Un día después de que el nuevo Plan hidrológico del Tajo fuera dado a conocer, el presidente de Castilla-La Mancha quiso poner en valor el agua como elemento de riqueza y dinamizador de la economía y el crecimiento. Por ello, García-Page, se mostró satisfecho de que parte de la «España seca» tuviera opciones de un mayor desarrollo. En parte, gracias a los nuevos caudales mínimos fijados para el río Tajo a su paso por la región.
Page fue un paso más allá, y ejemplificando la nueva industria automovilística que se va a asentar en la Comunidad Valenciana, el presidente regional explicó que «en Castilla-La Mancha no podemos optar a este tipo de industrias que requieren tal cantidad de agua», algo que la zona del Levante puede desarrollar «mediante desaladoras», algo que en el caso castellanomanchego «ni tendría agua para esa planta ni un mar del que echar mano para poder tenerla».
De este modo, «este gran acuerdo sobre el agua» se enmarca dentro de «un pensamiento en generaciones futuras», ya que pidió realidad de miras y no «agua para hoy y sed para mañana». A colación de la necesidad de que «el problema del agua es de España y tiene que resolverlo España», dijo.