Existen en la península rañas desde La Coruña a Huelva, pasando por Portugal y, por supuesto, por Toledo y Ciudad Real. Las rañas son, apuntó el catedrático de Geografía Física de la Universidad Complutense de Madrid, Juan José Sanz, un tipo de terreno muy concreto, con su topografía y geología, pero también «los suelos más antiguos de Europa». Solo por eso, propuso, «valdría la pena explotarlos para el turismo convenientemente». Es un patrimonio «único en Europa», y es una pena que no se le saque beneficio, sobre todo en Toledo y Ciudad Real, donde el paisaje es tan específico.
Así lo explicó en su conferencia ‘Las rañas toledano-ciudadrealeñas: ¿paisaje natural o cultural?’, enmarcada en la primera jornada del seminario ‘Los paisajes culturales y desarrollo sostenible’, organizado por la Facultad de Humanidades y dirigido por Luis Alfonso Escudero y Antonio Zárate.
El seminario nace, apuntó Zárate, en una ciudad que todavía es un paisaje cultural, «y donde es totalmente adecuado hablar de este tema». Por supuesto, que tiene que haber varias referencias a lo largo de estos tres días de conferencias a Toledo, pero también, en un planteamiento más general, a otros espacios.
Industrias y minas abandonadas. Otra oportunidad para un turismo sostenible y diferente es el turismo industrial. El catedrático emérito de Geografía Humana de la Universidad Autónoma de Madrid Manuel Valenzuela se acercó a la misma en su conferencia. Planteó en concreto una visión del paisaje del patrimonio vinculado a las actividades económicas que fueron importantes, han decaído después, y han dejado unas huellas patrimoniales que pueden orientarse a un uso turístico para un perfil nuevo de turista más selecto, más cultivado y más sensible, que puede encontrar aquí una alternativa a otras formas más masificadas de turismo cultural.
Así lo hizo en su conferencia ‘Los paisajes y el patrimonio de las actividades económicas decadentes. Su reinvención para impulsar un nuevo turismo cultural sostenible’. En Toledo, apuntó, ya hay un turismo cultural muy masificado «y hay que buscar otras formas que complementen los patrimonios histórico artísticos monumentales, con otras formas más humildes, más modestas, pero a lo mejor más ingeniosas, y que pueden tener a lo mejor un interesante efecto sobre las economías locales». Se trata de una vía turística que ya ha llegado a potenciar en Toledo el propio Consorcio. Para Valenzuela, el turismo industrial en Toledo sería, en todo caso, un complemento. Pero hay otros lugares que saldrían muy beneficiados.
Porque, recordó, por lo general, esos restos patrimoniales de la industria o la minería suelen estar ubicados en territorios de la España vacía, y su puesta en valor para el uso turístico puede llevar posibilidades de reanimación. Valenzuela se acordó de las zonas mineras del norte de España, Andalucía o Almadén. «Para esas zonas, ese patrimonio es el que les abre un pequeño horizonte de posibilidades de dinamización, mantenimiento de la población y calidad de vida», apuntó.
Durante su conferencia, Valenzuela puso varios ejemplos, entre ellos, dos de Castilla-La Mancha, como son Hiendelaencina y las salinas de Imón, dos antiguos espacios de tradición minera que tuvieron una importante historia.
Hoy continúa el seminario con la conferencia ‘La otra cara del paisaje cultural: patrimonio irreal y turismo insostenible’, de Fernando Arroyo, y ‘Patrimonio y paisaje en Toledo: ¿oportunidad sostenida y sostenible para el turismo?’, a cargo de Antonio Zárate.
El catedrático acreditado y profesor Honorífico de la UNED abordará la presión turística a la que está sometida la ciudad de Toledo y advertirá que «los paisajes de Toledo justifican que sea una ciudad Patrimonio la Humanidad, y algunos de esos paisajes están especialmente amenazado». Se referirá a la situación de Vega Baja «absolutamente cuestionada ahora». A su juicio, es una cuestión de interés para todos los ciudadanos, no solo para los estudiantes.