Se ha excavado con mimo. Han ido poco a poco, cribando la tierra que iban sacando para que no se les pasara ningún elemento que les pudiera dar información sobre el misterio del crómlech que hay en Totanés. Así contaban Ángela Crespo y Sergio Isabel, dos de los arqueólogos de Cota 667 que han trabajado en las excavacaciones, cómo han abordado esta tarea a las cerca de 400 personas que el pasado sábado por la tarde se dieron cita en torno al círculo de piedras en una jornada divulgativa de ‘Equinoccio en Totanés’.
Han excavado en una parte del interior del círculo y en otra del exterior. Yese trabajo minucioso ha dado resultados, pues en la zona interior del crómlech han aparecido fragmentos de sílex, es decir de la industria lítica -las herramientas- que había en el Neolítico.
La doctora en Prehistoria de la Universidad Autónoma de Madrid, Nuria Castañeda, expuso que esos fragmentos revelan técnicas de producción de herramientas (por presión y calentando antes las piedras), que son propias de las etapas más evolucionadas de finales del Neolítico. Eso permite datar en esa época este círculo de piedras, en la franja fronteriza con la aparición de los metales.
Castañeda desveló que ahora toca investigar la procedencia de este sílex, puesto que no hay este tipo de piedras en la zona cercana a Totanés. Y apuntó que resulta muy interesante el hecho de que los fragmentos son de sílex de distintas procedencias, lo que puede indicar una dimensión de la importancia del crómlech más allá de una población próxima a este conjunto megalítico.
En relación al origen del sílex, Pilar Andonaegui, especialista en Petrología, apuntó que habría que trasladarse hasta San Martín de Montalbán para encontrar sílex, pero que eso resultaría una distancia bastante lejana para la época.
Los trabajos arqueológicos llevados a cabo este verano también han permitido excavar una base de piedras justo en el centro del círculo. Eso permite deducir que serviría para situar en ese punto un elemento, que podría ser otra piedra o un poste de madera, cuya sombra indicaría por la alineación del sol cuándo se produciría el cambio de estación, algo clave para una sociedad agraria.
El astrofísico Andrés Guisández, también de la Complutense, demostró en directo cómo un poste de madera marcaba el pasado sábado una sombra sobre la piedra exterior al círculo que indicaría el equinoccio tanto de primavera como de otoño, cuando justo el sol se pone por el oeste estrictamente hablando. Habría además otra piedra para marcar el solsticio de verano y otra para el solsticio de invierno.
¿será el primer crómlech de otros más? El doctor Juan Pereira, de la UCLM, estima que con la información que tienen hasta el momento, se podría datar el crómlech en los 2.000 o 2.500 antes de Cristo (es decir, que tendría entre 4.000 y 4.500 años). Destacó la relevancia de haber descubierto un crómlech en Toledo, pues sería el único de la Meseta, a diferencia de los dólmenes, que abundan más en esta cuenca del Tajo. Dolmen es, por ejemplo, el que ha emergido de las aguas en el embalse cacereño de Valdeceñas, fronterizo con Toledo. O el que también está bajo las aguas del embalse toledano de Navalcán y cuyas piezas más interesantes se exhiben en el Museo de Santa Cruz.
Pereira indicó que el de Totanés al menos sería el primer crómlech, pues no descarta que a partir de este descubrimiento se hallen otros. Expuso que así ocurrió con la primera estela de guerrero que apareció en la provincia de Toledo y que dio pie a que se descubrieran más.
La jornada de divulgación, que se cerró con un espectáculo de música y baile, se pudo realizar gracias a la colaboración del equipo arqueológico Cota 667, de la organización Ciencia a la Carta y del Ayuntamiento de Totanés. Se preparó además una actividad infantil de arqueología para los más pequeños y las explicaciones se tradujeron en el momento por una intérprete de signos.