de Aires. La arqueóloga, para finalizar, se mostró absolutamente en contra de «mensajes contradictorios» sobre la Vega Baja, como el de «aspirar a recuperar el proyecto de museo y oponerse al cuartel de la Guardia Civil», ya que «crean confusión entre los ciudadanos».
La importancia de la divulgación, del conocimiento por parte de la ciudadanía, es fundamental para uno de los arqueólogos con mayor conocimiento sobre el yacimiento, Juan Manuel Rojas. «Procuro hacerlo en Guarrazar y lo hubiera hecho encantado en la Vega Baja de Toledo si el proyecto le hubiera interesado a Emiliano García-Page, cuando era alcalde». A diferencia de lo que sucedía hace veinte años, sin embargo, Rojas percibe «una mayor sensibilidad social», ejemplo de la cual son encuentros como el mantenido ayer en el Colegio de Arquitectos. «Creo que esto no se habría producido en 2006», manifestó. «Solo la sociedad puede obligar a mover ficha a las administraciones, pero para esto la sociedad tiene que estar suficientemente sensibilizada».
Los pareceres de la Real Academia toledana y la Real Fundación de Toledo acerca del yacimiento fueron similares. Los representantes de ambas instituciones, Jesús Carrobles y Paloma Acuña, destacaron el largo esfuerzo de ambas en el estudio y defensa del yacimiento. Carrobles, quien recordó los doce puntos sobre la Vega Baja dados a conocer hace algunas semanas por la Real Academia -oponiéndose a la construcción de viviendas y defendiendo la unificación de los varios bienes de interés cultural en uno solo-, quiso poner la lupa también sobre el Poblado Obrero, «cuya particularidad se está destruyendo». Por su parte, Paloma Acuña insistió en el significado de la Vega Baja, «que no llega a la ciudadanía como debería, porque no se trata de un barrio, ni tampoco de un conjunto de bienes de interés cultural delimitados por meros límites catastrales».
Al propósito de unificación de los diferentes BIC que conviven en Vega Baja -Circo Romano (protegido desde 1920), Cristo de la Vega (1931), Yacimiento y zona arqueológica (1992/2008) y Fábrica de Armas (2010), a los que hay que sumar específicamente el Arco romano situado tras la Venta de Aires- se unió el arqueólogo Ramón Villa, jefe de Servicio de Patrimonio y Arqueología de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. «Un documento unificado sería absolutamente deseable, pero debe ser el Ayuntamiento quien elabore ese planeamiento, y ojalá fuese lo más global posible». Villa, en este sentido, no entiende la Vega Baja como un yacimiento específico, sino como una parte de «todo el yacimiento que es Toledo», y en ese sentido opina que también deberían tenerse en consideración informes arqueológicos de zonas como el entorno de Caja Rural o la Plaza de Toros.
Por parte de la Escuela de Arquitectura, su director, Juan Ignacio Mera, insistió en dar una mayor visibilidad espacial al Circo Romano y en definir «un borde o línea habitada» a la Vega Baja, «que vaya cosiendo lo que debería ser un parque arqueológico, bien de forma lineal, bien por medio de pequeñas piezas, a modo de dientes».
En la reunión de trabajo participaron asimismo representantes de las asociaciones de vecinos y de la plataforma Urbs Regia (en nombre de la cual habló Juan Manuel Rojas, pero también Pilar Tormo). Finalmente no asistió el arquitecto municipal, Ignacio Álvarez Ahedo, como se había comunicado inicialmente.
Por parte de ICOMOS-España, aparte de Alicia Castillo -quien subrayó que «hay consenso en que hace falta una planificación conjunta de la Vega Baja»- asistieron también Ana Carmen Lavín y Arturo Ruiz Taboada, que sintetizó en tres ideas los planteamientos del Comité acerca de la Vega Baja: «la aceptación indudable de su valor (histórico, arqueológico y paisajístico), la necesidad de gestionar este territorio de la manera más integral posible y la definición de líneas de actuación a futuro mediante un plan especial».
La representante del Ministerio de Cultura, Laura de Miguel, recordó los criterios por los que Unesco declaró a Toledo Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1986, comenzando por su «valor universal excepcional». Ahora bien, añadió: un bien patrimonial pierde parte de su valor «cuando está mal gestionado». En este sentido, destacó la necesidad, ante agresiones como las sufridas por la Vega Baja, de realizar «una evaluación cultural específica».