Hoy es de esos días en los que escribo con satisfacción. En este caso, satisfacción ciudadana, satisfacción por ver en la sociedad civil, en la más viva de las fuerzas de nuestra ciudad, un movimiento reivindicativo contra el mal de los grafitis en el Casco toledano. Vengo promoviendo desde hace un mes la difusión de una pintada diaria en mis redes sociales, a la que he titulado 'Cada día, una pintada'. ¿Por qué? Porque es cada vez más evidente que nos sobran pintamonas en Toledo, de esos que parece que se aburren y no tienen otra cosa mejor que hacer que 'dejar su sello' en el patrimonio de los demás, tanto público como privado. Y, ¿saben qué, queridos lectores? Que esta difusión, que no es ningún invento novedoso ni el descubrir de la pólvora, está dando frutos abundantes.
Para empezar, de las más de cien pintadas que tengo documentadas, una parte considerable de todas ellas no han sido fotografiadas en mis muchos paseos por Toledo, sino que, casi en tiempo real, me han ido llegando de personas que aman y sienten el Casco como algo suyo, residentes orgullosos de serlo que están hasta la coronilla de sufrir en silencio los caprichos desordenados de cuatro niñatos (o no tan niñatos) que se divierten como en Atapuerca pero sin talento. Hay varios grupos en Facebook donde mucha gente lleva tiempo subiendo fotografías de pintadas, que han ayudado mucho para que a este problema se le trate de ver una solución. Todo suma. Por otra parte, he podido comprobar que la sensibilización también está llegando a los propietarios de algunos locales y de algunas viviendas. ¡Incluso hasta a algunas administraciones públicas! De las treinta y una pintadas que llevo denunciadas, se han limpiado ya cuatro. Y no ha sido gracias a mí, sino a que los propietarios se han puesto manos a la obra y han pedido su limpieza.
Analizando la normativa municipal relevante en este aspecto, y contrastada con la realidad, creo que ni es eficaz ni es eficiente. Estas pintadas, aunque sean la muestra más frecuente, no son la única muestra de vandalismo urbano, puesto que hay otros muchos actos de esa índole que son denunciados por los toledanos y que, a pesar de ello, no cesan. Porque no olvidemos que el delito llama al delito.
Y es por este rosario de motivos, por las protecciones patrimoniales del Casco Histórico y de muchos de sus edificios, por la necesidad de protección del patrimonio privado de los vecinos de dicho barrio y por el ingente dinero público que se gasta en reparar los desperfectos ocasionados por los actos vandálicos referidos que no se repercute como responsabilidad civil a sus autores (muchas veces, por no poder identificarlos), se hace absolutamente necesaria la elaboración, y así lo seguiremos pidiendo, de un Plan de Choque Antivandalismo para la Ciudad de Toledo. Somos muchos los que estamos en esta línea, y somos muchos los que seguiremos pidiendo lo mismo. Son conversaciones casi diarias con gente por redes sociales las que me dan prueba de ello. ¡Reivindiquemos! Y a vosotros, los que me mandáis tantas fotos y a los que os ocupa y os preocupa este tema, mi agradecimiento por ser ciudadanos comprometidos.