Con solo aproximarse a Entorno Toledo, en la cuesta de la Ciudad, huele a gasoil. No hace falta ni que esté abierta la puerta del negocio. Lo que iba a ser el museo del agua de Toledo (idea del propietario del negocio, Julián Baños) sigue cada día más contaminado de fuel para calefacción. El escape que afecta al acuífero del Casco continúa sin control desde que se detectara a principios de agosto. De forma que el pozo árabe al que se afectó en primer lugar se ha convertido en una verdadera piscina de carburantes. Y eso no queda ahí, señala Baños casi con lágrimas en los ojos. Esta semana ha detectado que también ha contaminado a su segundo pozo árabe y al romano, que según Passini, era el único de esta época en la ciudad.
Fue a principios de agosto cuando el guía turístico detectó, a la vuelta de vacaciones, que el agua de uno de sus pozos estaba contaminado de algo que resultó ser gasoil para calefacciones. En seguida lo comunicó a las autoridades, dada la cercanía del día de los Botijos. Pero dado que el agua de la Catedral no estaba afectada, explica, parece que su denuncia ante el Ayuntamiento cayó en el olvido.
Pero desde entonces, sus problemas se han multiplicado. Puede sacar una garrafa de 25 litros al día (ya lleva cuatrocientos) y aún así, la sala en la que estaba ubicada el pozo está totalmente inundada, como una piscina. Con las últimas lluvias, ha subido el nivel freático. Y el problema, apunta Baños, es que el fuel impide que el agua siga su ruta habitual, de forma que «se están rompiendo las paredes de la cueva y por ahí se está filtrando el agua. Si las paredes de las cuevas se vencen y se caen, estoy entre la cimentación de un edificio de tres plantas catalogado como P, el único del Casco con tres pozos milenarios, que por desidia de quien sea, están contaminados».
No es su único temor, dado que sus pozos ya están contaminados y el fuel sigue avanzando, apunta Baños. Desde agosto, el gasoil ha pasado a través de tres metros y medio de roca. No se conoce cuál es el camino que va a seguir esta escorrentía de agua contaminada, pero se teme que puedan correr peligro los pozos que tiene más abajo, es decir, los de la Catedral, quizás previo paso por el Ayuntamiento, «y si va a llover próximamente, más rápido va a ir».
El mal menor, incluso, apunta el afectado, es que toda esta contaminación acabe en el río. Por eso, «lo que hay que hacer de inmediato es encontrar al infractor y cortar, porque si no, el gasoil va a seguir campando a sus anchas por todos los acuíferos naturales».
Salud. Mientras tanto, Baños denuncia que también está en juego la salud de los trabajadores de Entorno Toledo, «que llevamos ingiriendo los vapores que emite esto durante tres meses y medio». Él había detectado sequedad de boca, piel seca, dolores de cabeza continuos, picor en cuellos y manos, así como tos frecuente. En principio no le había dado demasiado importancia. Hasta que ha conocido que este líquido está clasificado como cancerígeno de categoría 3. La exposición prolongada al mismo en el trabajo puede causar una neumonía química fatal, entre otros problemas físicos. Todo ello, teniendo en cuenta que los vertidos suelen estar a cielo abierto.
Tras el paso de los técnicos municipales de Medio Ambiente por la cueva y de los bomberos, que determinaron que el líquido era gasoil de calefacción, hoy le toca el turno a los agentes de la Policía Nacional competentes en Patrimonio. Mientras tanto, Baños está preparando un escrito para la Fiscalía.