Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


La deseada caída del Politburó

09/05/2024

El sistema electoral uninominal mayoritario del Reino Unido, lo que llaman 'First Past the Post', se basa en la mayoría simple, de manera que el vencedor por un punto más se lleva la totalidad de los votos de su distrito, lo que proporciona plena libertad a los diputados de los partidos para decidir lo que consideren ajustado a la voluntad de los ciudadanos de su respectivo distrito electoral, con independencia de su partido.
En España, los partidos políticos, lejos de aportar ideas claras y definidas, de promover, movilizar y canalizar las energías sociales como instrumento para la solución de problemas, se han convertido, además de centros de promoción personal, en meros instrumentos formales de la democracia participativa, ajenos al ejercicio material de los derechos fundamentales. Si los partidos políticos se dirigen desde un aparato minoritario que evita todo debate y discrepancia y se limita a lanzar jaculatorias que los militantes repiten, si el clientelismo favorece la corrupción y el miedo evita su denuncia, no es extraño, entonces, que los ciudadanos desconfíen y se alejen despavoridos del compromiso de la participación política, o que voten simplemente por una  reacción visceral de pertenencia, cada vez más colectivizados y polarizados en esa banalización espectacular de lo político a la que nos están llevando de forma interesada.
Tras la deriva reaccionaria de la personalísima dictadura interna del Politburó del partido que nos gobierna a todos, el final más lógico y deseado sería el de la súbita desaparición, a modo de debacle del PASOK en Grecia o del Partido Socialista en Francia, pues nadie tiene ya en su mente la posibilidad de una reconstitución ideológica y orgánica interna que pudiera sentar las bases de un nuevo sistema de participación ciudadana mediante la promoción de las oportunas reformas en la Ley Electoral, la Ley de Partidos y la Ley de Financiación de los Partidos Políticos. 
De momento, el voto del diputado siempre va en la cuerda que le marque su secta. Es el partido el que lo elige candidato, el que decide el orden de las listas, el que lo alimenta, lo mima y le hace la vida más cómoda, sencilla y opulenta. De ahí la dificultad o la imposibilidad de que a alguien le interese un sistema por el que cada representante se debiera verdaderamente a sus electores, evitando la sumisión al aparato del partido y a sus normas de funcionamiento, para que el voto ciudadano no se viera distorsionado por un sistema que transforma la voluntad popular en escaños imperativos.
Es por ello por lo que cuando algunos hablan del Estado de bienestar, se refieren al estado de bienestar en el que se encuentran ellos mismos, viviendo de sus cargos y puestecitos de trabajo de remuneración progresistas, progresiva y rotatoria, mientras venden rollitos de viejas ideologías.